En esta ocasión te traemos un video de nuestros amigos de CatholicStuff sobre el tema de la envidia. Actitud que podría verse alimentada en estas fechas en las que comenzamos a ver publicaciones que pueden abocar a la inevitable comparación.
La envidia es una forma de
soberbia que te lleva a faltar contra la caridad, te hace ver a los demás como
una amenaza, es una falta que solo trae tristeza y destruye la fraternidad en
la sociedad. Es la envidia la que nos hace buscar la propia
gloria, el querer tener siempre la razón, y la verdad.
Tomas de la Torre, en su
escrito sobre la envidia, se atreve a afirmar que la causa del primer pecado de
Adán y Eva, es fruto de la envidia. «Si comes del
árbol de la vida, seréis como dioses», es decir que ya no tendrían que
rendir culto a Dios y «serían» como
Él.
El pecado
surge del querer ser lo que no soy, y aún más grave, querer usurpar el lugar que no me corresponde. Es por
esto que la envidia es hermana de los celos, aquel sentimiento de descontento
ante la prosperidad material y espiritual de los otros.
¡Qué falta de
caridad tan grande a la que nos lleva! El verdadero amor es aquel que no tiene
ningún tipo de interés y que por tanto, solo quiere el bien común. ¡El video de hoy no lo puedo
explicar mejor!
¿CUÁL ES EL ANTÍDOTO CONTRA LA ENVIDIA?
¡La caridad
fraterna! Cuando
vivimos el amor sabemos que si un hermano triunfa, todos lo hacemos y si ese
hermano sufre, todos sufrimos.
Estas actitudes como los
celos, las comparaciones, la envidia… hacen que no podamos ver el bien, hacen
de obstáculo a la felicidad plena. En palabras del papa Francisco: «Son pecados que matan».
Pensemos que la envidia hace
que veamos que lo maravilloso que hay en los demás, va en nuestra contra. ¡Qué locura! ¿no? Es por esto que hay que pedir la
fuerza del Señor para no sucumbir a estas tentaciones.
Dios tiene un plan pensado
para cada uno de nosotros y ese plan se conoce como santidad. En otras
palabras, Dios que nos ha dado la existencia, nos ha dado también a cada una
vocación y desde cualquiera que sea, la meta que quiere que alcancemos es la
misma: la santidad.
LA ENVIDIA PUEDE VOLVERNOS CIEGOS
La envidia nos ciega de tal
manera que despreciamos la providencia de Dios en nuestras vidas. Piensa
cuántas veces te has comparado con otros o has comparado tus regalos de Navidad
con los de los demás. Ahora pregúntate ¿al enfocarte en los demás, has
podido ver en realidad tus riquezas?
El tiempo de la Navidad es un
tiempo en el cual los detalles, las familias, los viajes, las redes sociales,
las vacaciones, las conversaciones y muchas cosas más, nos pueden hacer caer en
la comparación que suscita la envidia. Y por ende, un cierto resentimiento,
ilógicamente nos sentimos atacados u ofendidos por el bien del otro.
Esto también ocurre cuando
queremos hacer y hacer y hacer, para poder aparecer. Olvidándonos que nuestro
actuar es solo para gloria y honra de quien nos ha creado, pues las obras de
nuestras manos son la participación que Él nos ha permitido hacer. ¿Es necesario que siempre sea yo quien ponga la bandera o podemos ponerla
juntos?
Que esta Navidad, en la que
recibimos el don más preciado de Dios: su Hijo
humanado, podamos vivir con el corazón abierto en libertad, para que las
actitudes negativas no nos roben la gracia de ver cuán grande es la bondad y
misericordia de Dios en la vida de cada uno de nosotros, y cómo su obra en cada
persona hace que la humanidad, en unidad, se regocije.
Escrito por Mauricio Montoya
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