Fue llamada Phillips, porque así se llamaba el barco que la trajo, y Wheatley, que era el nombre del mercader que la compró. Había nacido en Senegal. En Boston, los negreros la pusieron en venta:
-¡Tiene
siete años! ¡Será una buena yegua!
Fue palpada, desnuda, por muchas manos.
A los
trece años, ya escribía poemas en una lengua que no era la suya. Nadie creía
que ella fuera la autora. A los veinte años, Phillips fue interrogada por un
tribunal de dieciocho ilustrados caballeros con toga y peluca.
Tuvo que
recitar textos de Virgilio y Milton y algunos pasajes de la Biblia, y también
tuvo que jurar que los poemas que había escrito no eran plagiados. Desde una
silla, rindió su largo examen, hasta que el tribunal la aceptó: era mujer, era negra, era esclava, pero era poeta.
Phillis Wheatley, fue
la primera escritora afroamericana en publicar un libro en los Estados Unidos.
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