En octubre, la Iglesia del Perú recuerda al Señor de los Milagros y lo conmemora de manera especial el 28 de este mes.
Esta devoción se remonta al siglo XVII en Perú. La
imagen del Cristo, pintada de acuerdo a la tradición por un esclavo originario
de Angola, resistió intensos terremotos en la capital del Perú y hoy se
encuentra dentro del Monasterio de las Nazarenas.
Aquí la novena en su honor:
PRIMER
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Primer Día
Considera Alma mía, cómo la devoción al Señor de los Milagros, ha sido
siempre entre nosotros, y sigue siendo todavía, un medio de que se vale este
Divino Señor para conceder especiales favores y gracias a los individuos, a las
familias, y aún a todo el pueblo. De las almas que acuden con fe y devoción a
este Señor de los Milagros, podemos decir espiritualmente y en verdad, que los
ciegos ven, los sordos oyen, los enfermos sanan, los muertos resucitan, y
quienes se iban a perder, se salvan.
¿Y quién podrá decir los secretos milagros que hace
este mismo Señor en favor de las familias que tienen la suerte de contar en su
seno con alguna persona devota que a Él acude con fe y confianza? La ciudad misma, tan expuesta a temblores de tierra, tal vez se hubiera
arruinado mil veces y hubiéramos sido sepultados todos entre ruinas y
escombros, si no fuera por la gran devoción a este Señor de los Milagros. ¿Y no es un verdadero milagro el que después de haber
pecado no hayamos perecido para siempre y sin remedio? Sí, Dios mío,
grande milagro de vuestra misericordia es el mantenernos vivos, capaces de
salvación y penitencia cuando hoy más que nunca, merecemos vuestra justa
indignación. Haced Redentor amabilísimo, que me aproveche de esta vuestra
misericordia y me salve para siempre. Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos
vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SEGUNDO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos,
yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi
única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el
tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Segundo Día
Considera, alma mía, cuán grande necesidad hay de que se acuda con fe y
confianza a implorar misericordia y perdón por los pecados a fin de que el
Señor a quien tanto y tan gravemente ofende, no nos castigue, movido por su
justa indignación, antes bien nos perdone y libre de los castigos que nuestros
pecados merecen por no haberse hallado en Sodoma y Gomorra diez justos siquiera
que rogaran al Señor, como refiere la Sagrada Escritura castigó Dios con
terrible destrucción aquellas poblaciones pecadoras. En otra ocasión, debiendo el
mismo Señor castigar a Jerusalén por ciertos pecados, sólo exigía del profeta
Jeremías las oraciones y méritos de algún justo para usar misericordia. ¡Cuánto valen y de
cuánto sirven las almas buenas que ruegan al Señor! Por ellas tiene Dios
paciencia con todos nosotros y como dice en el Santo Evangelio: "no arranca la cizaña o arrancar con ella el
trigo." Así por algunas personas piadosas que vengan a orar con
mérito ante este Señor de los Milagros podrá ser que haya misericordia para
todos y seamos libres de muchas y tremendas desgracias que nuestros pecados
reclaman. Acude, pues, alma mía a este Divino Señor, llora tus pecados y los
pecados de todos, a fin de que libre de todo mal seamos salvos en el tiempo y
en la eternidad. Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
TERCER
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Tercer Día
Considera, alma mía, como en Jesucristo Crucificado, verdadero Señor de
los Milagros, tenemos todos los bienes que podemos desear y hemos de necesitar,
y el mayor de todos los bienes, que es tener como cosa nuestra a este Divino
Señor, Hijo de Dios vivo, e igual al Padre, en quién están encerrados todos los
tesoros de grandeza, de riqueza y de gloria. El Padre celestial nos lo ha dado
y Él se ha entregado a nosotros y se nos ha dado también haciéndose todo para
todos. Él es para nosotros cuanto hay de bueno y amable. Es nuestro Padre,
nuestro Maestro, nuestro Amigo, nuestro Redentor, nuestro Bienhechor, nuestro
Glorificador, nuestro Dios. Se nos dió por hermano y compañero en esta vida en
su admirable nacimiento, se nos dió por manjar delicioso en la Sagrada
Eucaristía, se nos dió por precio de nuestro rescate y medio de salvación en la
muerte de cruz, y se da por premio y eterna gloria en la inmortalidad. ¡Oh si conocieses y comprendieras alma mía la grandeza de
este don y los infinitos bienes que en él se encierran! Todo lo tenemos
en El: no hay milagro que no nos pueda hacer, ni
bien alguno, para nosotros, que no esté dispuesto a concederlo, si se lo
pedimos con fe. ¡Oh Dios de mi alma! Haced que yo sea todo vuestro para
que Vos, sumo bien, que encerráis todos los bienes, seáis todo mío en el tiempo
y en la eternidad. Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son hijos
vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
CUARTO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para salvarnos,
yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi Redentor, mi
única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación posible en el
tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto Día
Considera, alma mía, cuánta dulzura y consolidación se encuentra siempre
en Jesucristo Crucificado. En El encontró la pobre Magdalena consuelo a su pena
y satisfacción a su amor. En El halló, el arrepentido ladrón, el perdón de sus
crímenes, el remedio de sus tristezas en su agonía y un paraíso de goces
eternos por galardón. En El, como fuente inagotable de caridad y de amor, bebió
en abundancia su discípulo amado, la vida y la consolidación. ¿Y no hace siempre este amantísimo Redentor, semejantes
prodigios de misericordia y de amor hacia los que le invocan con fervor? A
los pies de este Dios de consolidación, vienen los desgraciados pecadores a
derramar su dolor con lágrimas y encuentran misericordia y compasión. De las
manos benditísimas de este Señor Crucificado reciben los justos, con abundancia
de gracias y bendiciones, el más poderoso y constante apoyo de su virtud. En el
Sacratísimo Corazón de este Divino y amante Redentor podemos hallar todos
nosotros raudales infinitos de ternura, compasión, misericordia, luz, gracia y
amor. Alma mía, levántate de la postración en que te encuentras, corre a los
pies de tu amantísimo Salvador, entre el espíritu por la abertura de su sagrado
Corazón, bebe de la fuente de su divino amor en esta vida para que la goces con
inefable hartura en la gloria eterna. Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
QUINTO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Quinto Día
Considera, alma mía, cómo Jesucristo Crucificado, con sus manos
llagadas, su pecho herido y su corazón abierto nos declara de la manera más
elocuente que no nos abandona, que nos ama siempre, que se sacrifica y muere
nuestra salvación. Él nos repite las palabras llenas de ternura que decía a la
multitud que le rodeaba: "Venid a mí todos los
que estáis afligidos y padecéis trabajos y yo os consolaré" "Tengo
sed de vuestro amor y deseo vuestra salvación", "Quiero recibiros en mis brazos y estrecharos sobre
mi corazón. ¿Quién desconfiará teniendo un Redentor tan misericordioso? Además
es nuestro Abogado delante del Padre Celestial y por eso nos dice el Apóstol
San Juan: "Hijos míos, no pequéis, pero si alguno pecare, no desconfíe,
porque tenemos por abogado ante el Padre a Jesucristo su Hijo" Y
como nos aconseja el Apóstol San Pablo: "Teniendo
un Pontífice y Medianero tan grande como Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que
penetró en los cielos y está sentado a la diestra del Padre y es igual a Él,
acudamos con eterna confianza al trono de su misericordia, seguros de alcanzar
las gracias que necesitamos". Este trono de misericordia se ofrece
a nosotros en la sagrada Imagen del Señor de los Milagros. Entonces pues, alma
mía, acude a este divino señor, segurísima de que todo cuanto pidas al Padre
Celestial en su nombre se te concederá y El mismo te lo concederá. Si Dios mío,
así lo creo porque Vos lo dijísteis, y así lo hago abriendo mi corazón y
descubriendo humildemente mis necesidades para que Vos, Salvador del mío las
remediéis y me salvéis eternamente. Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SEXTO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada
por nuestros pecados, calmad las iras de
la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con
terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo
nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en
la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro,
haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos
veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y
reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos.
Amén.
Sexto Día
¡Considera, alma mía, cómo Jesucristo Señor
Nuestro, nos da ejemplo de todas las virtudes que debemos practicar para
conseguir nuestra salvación! Él fue humilde con la más
profunda e incomprensible humildad en su Encarnación. Él fue humilde con la más
profunda e incomprensible humildad en su Encarnación, fue pobre con asombrosa
pobreza en su Nacimiento, obedecía a María y a José, a la vez que cumplía
fielmente toda la Ley. ¡Cuán tierno fue este Divino
Señor con los niños, cuán indulgente con los pobres pescadores, cuán Clemente
con Magdalena, cuán bueno con Juan y cuán benigno y dulce con el mismo Judas! Él
permanecía tranquilo ante ultrajes, sufría con paciencia inalterable las
contrariedades, amaba, tiernamente a la humanidad, amaba, principalmente en sus
últimos instantes, bendecía con su bondadosas miradas, perdonaba a sus enemigos
y moría por la salvación de todos los hombres. ¿Cómo
quieres alma mía que Él te atienda y proteja siendo tu conducta tan opuesta la
suya? Aprende, pues, alma mía a ser buena como El, humilde como Él,
pobre y desprendida como El, obediente y mansa como El, paciente y
misericordiosa como El, y si alguna vez fuese necesario sufrir y padecer,
acuérdate que El, primero derramó su sangre y dio su vida por tí. ¡Oh Jesús de mi vida! Haced el gran milagro de
reproducir en mí vuestras virtudes, de suerte que llegue a ser semejante a Vos en este mundo para que también lo sea eternamente
en el Cielo. Amen.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SÉPTIMO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada
por nuestros pecados, calmad las iras de
la tierra, del mar, y de los elementos para que no seamos castigados con
terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni otras calamidades que de continuo
nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro amorosísimo, de todo mal y peligro en
la vida y en la muerte, y obrad el mayor de vuestros milagros en favor nuestro,
haciendo que os amemos y sirvamos de tal suerte en este mundo, que merezcamos
veros y gozaros en el cielo, donde con el Padre y el Espíritu Santo vivís y
reináis Dios, Uno y Trino, en infinita gloria, por los siglos de los siglos.
Amén.
Séptimo Día
Considera, alma mía, lo mucho que padeció el Señor en su sacratísima
Pasión. Míralo llegar al Huerto de Getsemaní con sus queridos discípulos y
apartándose un poco de ellos, comenzar su oración, angustiarse profundamente,
sudar sangre divina por todo su cuerpo y entrar en mortal agonía cayendo en el
suelo oprimido por la consideración de nuestros pecados. Obsérvalo luego
recibiendo el beso de Judas a la vez que entregado al poder de sus enemigos
llevado preso por las calles de Jerusalén a los tribunales de Anás, Caifás,
Herodes y Pilatos, despojando de sus vestiduras sagradas y atado a la columna
de la flagelación, vertiendo a torrentes su sangre divina por horrible
azotamiento. Sentado después en el banco de ajusticiado, fue escupido,
abofeteado, burlado y coronado de espinas. Por fin sentenciado a muerte,
obligado a llevar sobre sus hombros la Cruz en que ha de ser inmolado, cayendo
bajo su peso enorme consolando a las piadosas mujeres que le siguen llorando, y
en la cima del Calvario extendiendo sus brazos sobre la Cruz para ser
crucificado, sufriendo en su cuerpo y alma lo que ya no se puede concebir y
muriendo enclavado en la Cruz con un amor y una bondad jamás vista entre los
hombres. ¡Oh Jesús mío Crucificado! No
permitáis que sean inútiles para mí los grandes sufrimientos de vuestra Pasión
Santísima. Por lo mucho que mi alma os ha costado, salvadla. Redentor
amorosísimo, de todo pecado en esta vida y de la muerte eterna en la otra.
Amén.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
OCTAVO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Octavo Día
Considera, alma mía, cómo el milagro de los milagros de Jesucristo fue
su muerte preciosísima. Nadie ni nada podía haberle quitado la vida, porque
tenía potestad de dejarla y tomarla, era El mismo, la vida y manantial de toda
clase de vida, pero se ofreció a la muerte para que nosotros, sin menoscabo de
la justicia eterna, pudiéramos vivir eternamente. Murió en efecto por la fuerza
de los dolores que padeció en la Cruz, y así sufrió desfallecimiento por la
abundancia de sangre, que de sus heridas derramaba y, como sus venas se
vaciaban de sangre, comenzó a desnudarse su divino rostro y languideció su
sagrado cuerpo, hasta que, faltándole las fuerzas expiró… Las tinieblas se
extendieron entonces sobre la tierra, se rompieron las piedras, abriéndose los
sepulcros de algunos muertos y el velo del templo se rasgó en dos partes. El
Centurión y los soldados, viendo los portentos de tan sangriento como sagrado
espectáculo exclamaron: ¡Verdaderamente este era el
Hijo de dios…! Y hasta la turba del pueblo, que había asistido a tan
tremenda tragedia, se volvió a la ciudad hiriéndose los pechos en señal de
dolor y sentimiento por la muerte del Señor Crucificado. ¡Oh Salvador del mundo! ¡No permitáis que sea yo más
insensible que la tierra, más duro que los peñascos y más cruel que los
verdugos que os sacrificaron! Haced en mi semejantes milagros cubriendo
mi alma de tristeza santa por mis pecados, conmoviendo mi corazón con
sentimientos de dolor y de amor y haciendo que yo no viva sino para Vos, que habéis
muerto por mí, a fin de que llegue a gozaros en la gloria eterna. Amen.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
NOVENO
DÍA DE LA NOVENA AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
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Por la señal de la
Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor
mío. Por ser Tú quien eres, Bondad infinita, y porque te amo sobre todas las
cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. También me pesa porque puedes
castigarme con las penas del infierno. Te ofrezco mis sufrimientos como
expiación de mis pecados, propongo confesarme y cumplir la penitencia que me
sea impuesta. Ayudado de tu gracia propongo firmemente no pecar más y evitar
las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Oración preparatoria
Adorabilísimo Jesús Crucificado, hijo de Dios vivo, que habéis venido
del cielo a la tierra, y os habéis sacrificado, muriendo en una Cruz para
salvarnos, yo os reconozco por mi verdadero Dios mi Padre, mi Salvador y mi
Redentor, mi única esperanza en la vida y en la muerte, y mi única salvación
posible en el tiempo y en la eternidad.
Me tengo por indigno, Señor y Dios mío, de presentarme ante vuestra
Majestad por mi gran miseria y muchas culpas, pero ya me arrepiento de ellas y
confiado en vuestra grande misericordia, acudo a Vos. Dios Todopoderoso y
verdadero Señor de los Milagros, suplicando humildemente os dignéis hacer uso
de vuestra omnipotencia, obrando milagros de misericordia en mi favor y en el
de todos nosotros.
Aplacad Señor Misericordiosísimo vuestra justa indignación provocada por
nuestros pecados, calmad las iras de la tierra, del mar, y de los elementos
para que no seamos castigados con terremotos, tempestades, pestes, guerras, ni
otras calamidades que de continuo nos amenazan, libradnos, Salvador nuestro
amorosísimo, de todo mal y peligro en la vida y en la muerte, y obrad el mayor
de vuestros milagros en favor nuestro, haciendo que os amemos y sirvamos de tal
suerte en este mundo, que merezcamos veros y gozaros en el cielo, donde con el
Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis Dios, Uno y Trino, en infinita
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Noveno Día
Considera, alma mía como ese Señor y Dios nuestro, que murió en la Cruz,
resucitó saliendo gloriosísimo del sepulcro, se apareció a la Virgen Santísima
su divina Madre, a sus apóstoles y discípulos, conversó y trató familiarmente
con ellos por espacio de cuarenta días, al fin de los cuales, viéndolo todos,
subió a los cielos en admirable y gloriosa ascensión. De allí, del cielo ha de
volver otra vez al mundo a juzgar a los vivos y a los muertos. Entonces saldrán
de sus sepulcros los hombres de todos los tiempos y de todas las naciones para
presentarse ante este Divino Señor que hará ostensible, con gran gloria y
majestad, su justicia eterna y universal en la condenación de unos y en la
salvación de otros.
Ante este Soberano Jesús comparecerán los Judíos deicidas que le
blasfemaron y crucificaron, los impíos y sacrílegos de todas las edades que le
insultaron, todos los desgraciados pecadores que le despreciaron… También
comparecerán los buenos, los Apóstoles, los Mártires, Confesores, Vírgenes y
con ellos Ilustres penitentes, cuantos supieron arrepentirse a tiempo de sus
pecados, cuantos le sirvieron y amaron. Y volviéndose hacia los buenos dirá: "Venid benditos de mi Padre, venid a poseer el reino
de gloria que os está preparado desde el principio del mundo, entrad en la
gloria de vuestro Dios y Señor"… A los malos les dirá "Id, malditos de mi Padre, id al fuego eterno del
infierno..!" E irán éstos al suplicio eterno y los justos a la
eterna gloria. Así terminarán las cosas de este mundo en aquel grande día del
juicio universal, en eso pararán todos los asuntos de la vida, tal será también
nuestro destino, o gozar eternamente de Dios en el cielo, o padecer eternamente
con los demonios en el infierno… ¡Oh Dios mío! Cómo
he podido olvidarme de semejante asunto… Haced con vuestra gracia Salvador mío
adorabilísimo que siempre os ame y sirva en este mundo, para que llegue a gozar
con Vos y con los bienaventurados la eterna gloria del Cielo. Amen.
Oración a la Santísima
Virgen María
¡Oh Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre
nuestra! Por la gran bondad de vuestro
maternal corazón oíd benigna los ruegos de todos nosotros que acudimos a vos,
no nos abandonéis, dulcísima Virgen María ni consintáis en nuestra ruina y
perdición.
Mirad con ojos de misericordia y compasión a nuestra ciudad de Lima y a
todos sus moradores. ¿Qué sería de nosotros y qué
valdría nuestras súplicas ante el Señor a quien tanto hemos ofendido, si no
fuera por vuestra intercesión? Compadécete pues, misericordiosísima
Madre nuestra, de estos desgraciados pecadores que, aunque tan ingratos, son
hijos vuestros. Conseguidnos, una vez más el que hallemos gracia y misericordia
delante del Señor: alcanzadnos los favores que
pedimos en esta Novena y cuanto Vos sabéis que necesitamos, principalmente: el
perdón de nuestros pecadores, el remedio de nuestras necesidades, la
perseverancia en el bien, una santa muerte, y la gloria eterna del Cielo. Amen.
Medítese y pídase lo que se desea
obtener del Señor por medio de esta Novena. Luego se reza 5 Padrenuestros, 5
Ave Marías, y 5 Glorias en referencia a las cinco Llagas del Señor, y por tres
veces la siguiente súplica:
Aplaca Señor tu ira, Tu justicia y tu
rigor, Por tu Santísima Madre, ¡Misericordia Señor!
Gloria al Padre,
Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y
siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Redacción ACI Prensa
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