San Pablo de Tarso, el Apóstol de los Gentiles, plasmó una página singular, por lo profunda, sublime, deleitosa y rica: el Himno de la Caridad.
Por: Monseñor Rafael Gallardo García | Fuente:
laverdadcatolica.org
Hace algún tiempo, en los periódicos primero y
en tarjetas de saludo después, dos simpáticos monitos se hicieron famosos;
presentados en un simple cuadrito, con actitudes claras y rasgos elementales,
pusieron de moda aquella frase de AMOR ES... que
con el dibujo y el subtítulo inventaban o comprobaban, las múltiples y
variadísimas definiciones que se podían atribuir al amor. Dos casos que
recuerdo de pronto, son aquellos que decían, por ejemplo: "Amor es... no tener que pedir perdón" o
"Amor es... llevarle el desayuno a la
cama".
Y aún cuando parecían tener cierta originalidad hay que decir que uno de los
primeros periodistas de nuestra época, San Pablo de Tarso, el Apóstol de los
Gentiles, ya se les había adelantado, no ciertamente como dibujante, pero sí
como un gran escritor verdaderamente inspirado. En su la. Carta a los Corintios
(13:4-8), plasmó una página singular, por lo profunda, sublime, deleitosa y
rica. Los comentaristas la proclaman como HIMNO DE LA
CARIDAD.
Recordemos este
texto clásico e incomparable:
"EL AMOR ES... - paciente, es servicial, no es
envidioso, no es presumido, no es vanidoso, no es mal educado, no es egoísta,
no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra por la injusticia, se
alegra por la verdad, disculpa todo, cree todo, espera todo, aguanta todo, EL
AMOR, ¡JAMAS SE ACABA!"
EL AMOR ES... PACIENTE
La paciencia, el primer rasgo Paulino señalado a la caridad combina estas
cuatro cualidades: la ternura, la tranquilidad, la
perseverancia y la excelencia.
1. La ternura proviene de esa dulzura y
delicadeza que es la ternura. La observamos y vemos encumbrarse en las mamás.
Cada hijo recordará casos especiales de la ternura materna. Mi mamá, para que
no me fuera a hacer daño la nieve, cada vez que la comía me decía: "Cuidado, hijito, caliéntala en la boca". Siempre
a cada bocado de nieve le agrego el sabor exquisito de la ternura de mi madre.
2. La tranquilidad descubre ese amor paciente
contrapuesto a impaciente, no precipitado; toma todo el tiempo necesario porque
lo importante es lograr el bien y no desbaratarlo por la prisa. En esto
destacan los maestros. Cada alumno atesorará la tranquilidad con que su maestro
lo estimuló a aprender hasta conseguir dibujar una sonrisa simultánea de
satisfacción.
3. La perseverancia es inseparable de la
paciencia: brillo meritorio de los médicos: sea
velando junto al lecho del enfermo, sea en la agotadora tarea del quirófano, o
en la búsqueda insistente del remedio, consagran su vida a donar el gran bien
de la salud. ¡Dichosos los "pacientes" a quienes atiende un médico
todavía más
"paciente"...!
4. Pero el amor perfecto no para, hasta hacer el
bien completo. No como salga, ni a medias, sino acabado y excelente. El ejemplo
es de los artistas. No terminan, hasta que terminan muy bien. El que tiene
caridad, con paciencia, es el artista del amor, amar es el arte de las artes. Si
no expresa dedicación paciente, que llega hasta lo supremo, no es amor. Como el
de Dios, como el de Jesús, como el de María, que no saben darse si no se dan en
forma total...
EL AMOR ES... SERVICIAL
1. Servicial, servidor, sirviente y siervo, son
términos claramente diferentes, pero relacionados con la misma realidad; la de
una persona que presta un servicio. En el uso ordinario, en cambio, marcan
cierto declive de categorías, siguiendo un descenso en el nivel social,
llevando algo de aprecio el primero hasta llegar a un tono despectivo al usar
el último.
2. En nuestros mismos tiempos democráticos,
muchos servicios se menosprecian: de plano todo
trabajo servil, se desempeña sin inspiración social, se deja para la ínfima
clase, se paga mal y se agradece muy poco, etc. Habrá que preguntar en
serio: ¿será el servicio signo de amor? ciertamente
lo es, si hacemos nuestra pregunta a JESUCRISTO y a través de Él al PADRE.
3. En Jesús ha aparecido una nueva noción de
servicio. Pues El siendo Dios se hizo siervo. Vino a servir no por dar lo que Él quería dar, o lo que le sobraba, o le cautivara adeptas; por
eso, no vino a ser servido; sino a servir, dando al hombre lo que necesita, lo
que realiza integralmente, su libertad y dignidad. Se hizo hombre como él, para
hacerlo Hijo de Dios como El. Según Jesús, servir es, darle al otro lo que más
le sirve. Si no le sirve, no está servido
4. El Padre, Creador y Señor, sirve al hombre
mientras más lo ama; no rastrera ni servilmente; con señorío, con nobleza,
mientras más lo ama, más le concede lo que necesita: su ser, sus facultades,
sus medios de subsistencia, su vida eterna, etc. El amor de Dios está en esa
proporción: le da al hombre lo que más le sirve: Le
dio a su propio HIJO...
EL AMOR NO ES... ENVIDIOSO
Encontramos aquí,
dos aplicaciones actuales:
1. La verdadera caridad a nadie permite sentirse
"menos". "Al realizar el bien no
deja caer en las nocivas o dañinas comparaciones".
Para San Agustín la envidia es: "disgusto por
el bien ajeno" Entonces, si el bien ajeno, por la envidia se vuelve
tormento, la caridad auténtica , que busca el bien ajeno, la vuelve contento.
Los envidiosos siempre criticarán toda obra buena. Los caritativos siempre
aplaudirán toda ayuda al necesitado. Judas criticó el derroche de María, quien
ungió con ungüento precioso los pies de Jesús, con el pretexto de lo mucho que
su precio habría servido a los pobres. Juan, testigo y comentarista, descubrió
que más que interesarle los pobres, le dolía el despilfarro que lo privaba de
recibirlo él mismo. Así se desenmascaran cuantos promueven obras en beneficio
de la comunidad, buscando su bien personal, víctimas de la envidia defraudan
con proyectos a favor del pueblo, cuando lo que buscan es no ser "menos" en comparación con otros.
2. Otro caso que se previene y evita con la
verdadera caridad, es el de la competencia entre organismos o grupos dedicados
a obras sociales.
Lejos de impedir que otros hagan el bien, se da el buen testimonio de la
caridad, cuando se prestan ayuda mutua, se recomiendan, se complementan y se
proporcionan información y materiales útiles. En muchos aspectos, a veces, no
podemos realizar obras de más envergadura, porque cada quien "trabaja para su santo" mantenemos a
manera de islas agrupaciones autosuficientes. Los problemas se resolverían
bastante mejor si tuviéramos más espíritu de asociación y esa caridad que no
es... ¡envidiosa!
EL AMOR NO ES... PRESUMIDO
Aparecen
automáticamente: la humildad y la discreción:
1. La belleza inefable de la humildad en el amor
se da, según el mismo S. Pablo, en la sublimidad del misterio de la
encarnación: contempla extasiado y se arrebata de
admiración
ante el "anonadamiento" del Verbo quien "siendo DIOS no retuvo
con avidez ser igual a Dios sino que (al hacerse hombre) se hizo como nada para
tomar la condición de siervo". En
ese "anonadamiento" Pablo proclama
sorprendido, la originalidad del amor de Jesús, quien haciendo el máximo
beneficio esconde humildemente todo su merecimiento.
"Yo no busco mi gloria" declara
posteriormente Jesús. Qué lejos de eso queda la proclamación publicitaria de
las buenas obras modernas: fotos, anuncios,
propaganda. ¡Cuánto gasto en preparativos de festejos caritativos que resultan
de tan corta ganancia! ¡Cuánta organización lujosa y tardada, en algunos planes
de administración pública que antes de llegar con el beneficio real al pueblo,
gasta el presupuesto en edificios, oficinas, estructuras, red infinita de
empleados, pero con mucho renombre para el logotipo del organismo...!
2. La discreción aumenta la belleza de la acción
caritativa. Aprendemos del Maestro en sus recomendaciones: "no lo digas a nadie" después de un gran favor;
o para la limosna: "que tu mano izquierda no sepa lo que hace la
derecha" o para alcanzar la recompensa del Padre: "cuiden de no practicar la justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos".
Como discípulos de este Maestro, nuestra motivación para hacer el bien, ha de
tener una belleza espiritual, oculta, secreta, interna, porque es Dios quien ve
lo secreto y Jesús quien se oculta siempre en nuestro hermano...
EL AMOR NO ES... VANIDOSO
Entre el amor que no presume y el amor-no vanidoso, hay una clara diferencia:
la presunción hace notar un mérito real; la vanidad finge un mérito
inexistente.
1. Es importante notario porque en nuestra vida
social estamos llenos de casos de quienes, sin tocar para nada sus propiedades,
han fincado su fama de benefactores del pueblo sin tocar sus propios bienes,
antes lejos de empobrecerse han logrado enriquecerse más y no tienen empacho en
recibir el aplauso y los elogios que no les corresponden. La Biblia los retrata
con el terrible caso del rico que arrebató al pobre su única ovejita para
ofrecer un banquete y conseguir la gratitud del agasajado.
2. Cómo es tierno y vibrante, por otro lado, el
caso de la limosna de la viuda quien en forma secreta depositó en la alcancía
para los pobres, lo poco y único que tenía, mereciendo aquel precioso elogio de
Cristo: "ésta dio más que los demás; ellos han
echado dinero que les sobraba...; ella lo que necesitaba para vivir" (Mt.13:43-44).
Claramente se siente anticristiano el modo de los que se paran el cuello con lo
ajeno; usan el dinero del pueblo y logran su prosperidad personal y
encumbramiento, con fama injusta y falsa de beneméritos...
Profundizando en el sentido cristiano de dimensión social, descubriremos que,
aunque la providencia nos hubiera enriquecido con grandes bienes de fortuna y
un corazón generoso, ni aún entonces, nadie podría ni debería gloriarse: "¿qué tienes que no hayas recibido? y si lo
recibiste, ¿por qué eres tan vanidoso, como si no lo hubieras recibido?" (1 a, Cor. 4:7) En fin de cuentas, la única gloria es solo
para Aquel, que nos da, para dar.
EL AMOR NO ES... MAL EDUCADO
Cierta belleza de la religión católica aparece en su elegancia, su distinción,
su finura y su gentileza. Su liturgia expone su clara elegancia. Su lenguaje,
aunque no excluye confianza, siempre usa términos distinguidos. Su arte ha
producido lo más fino y excelente y ante todo su trato nunca ha sido vulgar,
sino comedido y gentil. En suma, bien educado...
Si eso es nuestra religión en forma global, debe serio más la suprema de sus
virtudes: la caridad que alcance su excelencia ha de ser ¡BIEN-EDUCADA!
1. Cuando el Maestro nos enseñó a "poner la otra mejilla" "a dar el manto
también a quien te quite la túnica" o cuando propuso el consejo
supremo de "amar a nuestros enemigos" estaba
llegando a la raíz de la gentileza en la caridad. Estaba dando clase de
urbanidad. El amor nuevo que nos enseñó, lo distinguió también por su buena
educación.
2. Grandes kilates de caridad se reconocen
siempre en nuestras palabras. la buena educación no solo es muestra de calidad
humana; ante todo, es signo de caridad cristiana. Las groserías e insultos, no
son solo malos modales; son además, faltas de caridad. Jesús pone las palabras
ofensivas como raíz del "no matarás"...
3. Da especial pesar ver que muchos jóvenes y
aún adultos, no saben "dar las gracia!" Elemental
falta de educación. Marca de un doloroso sentimiento de altivez y rencor.
nuestra religión nos inculca la gratitud, como un indispensable sentimiento con
Dios. Reconocer el amor que recibimos, nos educa a mostrar un amor humilde y
comedido: la gratitud no es sino la buena educación del amor...
El AMOR NO ES... EGOISTA
El amor sin
egoísmos nos encauza a triple vertiente:
A. Nos enseña a compartir: Siempre nos enriquecemos cuando compartimos.
Profunda es la enseñanza de Cristo: "dad y se
os dará" Lo comprueba uno mientras más se desprende, con
generosidad, de lo suyo o de sí mismo. Y no hay satisfacción más grande que la
de dar... es más grande que la de recibir. Quien esto practica es, además,
semejante a Dios...
B. Nos ayuda a integrarnos: En la vida cristiana, como en la vida social, el bien se
realiza mejor, si nos ayudamos unos a otros. "Juntos lo hacemos
mejor" se ha dicho. El mismo bien crece en la medida en que crece
la mutua cooperación.
Mientras mayores el bien que intentamos, advertimos que el "ego" va desapareciendo, para
fortalecernos con ello nosotros" que lo va supliendo. Mientras más amemos, mas comunitariamente lo expresaremos,
C. Nos dispone a tomar el lugar del "otro": El verdadero amor deja el
"Yo" para ir al lugar de "Él". Lo quiso expresar
claramente Jesús al enseñarnos la hermosa parábola del Buen Samaritano: el que pasando junto al herido a la orilla del camino,
se, le acercó y viéndolo se compadeció de "él"... Acercarse, compadecerse,
no es otra cosa que ponerse en el lugar del necesitado, tomar su lugar. No
pensar en "sí" para dar de "sí"... A
"él". Gozosamente a ÉL.
EL AMOR... NO SE IRRITA
Bien templado el amor, es ajeno a toda
ira, disgusto, coraje o irritación.
A. Cuando se pide un favor se recurre a la
bondad o caridad de una persona. ¡Qué triste es
tener por todo resultado un rotundo NO! A veces, no solo rotundo, sino
seco y frío; cuántas otras veces, comprobamos que hay personas casi
identificadas con ese NO ¡despectivo e
intransigente! Personas siempre negativas. Amargadas, con el sabor del NO siempre en sus labios; con la actitud de
rechazo en su corazón. Han puesto un candado para que no salga, para que no
brote, la caridad de su corazón.
B. Equivalente a la actitud negativa es la "malhumorada". La "mala gana" o "mal
modo" desbarata o empaña o casi destruye el favor o la buena acción.
Quien hace donativos, limosnas o favores, con disgusto o mala cara, parece arrancarnos más de su avaricia que de su
caridad; saben más a frutos agrios que a frutos dulces. En cambio, aún cuando
se deba una negativa, el "buen modo" de
darla la vuelve aceptable.
C. Cuando se perdona o se disculpa, lo grandioso
o sublime del perdón consiste en hacer sentir, no el disgusto ni el coraje, por
la ofensa recibida, sino la bondad del corazón, por la reconciliación obtenida:
como Jesús que, en lugar de reclamar acremente a Pedro, sus negaciones, lo
obligó a hacerle una triple declaración de "amor".
La caridad de Cristo encendió la caridad de Pedro. El amor que no se
irrita moldea al cristiano a que, como Cristo sepa tener un "buen corazón" un corazón semejante al SUYO.
EL AMOR... NO LLEVA CUENTA DEL MAL
A. Hay una expresión bastante conocida, muy
espontánea. Si nos molestan, fastidian o nos ofenden, surge la sentencia
popular y personal: ¡ME LA PAGAS! O ¡VAS A VER! Y las más de las veces se acompaña con un
signo bien reconocido: se muestra la palma de la
mano moviéndola hacia adelante y hacia atrás marcando con esa señal el énfasis
que se quiere imprimir a la inquebrantable amenaza... En ese caso el "cobrador" de la dignidad ofendida, se
vuelve nuevo intérprete de la Ley del Talión, o sea la ley mosaica que
establecía "ojo por ojo" "diente por
diente".
B. Esta fórmula en las relaciones humanas
intenta guardar el orden en la justicia casi matemática y material. Una
justicia que exige con medida exacta, la cantidad de pena, por la cantidad de
culpa. En cambio la caridad supera enormemente la justicia, no en la cantidad,
sino en la calidad. Cambia el orden matemático, por el orden afectivo. por eso,
la caridad no lleva cuentas... la caridad no sabe contar...
C. "Perdono,
pero no olvido" es otra frase demasiado común. Falsa y contradictoria.
Terriblemente anticristiano. El pretendido perdón
declarado se viene por tierra, si con la memoria seguimos llevando la "cuenta" de los agravios. Qué diferente
el ejemplo de N. Sr. Jesucristo quien no solo olvidaba las ofensas sino que
lograba encontrarles explicación y disculpa. En el momento culminante de su
amor, desde la Cruz, nos legó el testamento invaluable de aquella Palabra
Divina, a favor de sus verdugos, excediendo toda justicia y revelando la máxima
caridad cuando dijo: "PERDONALOS, PADRE, POROUE NO
SABEN LO QUE HACEN..."
EL AMOR... NO SE ALEGRA POR LA INJUSTICIA
I- Todos los malvados, registrados por la
historia y amplificados por las leyendas populares como Herodes, Nerón, Iván el
Terrible, Pedro el Cruel, etc., encabezan una repugnante lista a la que se
agregan los Tiranos, los verdugos, los secuestradores, los atormentadores de
las prisiones, los capataces en campos de concentración y muy vergonzantemente
la completan en nuestros tiempos que ya reconocen y defienden los Derechos
Humanos, los que aplican la tortura despiadada, los que atropellan y golpean a
los indefensos, los machistas que subyugan a las mujeres, los mayores (peor si
son los propios padres) que maltratan y ultrajan a los niños, etc.
Todos ellos que parecen no tener alma, ni corazón, sino solo sentimientos para "gozarse en la desgracia ajena..." son
precisamente lo opuesto a lo recomendado por S. Pablo.
II- Es duro pensar que en esa lista entran todas
esas personas, que por atender solo a su "conveniencia",
no advierten o aceptan el mal necesario que se sigue a otras personas.
Por ejemplo, todos los que cometen el aborto: se
alegran de encontrarlo como remedio propio, aunque se siga para otros una tremenda
injusticia: los legisladores, resultan opresores; los doctores, destructores, y
las propias madres, cuyo cuerpo es destinado a ser cuna de vida, es convertido
en sepulcro de muerte. Caso parecido el de los maestros o malos amigos,
quienes con su enseñanza se alegran de "abrirles
los ojos" a los que por su edad o condición más bien escandalizan,
con un trauma o daño irreparable para toda la vida. 0 los buenos para pedir
prestado y malos para pagar. 0 prestamistas implacables, con sus deudores
imposibilitados. Único remedio, el amor...
que no se alegre con la injusticia.
EL AMOR... SE ALEGRA CON LA VERDAD
El amor siempre es motivo de alegría. Pues el amor, es hallazgo. ¡Y nada se encuentra con mayor gozo que la verdad! verdad
hallada: o en la propia persona o en otra o en
Dios.
A. ¡Qué gozo
extraordinario hallarla en nosotros mismos! sucede, cuando advertimos o
aceptamos nuestro error o equivocación: entramos a la luz; salimos a la
libertad; ganamos en seguridad. Se nos aplica el gozo descrito en el Evangelio
en quien descubre un tesoro, en el ciego que ve. No hay riqueza que se posea
con mayor fruición con deseo tan íntimo de no perderla nunca. ¡Todo el que ama... ama la "verdad"!
B. Es especialmente cristiano el gozó que nos da otra persona por el bien
que recibe. Se comparte tan generosamente que el mismo bien ajeno se vuelve
bien propio. Como el descrito en el Padre del "hijo
pródigo": el gozo del encuentro es el mismo para el "padre "
como para el "hijo", se alegran juntos, en el amor "perdido y hallado,
muerto y resucitado" O bien,
el pastor de la oveja perdida quien cerebral e invita a sus amigos a celebrar,
como suyo, el gozo de la oveja que vuelve al redil. Así goza el que ve al amigo
libre de penas, de enfermedades, de líos, de calumnias, de deudas, etc.
C. El gozo del encuentro con una verdad que nos
revele a Dios, es algo incomparable. Yo creo que todos lo hemos experimentado;
pero lo describiría en la incontenible sensación que han tenido los genios de
los inventores, quienes no han hecho otra cosa, que extraer algún secreto a la
naturaleza y regocijarse de reconocer en él al autor que lo dejó ahí escondido
para hablarnos de su magnificencia; ese es el sentido jubiloso que expresó San
Agustín: "nuestro corazón está inquieto...
hasta descansar en Ti"
EL AMOR... DISCULPA TODO
Cuando se afirma esto del amor cristiano se puede de él esperar lo
inesperado... jamás hubiera alguien pensado que el amor llegaría hasta los
enemigos.
Y es que, el amor como viene de Dios y lleva hasta Dios, es como El: sin
principio ni fin; sin espacios, sin límites, sin distinciones. Es todo, para
todos.
Por eso Jesús proclamó la bondad de su Padre, cuando lo presentó sacando su sol
para los buenos y los malos y enviando su lluvia a los justos y a los injustos.
Ya vemos la razón por la que, el amor.. lo disculpa todo.
A. ¡Disculpamos, por
amor: las pequeñeces... grandes!
Esos detalles agrandados por nuestra susceptibilidad. Cuántas amistades
terminaron para siempre porque "no me
saludó" o “no volteó a mirarme" o "no me invitaron" etc.
B. Disculpamos, por amor: las ofensas
involuntarias o inadvertidas. En tantos
casos, duelen de verdad a quien las cometió y necesita una "ayudadita" para disculparse. Bella
nobleza abrirle la puerta al que quiere nuestra disculpa.
C. Disculpamos, por amor, a nuestros verdaderos
amigos. Nuestro corazón, en nombre de tal amistad, no permite y no acepta nunca
que algo pueda herirnos, molestarnos y menos aún, disgustarnos para siempre.
Ingenio, arte, paciencia, calidad humana, humildad, todo lo intentaremos a fin
de disculpar a nuestros amigos y bienhechores.
D. Disculpamos, por amor, (de Dios) a nuestros
enemigos. Clara contradicción amar al enemigo. ¿Cómo
se arregla? Dios me ama a mí pecador, -su enemigo- cuando me perdona, si
me arrepiento. Si espero su amor, ya creo en el perdón a los enemigos. Nadie
puede rogar a Dios, si no dice, como nos enseñó: "PERDONANOS,
COMO NOSOTROS PERDONAMOS"...
EL AMOR... CREE TODO
Así como dicen que dijo Napoleón, que en su diccionario no existía la palabra "imposible"; así creo que en el lenguaje
del amor cristiano tampoco existe la palabra "increíble"
y yo digo que esto lo dijo Jesús rotundamente: "todo
es posible para quien cree" (Mc.9:23).
A. Así que no podremos menos que reconocer la
fuerza conquistadora del amor. Como el amor es capaz de todo, produce una fe
total. Por ejemplo, los esposos con su amor, mantienen su fidelidad viva; para
ellos, creerse es amarse; los padres, no tienen mejor refuerzo para su
autoridad que el amor que muestran a sus hijos y los hijos obtienen todo el
crédito de sus padres, según la sinceridad de su amor a ellos no digamos los
novios, que ponen toda la belleza de su amor y de sus declaraciones en la
confianza mutua que se exigen para cumplir todas sus promesas.
B. Cuando se dice que el amor es ciego se pone
todavía más fuerte el acento en una tal aceptación amorosa, que no necesita ni
hacer el análisis de sus razones, según el conocido aforisma de Pascal:
"El corazón tiene razones, que la razón no
conoce"
Jesús fue llamado por las hermanas de Lázaro con esta razón: el que amas esta
enfermo. Llegando dijo a Martha: "Tu hermano
resucitará", ¿crees tú esto? ella dió una razón bíblica. En cambio
Jesús preparaba ya la razón del corazón y Lázaro resucitó.
Desde el paganismo, con el gran vate Virgilio, el corazón ha afirmado "amor omnia vincit" "el amor todo lo
vence" y el pueblo con su profunda sabiduría ha refrendado: "querer, es poder" respaldan a San
Pablo, pues si el amor lo puede todo, ha de creerlo todo. El amor, necesita
pasar por la fe, para llegar a su cumplimiento. Que "obras
son amores... y no buenas razones."
EL AMOR... ESPERA TODO
I. Es obvia la conexión que existe entre creer y
esperar. A veces hasta se quieren confundir; pero son claras dos cosas:
1º. que la fe, va
primero y la esperanza va después, una antecede, la otra prosigue;
2o. que la fe es
intelectual y pertenece al conocimiento, mientras que la esperanza es emotiva y
pertenece a las pasiones. Así que la fe presenta y la esperanza busca.
II. Hay un término que, en boca del pueblo, no
muy amante de las distinciones precisas, reúne los dos significados: "confiar" o "confianza", o
abarcan a la vez fe-esperanza; o se tornan indistintamente por la una o por la
otra: así, al decir confío en el Señor, casi casi
es igual a decir: creo en el Señor o espero en el Señor; como también
equivaldría a decir: porque creo en el Señor, por eso espero en el Señor.
III. Las dos anteriores consideraciones son de
orden teórico pero ayudan en el orden práctico. La aplicación sería que si el
amor que lo cree todo, por lógica, lo espera todo. ¿Cómo
explicar entonces la inconsecuencia de creer en Dios y dudar de Él? sencillamente porque la fe es total y la espera parcial. Se
acepta a Dios globalmente, pero se duda o de su poder o de su palabra o de su
amor.
IV. Es el amor el que lo abarca todo: como en María: "Dichosa tú que has creído, pues se
te cumplirá todo lo que te dijo el Señor" Como en Pedro, cuyo amor
grande, lo llevaba a esperarlo todo y lo hizo decir: "pasamos
ya toda la noche sin pescar, pero por tu palabra, Maestro, tiraré la red"
y se realizó la inesperada pesca milagrosa.. La del amor confiado...
El amor que espera todo, ¡moverá montañas!, ¡moverá
a Dios!
EL AMOR... AGUANTA TODO
Jesucristo, con su ejemplo formidable y sublime, bastaría para darnos la prueba
total del amor que soporta todo. En su nacimiento, en su vida oculta, en su
vida pública y más que nada, en su pasión y en su Santísima muerte. Sólo que
los ejemplos muy elevados en la perfección llegamos a sentirlos tan lejanos de
nuestra capacidad que desearíamos algunos más cercanos o por el tiempo o por
mayor semejanza con nuestra fragilidad. Aún cuando los primeros no dejan de
tener su validez e inspiración, los segundos nos infunden mayor realismo y convicción.
1. Más a nuestro alcance está el ejemplo de san JUAN DIEGO, en la hermosa historia de las
apariciones, guadalupanas. Se presiente que el plan de la Providencia quería
entretejer todas las dificultades y contratiempos desde el obispo Zumárraga,
hasta el tío Juan Bernardino, para encender más su amor por María, cuyo
pregonero incansable debía ser.
2. Los Apóstoles en su tiempo y los misioneros
en nuestra historia, fueron tan frágiles como nosotros; el Evangelio atestigua
los defectos de aquellos y nuestras crónicas las fallas humanas de éstos. Sin
embargo a la hora de cumplir su misión, arrebatados por un amor nuevo, se
volvieron superhombres, que arrastraron graves penalidades, sobrellevaron las
más duras pruebas y enfrentaron gozosamente la muerte.
3. Sea nuestro aliento e inspiración, ver que
aguantar no solo es sinónimo de sufrir, padecer o resignarse, lo cual en sí sería pasivo y negativo; sino que adquiere, por el
amor, un sentido activo y dinámico de luchar, de intentar, de perseverar y hasta
de lograr y conquistar. En ese sentido, con un triunfalismo de amor cristiano
San Pablo ha podido exclamar: "Todo lo puedo
en Aquel que me conforta" (Filip.4:13).
EL AMOR... JAMAS SE ACABA
Una canción cuyo autor de letra desconozco, pero que al cantarla JOSE-JOSE ha
alcanzado cierta fama y difusión, con el título EL
AMOR ACABA y el desarrollo de ese tema a lo largo de toda la pieza, es
la más fuerte negación y la más directa contradicción de la afirmación de San
Pablo, con la que, inspirado por Dios, concluye, cierra y remata la estupenda y
maravillosa serie de "variaciones" que
ha señalado a la "caridad" o al
amor cristiano.
Como todos pueden fácilmente advertir, el amor alcanza la dimensión de la base
que se le haya puesto.
Si se apoya en lo carnal, no puede ser más que efímero, fugaz, pasajero,
tornadizo y falaz, como es la carne y lo material y... se acaba... naturalmente.
Pero si se apoya en lo espiritual y se apoya en la verdad, que viene de Dios y
lleva hasta Dios, entonces es duradero, firme, fiel, creciente, arrebatador,
creativo, siempre antiguo y siempre nuevo y...
JAMÁS ACABA... por obra de Dios.
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