Recuerdo que un
Viernes Santo tras participar en Sagrados Oficios pasé al lado de una conocida
taberna de Barcelona, que suele estar abarrotada de gente. Y ese día no era una
excepción. Desde la calle comprobé que todos bebían alegremente y comían en
abundancia todo tipo de carnes y embutidos. Sentí una profunda tristeza e
impotencia constatando como mucha gente pasaba olímpicamente de Dios, incluso
en su Semana de Pasión.
El ritmo frenético de la vida
moderna y la reducción de la fe al ámbito privado, propicia que muchas santas
costumbres y sanas normas católicas caigan en desuso y se pierdan para siempre
en el país del olvido. Algunos pensarán que son detalles sin importancia. Craso
error pues contribuyen a ir socavando los principios de nuestra fe, que es lo
más valioso que poseemos. En estrecha relación con el preludio del texto voy a
profundizar más en el tema de la abstinencia de comer carne en los días
penitenciales. Un precepto de la Iglesia que compruebo día a día que no todo el
mundo conoce o cae en la cuenta.
LA
IGLESIA ORDENA ABSTENERSE DE COMER CARNE TODOS LOS VIERNES DEL AÑO
Todos los viernes de todo el
año y durante la Cuaresma, son días y tiempos de penitencia en toda
la Iglesia Católica. Por tanto los fieles católicos deben abstenerse de comer
carne todos los viernes del año, no solamente durante la Cuaresma.
Canon
1251 – Los días viernes durante todo el año ha de haber
abstinencia de comer carne u otro alimento de acuerdo a las prescripciones
de la conferencia de obispos, a menos que sean solemnidades; han de
observarse abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el viernes de la Pasión
y Muerte de Nuestra Señor Jesucristo.
La norma está muy clara. El
mismo Código de Derecho Canónico aclara que en determinadas circunstancias se
puede sustituir la abstinencia por otra penitencia, sobre todo por
obras de caridad y prácticas de piedad.
MUCHOS CATÓLICOS
CREEN QUE LA ABSTINENCIA DE COMER CARNE ES SÓLO EN CUARESMA
Habría que preguntarse cuántos católicos conocen este mandato de la
Santa Madre Iglesia y lo cumplen. Tal vez algunos lo conocían y lo cumplieron y
poco a poco se fueron olvidando de él.
Todos los fieles tienen
obligación de formarse en las verdades cristianas. Por su parte los sacerdotes
deben velar para que sus feligreses estén bien instruidos.
Desgraciadamente las
predicaciones de muchos sacerdotes sólo hablan del amor de Dios, de la
misericordia, de forma meliflua, olvidándose por completo de la justicia
divina. Ya no se predica apenas sobre expiación, reparación, mortificación,
penitencia… Por ello muy difícil que se hile fino en esta materia. Los pastores
de almas ya no piden sacrificios a los fieles. No se atreven a imponer duras
penitencias desde el confesionario por graves que sean los pecados. Temen que
se espanten y no vuelvan más a la parroquia.
¿Cuántos
sacerdotes hablan del viernes como tiempo penitencial? ¿Cuántos hablan de la
obligación de abstenerse de comer carne todos los viernes del año?
Si los párrocos no predican
sobre determinados temas o no predican rectamente, tenemos todavía más
obligación de formarnos bien. Hay que esforzarse por conocer los medios de
santificación que nos ofrece la Iglesia en nuestra peregrinación hacia la
patria celeste.
Todos los viernes del año son
días penitenciales porque nos recuerdan la Sagrada Pasión de Cristo. Es
importante que nos esforcemos en cumplir la abstinencia que nos manda la
Iglesia ese día y meditar en el insondable misterio de la Cruz. Es un pequeño
sacrificio no comer carne ese día, pero tiene mucho valor a los ojos de Dios.
Acordémonos especialmente si tenemos una comida de trabajo o de placer ese día,
que en un ambiente de euforia es más fácil la disipación y olvidarse del
precepto. No sólo debemos cumplirlo sino tenemos el deber de enseñarlo y ayudar
así a nuestros hermanos en la fe. Las madres de familia tienen la
responsabilidad de velar para que el viernes no se cuele ningún producto
cárnico en la comida de ese día.
Javier Navascués








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