Dios no ama a los hombres bajo la condición de que no pequen.
Los
ama porque son sus hijos y bajo la única condición de que siempre se comporten
como tales.
Pero
un hijo no solo se comporta como tal cuando es fiel a sus compromisos, sino
también cuando se arrepiente de sus infidelidades.
La oveja perdida en el monte es tan oveja como la segura del
aprisco.
Pero
la extraviada tiene una circunstancia a su favor y es que está necesitada de
especial atención.
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