Y
además la policía se puso de parte de los agresores
Extremistas del
grupo radical Rashtriya Swayamsevak Sangh irrumpieron en el Sanjo Hospital,
ubicado en Mandya (Karnataka, India), y golpearon a Simon George, el gerente de
relaciones públicas, y a la administradora, Sor Nirmal Jose. Según los
militantes, ambos habrían denigrado a las divinidades hindúes.
(Asia News) En vez de ser socorrido por las autoridades, Simon George fue arrestado.
El hecho sucedió hace cinco días.
Posteriormente, un tribunal
local rechazó el pedido de excarcelación, que solicitaba la libertad bajo
fianza. El Pbro. Josekutty Kalayil, que se ocupa de los asuntos legales del
hospital, cuenta que el caso surgió tras ser internado un anciano hindú por
problemas circulatorios el día previo a la agresión. Poco antes de ser dado de
alta, el hombre preguntó por qué había una Biblia
en su habitación. Simon George, que estaba
cumpliendo con su recorrido de rutina, le respondió que podía leerla
solo si estaba interesado. Poco después se produjo el asalto, a modo de
castigo.
Según Sajan K George,
presidente del Global Council of Indian Christians (GCIC), el hospital fue atacado por el simple hecho de estar administrado por religiosos
cristianos, a pesar de que en el centro se asiste a cualquier persona, prescindiendo de su fe o casta de
pertenencia.
«Los misioneros
cristianos que trabajan en el campo médico y educativo – continúa el presidente
del GCIC – son el blanco diario de los extremistas, que tratan de desacreditar su labor
altruista, que es hacer que las personas puedan acceder al ‘contacto
sanador’ de Jesús». Además asegura que las acusaciones contra el personal del Sanjo Hospital
son falsas, y que deben ser condenadas enérgicamente: «No
hay nada de criminal ni ilegal en tener una Biblia en una habitación de hospital, no se ha ofendido a ninguna divinidad hindú».
Sajan K George resalta que la
minúscula comunidad cristiana que vive en el distrito de Mandya (cerca de 9.000
personas, sobre un total de 1,8 millones) vive bajo la constante amenaza de los
grupos fundamentalistas. «Nuestras instituciones
ayudan principalmente a aquellos que nos atacan y ofenden. Que Dios tenga
piedad de ellos, pues no saben lo que están haciendo», fue su comentario
lacónico.








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