Cuando no existía el internet ni los teléfonos inteligentes y las tertulias familiares eran importantes, nos congregaba la abuelita a todos hijos, nietos, amigos y nos contaba sus fabulosos relatos, esta es una de ellas.
Eran mediado del año 1900 en nuestra campiña Huachana tiempos donde lo real y lo mágico se fusionaba, albergaba una gran cantidad de Brujos, curanderos y sanadores, se dice que desde el norte de nuestro Perú llegaban practicantes de estas artes ocultas a aprender los secretos de sus hermanos Huachanos, Veguetanos y Barranquinos.
Entre todos ellos había un maestro curandero que sobresalía incluso por sobre encima de los finazos brujos de Salas y las Huaringas Piuranas; se llamaba JOSÉ YANCUNTA, vivía en la zona de Luriama. Se le conoció como un hombre correcto, amable, sensato, amigo de muchísima gente, con un enorme don para el trato afable y la grata compañía, experto en el arte y manejo de las hierbas, plantas y brebajes para la curación. Se le atribuían muchos poderes sobrenaturales y de sanación.
Se cuenta que podía convertirse en un sin número de animales: se transformaba en un caballo salvaje a vista y paciencia del poblador recorría todos los caminos de la campiña. Toda la gente se quedaba admirada cuando veía pasar el hermoso corcel brilloso en veloz carrera hasta desaparecer en la casa de este, tenía como costumbre ir a la catarata de Guayabal de donde desde la parte alta vociferaba como un delirante y cuando veía a alguien venir se convertía en pato y se aventaba al fondo de la catarata para no ser reconocido.
Así como YANCUNTA existía en la zona de Hualmay otro de los brujos más conocido y poderoso de la época llamado CANEBO líder de los brujos de ese lugar aseguraba que era mejor que cualquier brujo de Luriama. Desafiando a YANCUNTA pactaron un encuentro donde se sabría quién era el mejor.
Es así que empezaba a dibujarse el escenario de una lucha extraordinaria. Cuando empezaba a oscurecer los pobladores vieron a YANCUNTA dirigirse al lugar acordado, todos se apresuraron a encerrase en sus casas por temor a lo que pasaría.
Esa noche dio lugar una gran batalla mística un sin números de aullidos, gritos, bufidos se oyeron en la campiña, los espíritus elementales invocados pelearon en uno u otro bando, hasta el suelo vibró; nadie sabe a ciencia cierta lo que en realidad pasó, lo único que se conoce es que de esa gran contienda solo YANCUNTA volvió ciego consolidándose como el brujo de brujos el brujo supremo; mientras que su rival jamás apareció. Más su ceguera jamás le impidió no conocer qué camino calzar, por dónde transcurrir con su caballo, o inclusive saludar por su nombre a quienes se topaban en su camino, ya sea de noche o de día.
Aficionado a la pelea de gallos, siempre ganaba. A pesar de ser un anciano ciego, de mala fisonomía tenía una compañera joven y de muy buena presencia; YANCUNTA falleció de anciano, durante su vida ningún maligno pudo matarlo ni ningún brujo pudo vencerlo era el mejor y aun lo sigue siendo después de muerto, solo se pronuncia su nombre con mucho respeto o se le invoca en algún ritual de sanación.
Juan Pablo Quispe Delgado
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