domingo, 21 de marzo de 2021

UN ATAVÍO

Una prenda sacerdotal me faltaba en mi armario. Una que nunca me había gustado: el fajín negro. Acepté este regalo de un amigo porque tenía una sotana mal hecha que era una versión previa hasta llegar a la que llevo ahora. Una versión mal hecha salida de la aguja de una espontánea. Pensé que el fajín podría disimular el aspecto de toga de juez estadounidense que tenía aquello. Y funcionó. Quedaba bien. Se disimulaba todo.

Ahora bien, jamás me imaginé que fuera tan incómodo el tema del fajín. Lo pude llevar unas pocas veces y con inmenso esfuerzo. Además, en verano da muchísimo calor, pero muchísimo. Ya sé que pensaréis que estoy exagerando. Pero evita que el aire circule por dentro de la sotana. Es como llevar una faja, pero en pequeño. 

Sé lo que es llevar una faja porque sufrí una intervención quirúrgica por hernia discal. Pues es lo mismo. De hecho, os sorprenderá, pero fajín viene de faja.

P. FORTEA

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