¡Hoy celebramos a san José, patrono de la Iglesia Universal! Y lo celebramos en un año en que la Iglesia se lo ha dedicado por entero a él.
Un año contemplando la figura
del Padre terrenal del Salvador, ¿qué nos dice esto? El Espíritu de Dios no
abandona a su pueblo, reflexionar en la figura de José en nuestros días es casi
una llamada de atención a un mundo que cuestiona tanto la paternidad y la
figura del varón.
Ya en otros artículos hemos
resaltado las virtudes de este santo,
pero hoy queremos hacer énfasis en cuatro aspectos que consideramos relevantes
en nuestros días. Aspectos de su masculinidad que apelan tanto
a hombres como a mujeres.
Parece redundante pensar en la
paternidad de san José, pero no lo es. Durante mucho tiempo incluso en la
Iglesia la etiqueta de «padre adoptivo» de
Jesús parece habernos restado peso, inconscientemente, de lo que su figura
representa para todos nosotros.
Ser patrono de la Iglesia
Universal tendría que hacernos pensar en el alcance del poder de protección que
Dios le ha concedido a este gran santo, protector de los tesoros más grandes
conocidos por el hombre: Jesús y María.
1. JOSÉ, FIGURA POR EXCELENCIA DE LO QUE SIGNIFICA
UNA PATERNIDAD COMPROMETIDA
Dios en su plan designó un
padre en la tierra para su Hijo. Se nos ocurre que tal vez el mismo Jesús pudo
haber deseado un padre en la tierra. Un padre a través del cual el hijo de Dios
aprendiera en la mejor escuela de humanidad, la familia.
La
figura del padre nunca ha perdido relevancia. En nuestros días, confundidos
por ideas que no buscan reconciliación sino revancha, la paternidad
es cuestionada e incluso acusada de ser la gestora de las grandes
injusticias y diferencias.
Pensemos un poco mejor, no
solo con objetividad y sustento, sino también a la luz de la fe. José, de quien
creemos conocer poco, en realidad conocemos mucho.
El
silencio de esta padre habla a través de las acciones de su propio hijo. Jesús pasó tres años con sus
apóstoles, y la mayoría de su vida al lado de sus padres, no sabemos con
exactitud cuándo murió José.
Pero sabemos de su cuidado y
compromiso desde que aquel niño le fue encomendado por el mismo Dios. La figura
de José nos debe apelar a todos.
La
magnitud de su compromiso como padre no solo excede nuestra comprensión sino
además debería conducirnos a pensar en cómo cada hombre afronta su propia
paternidad.
¿Te involucras
en cuerpo, mente y espíritu?, ¿sabes que tu hijo siempre está mirando y aprende
de ti?, ¿entiendes que tu fuerza, tu trabajo y todos tus dones están en primer
lugar al servicio de tu familia?
Fue
san José quien enseñó a Jesús a ser un verdadero hombre, le enseñó
su profesión, lo instruyó en el respeto a la ley de Dios, aún siendo Jesús el
mismo Dios.
José nunca se echó para atrás. No dio por sentada su labor incluso sabiendo
que tenía al más extraordinario de los hijos. Lo educó, lo cuidó, proveyó para él hasta el último
suspiro.
2. JOSÉ Y SU DEVOCIÓN Y FIDELIDAD HACIA MARÍA
El amor de José a su esposa
María es algo absolutamente asombroso, un amor probado a fuego. El Arzobispo
Fulton Sheen en su libro «El primer amor
del mundo» (The
World’s First Love) hace una apreciación de san José que a más de uno nos
cuestionará:
«José fue probablemente un
hombre joven, fuerte, viril, atlético, atractivo, casto y disciplinado, la clase de hombre que uno ve…trabajando en
su taller de carpintero. En lugar de ser un hombre incapaz de amar, él
debe haber estado siendo consumido por el amor… Las mujeres jóvenes
en aquel tiempo, tomaban votos para consagrarse a Dios únicamente, lo mismo que
los hombre jóvenes. De los que José fue preeminente de tal manera que fue
llamado «justo». En lugar de ser el fruto seco servido en la mesa del Rey, fue aquel que
florecía lleno de promesas y poder. Él no se encontraba en el ocaso
de la vida, sino en su amanecer, burbujeante de energía, fuerza y pasión
controlada».
¡Qué reflexión
tan poderosa! Pensar en un
hombre joven comprometido en cuerpo y alma con su esposa, a la cual amaba
inmensamente y a la cual había renunciado en búsqueda de un amor aún más
grande.
El Padre Donald Calloway en su
libro «Consagración a San José: Las maravillas de nuestro padre espiritual» nos habla de este amor tan hondo. José no solo acogió a María en su
hogar y en su corazón, María era el hogar y el corazón de José.
No existe ni existió hombre
más mariano en este mundo que el mismo José. ¿Miras
a tu esposa de esa manera?, ¿es ella tu hogar y tu corazón, cuyo amor es ayuda
para llegar a aquel amor más alto?
3. JOSÉ Y EL SENTIDO DEL TRABAJO Y DE LA MISIÓN
¿Cuál es el
sentido de nuestro trabajo?, ¿qué es lo que consideramos ser exitosos? No hay nada de malo con
aspirar a la bonanza y a la seguridad económica. Pero el sentido del trabajo va
mucho más allá.
José
fue el proveedor de la Sagrada Familia, su trabajo arduo y comprometido procuró
el sostén para María y su hijo.
José no se durmió en sus
laureles ni escapó de su responsabilidad. Si el hijo era de Dios y no suyo, ¿por qué Dios no sería el proveedor en lugar de él?
Cuántas veces los padres huyen
de sus responsabilidades, preguntándose incluso el por qué de su
responsabilidad si es la madre quien lleva dentro del vientre al hijo. Si fue
ella quien quiso tenerlo y no él.
José enseña el significado de
una verdadera paternidad, una paternidad que tiene que ver con la misión propia
de cada varón, responsable no solo con su fecundidad sino con las
consecuencias, responsabilidades y dones que ella encierra.
4. JOSÉ, EL TEMOR DE DIOS Y LA PIEDAD FILIAL
Sabemos por algunas visiones
de místicos, como la de santa Anna Catalina de Emmerick, la profunda unión de
José con Dios desde temprana edad. En esta devoción José encontraba su valor,
en ser un verdadero servidor de Dios, hijo de su creador.
José transmitió a Jesús esta
piedad y este temor, un temor que tiene que ver con su propia identidad de hijo
frente al poder del Padre.
La piedad de José por su creador,
es la piedra, la roca donde él encuentra el apoyo seguro para todos los
obstáculos y pruebas que tiene que enfrentar como encargado del tesoro más
grande de la humanidad.
A imagen de José, ¿consideramos a nuestra familia el gran tesoro?, ¿encontramos en nuestra relación con Dios esa fortaleza
para enfrentar aquello que nos parece demasiado?
Irnos de casa, renunciar a
algún sueño, ser extranjero en tierra hostil, no tener posada… José pasó por
todo lo que un padre podría pasar. Esa unión con Dios y la verdadera conciencia
de su encargo asumido en libertad y por amor fueron la clave de todo.
Si quieres profundizar aún más
en la figura de san José, te recomiendo el curso online: «La vida cristiana desde el corazón de san José». ¡Es absolutamente hermoso!
Hoy es el día perfecto para
dedicarle un rato de oración a san José, para refugiarnos en su corazón y pedirle
que nos acompañe siempre. ¡San José, ruega por
nosotros!
Escrito por Autor invitado
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