Mucha
oración y confianza
El P. Cesar A,
Pluchinotta es uno de los dos sacerdotes del Hospital Spallanzani, sede del
Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Roma. Él lleva los
sacramentos a los pacientes bajo aislamiento, en el lugar que se ha convertido
en el «Hospital COVID 1» de la región.
(AciPrensa/InfoCatólica) El P. César Alejandro
Pluchinotta es uno de los dos sacerdotes del Hospital Spallanzani, sede del
Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Roma. Asignado hace solo seis
meses, ahora lidia con la realidad de llevar los sacramentos a los pacientes
bajo aislamiento, en el lugar que se ha convertido en el «Hospital COVID 1» de la región.
A medida que Roma reacciona al
creciente número de casos de coronavirus, los hospitales son designados
específicamente para tratar las infecciones por COVID-19, para aislar el virus
y mantener seguros a otros pacientes.
Hasta el 18 de marzo, había
194 pacientes con coronavirus en el Hospital Spallanzani. De estas personas, 19
reciben asistencia respiratoria. La región del Lazio tiene 418 pacientes
hospitalizados con coronavirus en general, de los cuales 32 han muerto a causa
de la pandemia.
«Existe un
peligro no solo para nosotros sino también para el resto del hospital y el
personal, por lo que tenemos que cuidar nuestra salud, no solo por nosotros
sino para todas las demás personas con las que tenemos contacto», dijo el P. Pluchinotta a CNA
–agencia en inglés del Grupo ACI.
CÓMO HA CAMBIADO EL
TRABAJO POR LA EPIDEMIA
El sacerdote narró que su
rutina antes del brote de coronavirus era ir de una habitación a otra, tratando
de visitar a todos los pacientes diariamente. Pero debido al aumento de las
medidas de seguridad «no podemos entrar a las
habitaciones como solíamos hacer».
«En este
momento, el trabajo es sobre todo esto: tratar de hacer que la gente ore», comentó. «También estamos tratando de encontrar otras formas de
estar cerca de los enfermos», agregó.
En las circunstancias actuales,
el P. Pluchinotta y su compañero capellán deben esperar la solicitud del
paciente antes de visitarlo.
Cuando reciben una solicitud
de confesión, unción de los enfermos o Eucaristía, se visten con equipo de
protección y máscaras. Para la Comunión, solo se les permite ingresar a la
antesala de las habitaciones de aislamiento. Traen la Eucaristía y la dejan en
la antesala antes de salir. Luego esperan afuera que el paciente ingrese,
momento en el que pueden rezar y hablar con ellos a través del vidrio.
Como cualquier capellán del
hospital, dijo que su trabajo no tiene el mismo ritmo que el ministerio en una
parroquia.
«En el trabajo
pastoral en un hospital, tal vez una semana tienes tanto trabajo que ni
siquiera tienes tiempo para dormir, porque mucha gente quiere confesarse,
hablar, desean consuelo; y luego la otra semana descubres que nadie quiere un
capellán», dijo.
«Las personas
que ingresaron al hospital esta semana salen la próxima», explicó. «Es un ministerio en un ambiente donde la gente cambia
todo el tiempo».
MUCHA ORACIÓN
El sacerdote señaló que el
ministerio más estable en el hospital es el contacto con médicos y enfermeras.
Así, el P. Pluchinotta celebra Misa en la capilla y tiene un grupo de oración
para enfermeras. Había planes para grupos de oración en Cuaresma y un curso de
catecismo para el personal del hospital, pero todo eso ha cambiado.
«En este
momento, que no está permitido reunirse, (el grupo de oración de las
enfermeras) se comunica sólo a través de Whatsapp o por Internet», dijo. «Enviamos
oraciones, mensajes de aliento. Estamos tratando de brindarles esperanza,
fortaleza y coraje durante estos días», agregó.
«Nuestro
ministerio (activo) ha sido reemplazado por mucha oración», enfatizó el P. Pluchinotta. «Creemos que Dios nos ayudará mucho a través de la
oración y nos acercará a esos casos... en la forma en que los protocolos de
seguridad lo permitan».
«Continuaremos
brindando los sacramentos a las personas que los desean, que pregunten por
ellos», resaltó.
LA PAZ AL RECIBIR
LOS SACRAMENTOS
El sacerdote señaló que, en
sus cuatro años y medio como capellán de hospital, primero en un hospital para
pacientes con cáncer, cada vez que llevaba los sacramentos a aquellos que
estaban enfermos, sufriendo o en las últimas etapas de la vida, podía ver
visiblemente la paz que tenían.
El P. Pluchinotta agregó que,
en una parroquia, los sacerdotes ven grandes conversiones de vida con mucha
menos frecuencia, tal vez una vez al año, pero en un hospital, un sacerdote
podría ver uno o más por semana.
«La gente tiene
frente a ellos el entendimiento de que están cerca del final» y algunos regresan a los
sacramentos después de muchos años de distanciamiento, dijo.
«Una cosa
hermosa de trabajar en un hospital es ver estas conversiones con tus propios
ojos».
Traducido
y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.
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