ESTE 6 DE SEPTIEMBRE HE VISTO A MI PADRE, LLEGAR A SUS 90 AÑOS
Recordar cuan querido y celebrado
es por todos los que le rodean me ha hecho reflexionar sobre mi propia vida, y
preguntarme si algún día, como él, podré llegar a una edad avanzada, arropada
de tanto y sincero amor.
No por las canciones que he
escrito, o las ideas que se me hayan ocurrido, no por mi huella artística sino
por mi legado humano.
¿Habré escuchado a los
otros lo suficiente cuando una pena les afligía? ¿Celebrado sus alegrías,
entendido y perdonado sus limitaciones? ¿Les habré dado mi atención
ininterrumpida cuando la necesitaban o habré estado demasiado ocupada,
consumida en mis propias preocupaciones, ausente en el móvil o absorbida por
mis pequeñeces?
Dicen que la vida es un
estornudo, pero quizá uno con él se puede contagiar de alegría a muchos.
Una alegría no perecedera, esa
que nos hace asomar una sonrisa cuando se recuerda a alguien entrañable, a
personas como mi padre, quien a lo largo de su vida ha repartido
incansablemente su luz como una lámpara de inagotable aceite.
Los que le conocemos sabemos como
hace sentir únicas y especiales a cada una de las personas que encuentra a su
paso.
Les mira a los ojos, les escucha,
les aconseja, conecta, ama.
Ha sido un escritor, un alma
creativa, dueño de una vastísima riqueza literaria, e intelectual, pero no es
aquello precisamente lo que celebramos en su día entre boleros, globos y
bebidas.
A su edad las palabras puede que
se hagan cada vez más esquivas o que en su fértil mente, las ideas brillantes
se asomen cada vez con menos frecuencia.
Suele ocurrir que con los años,
nos abandona primero aquello que ocupa nuestra periferia.
¡Pero ante todo
pronóstico, en un ser irrepetible como él, sé que permanecerá lo intrínseco, lo
primario; su capacidad de expresar y sentir el amor, su alegría, su luz, su
carisma, y sobre todo su ritmo!
Porque lo verdaderamente
importante no se lo devoran ni las fauces del tiempo.
¡Nada ni nadie nos
quita lo bailao! ¡Ni el material del que estamos hechos y sino que se lo
pregunten a Don Wi! ¡Ay cosita linda papá!
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