Hace
mucho tiempo que hemos
incardinado los comentarios acerca de la obra de la Venerable Marta Robin
(francesa ella, de nacimiento y de nación) en la serie sobre la oración. Sin
embargo, es de recibo reconocer que desde hace mucho tiempo, también,
no trata lo que traemos aquí de oraciones, en sí mismas consideradas (algunas
veces sí, claro) sino de textos espirituales que nos pueden venir muy bien,
primero, para conocer lo más posible a una hermana nuestra en la fe que supo
llevar una vida, sufriente, sí, pero dada a la virtud y al amor al prójimo; y,
en segundo lugar, también nos vendrá más que bien a nosotros, sus hermanos en
la fe que buscamos, en ejemplos como el suyo, un espejo, el rastro de Dios en
una vida ejemplar que seguir.
Por
eso, nos vamos a acercar a su obra espiritual a través
del contenido del libro “Journal. Décembre 1929, Novembre 1932)
publicado en 2013 por Editions Foyer de Charité y que recoge, como su nombre
indica, el contenido del Diario íntimo y personal de la Venerable Marta Robin
entre las fechas que se indican en el título del mismo.
PARA QUIEN NO SEPA QUÉ ES SUFRIR, QUÉ SUPONE, QUÉ
NOS APORTA
“La enfermedad
es una gracia adorable, una incomparable riqueza. ¡Ah! ¡La gracia del
sufrimiento revela bellezas, nos hace aprender grandes cosas! Sufrir nos sirve
primero a nosotros, sufrir sirve a todo y a todo. Sufriendo se aprende a amar,
a rezar, a meditar, a renunciar. Sufriendo se aprende la caridad, el abandono
en Dios, el desinterés. Sufriendo se aprende a ver, a comprender. Sufriendo e
aprende a mitigar, a compartir, a consolar a los que sufren” (Diario íntimo, 12 de enero de
1930)
Seguramente,
comprender con exactitud lo que nos quiere decir o, mejor, lo que nos dice, la
Venerable Marta Robin en este extracto de su Diario íntimo, resulta de todo punto esencial y
básico para comprender, a su vez, lo que tantas veces no somos capaces de
comprender: el sufrimiento.
Es
bien cierto que se puede decir que nuestra hermana en la fe tenía un corazón
muy por encima del común de los creyentes y que, por eso, era capaz de escribir este tipo de textos. Sin embargo,
no podemos negar que, siendo así, tampoco es poca cosa que aprendamos algo de
lo que nos dice.
Sí. Es verdad que el
sufrimiento muchas veces no lo comprendemos y,
es más, no queremos, sino, que pase y eso equivale, más o menos, a que damos de
lado, apartamos y escondemos debajo de cualquier celemín espiritual si es que
pudiéramos aprender algo de tales momentos. Y nos basta, la mayoría de las
veces, con dejar pasar sin ir más allá…
Marta
Robin, experta en momentos de sufrimiento más que conocidos o al alcance del
conocimiento de quien quiera saber cómo fue su vida, sabe mucho, pues, de esto,
y debemos escucharla muy atentamente. Hemos de aprender mucho y, seguro, comprender lo que no queremos
comprender porque somos muy duros de corazón y nuestras entendederas
espirituales parecen que están bajo tierra…
Esto
pudiera parecer una locura pero no lo puede ser si
alguien como la Venerable Marta Robin dice lo que dice a tal respecto. Debemos,
primero, respetar su sufrimiento y, luego, aceptar cuanto dice porque es un
verdadero tesoro espiritual que hemos encontrado en su Diario.
Lo
primero que nos dice, eso de la gracia adorable que es la enfermedad, se
explica por todo lo que viene luego. Y es que no a todo el
mundo se nos ocurre que eso sea así…
Lo
de que es una gracia adorable debe ser por lo que nos ofrece el sufrir y el
sufrimiento. Y es que no es poco porque nos facilita mucho las cosas en nuestra
vida ordinaria si hablamos de espíritu y de alma, de corazón y de todo aquello
que trasciende este hoy de seres mundanos que somos.
Que
cuando uno sufre se agudiza mucho el sentido espiritual que hay en nuestra
vida, eso no lo puede negar nadie. Y es que tal momento, el
del sufrimiento, nos vale, nos ha de valer y servir, para profundizar en
aquellas realidades que solemos tener olvidadas pero que tanto tienen que ver
con nuestra vida eterna, con el ansia de alcanzar y con saber que no es gratis,
no, sino que requiere esfuerzo y mucho más.
Que
a nosotros nos sirve sufrir supone que hemos sido capaces de sobrenaturalizar
el sufrimiento o, como diría el Beato Manuel Lozano Garrido, que hemos sido
capaces de “sobrenadar” el mismo. Y, entonces, no ha de
ser tan difícil sacar “provecho” espiritual
de eso que nos pasa. Y, por tanto, llegar más lejos de aquello que nos pasa, de
nuestras pisadas en la tierra. Adentrarse en el corazón,
también y, el fin y al cabo, saber que hay realidades que no son tan
importantes o, seguro, mucho menos importantes de lo que nosotros creíamos. Y, en esto, nos remitimos a una
prueba esencial: ¿Quién, cuando ha sufrido un mal
grave o muy grave no ha dicho que le ha cambiado la vida y que las prioridades
ya son “otras”? ¿Qué otras? No han de ser materiales sino de otro orden,
del “otro” orden: el espiritual.
Sí,
sufrir nos vale y nos sirve de mucho porque puede acentuar en nosotros los
sentidos espirituales que tantas veces tenemos ahí, dormidos, en espera de no
sabemos qué…
Pero
es que el sufrimiento también nos ha de servir para entender mejor el de otros
hermanos nuestros. Y es que, entonces, se
establece una especie de relación directa con los que también sufren y
entendemos, comprendemos (entonces, sí) que las cosas ya no se ven de igual
manera sino de una, de otra, muy distinta: desde
corazón y desde el alma.
Es
verdad que todo esto puede parecer, así, a simple vista, algo imposible de
alcanzar pero no es poco cierto, no
poca verdad, que sólo lo consigue quien es capaz
de comprender su propio sufrimiento como una gran oportunidad para mejorarse a
sí mismo. Y por eso, exactamente por eso, dice la Venerable Marta Robin, que
es una gracia adorable. Exactamente por eso.
Eleuterio Fernández Guzmán
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