En la política, se debaten las cuestiones opinables. En la política, se discute acerca de lo que se puede hacer. La política no trata de lo que no es opinable ni de lo que no se puede hacer.
El que
Trump haya salido hoy afirmando ante las cámaras de televisión hemos ganado y
que esto era un gran fraude, es un
acto moralmente perverso. Malo por lo que supone respecto a la verdad y malo
por las consecuencias que puede tener.
Alguien
que se presenta a la presidencia de un país y pide que no continúe el recuento
de papeletas es un irresponsable y no merece ser presidente, ni allí ni en
ningún lado. Con un acto de esta naturaleza, proclama su catadura moral. Su
carácter inadecuado para guiar un país, para tomar las decisiones más
trascendentes en bien de una gran comunidad.
Si no
estaba de acuerdo con las reglas del juego, pudo presentar sus alegaciones
antes. Pero las reglas eran las mismas para todos. No se puede pretender que se
haga su voluntad a costa de la legalidad.
Nunca
había visto un espectáculo así, tan bochornoso, en ninguna gran democracia. Sé
lo importante que Trump resulta para el bando provida, y la importancia que
jueces conservadores van a tener en las decisiones de los próximos años. Pero
si el precio que hay que pagar es apoyar a una persona de esa calidad moral...
la respuesta es no.
Prefiero
que haya alguien mínimamente decente al mando de un país, que no escoger a
alguien radicalmente incapaz por favorecer al bando provida. No podemos
pretender que se defiendan los postulados provida a cualquier precio.
P.FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario