Hay muchos que mueren sin haber estrenado el alma.
Lo
dice bellamente Bernanos: «No se puede decir más que con espanto el número de
hombres que nacen, viven y mueren sin haber usado ni una sola vez el alma, sin
haberla usado ni siquiera para ofender a Dios. El infierno será precisamente, el
encontrarse demasiado tarde con un alma no utilizada, cuidadosamente doblada en
cuatro y estropeada por falta de uso como ciertas sedas preciosas que se
guardan y no se usan precisamente por ser tan preciosas»
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