El Papa Francisco señaló el otro día cómo San Pablo
construía puentes hacia los idólatras en su famoso discurso en el areópago de
Atenas y
lo encomió como “un ejemplo extraordinario de
inculturación del mensaje de la fe”, que anunciaba sin atacar, “haciéndose pontífice, constructor de puentes”. Bien
es cierto que el resultado fue que la gran mayoría se rieron del Apóstol cuando
habló de algo políticamente incorrecto, como la resurrección de Cristo, pero,
como recuerda con gozo San Lucas, “algunos se
adhirieron a él y creyeron; entre ellos Dionisio, el Areopagita, y una mujer
llamada Damaris, y otros con ellos”. Hay que reconocer que esa alegría
triunfante de Lucas por los primeros conversos atenienses suena un poco
proselitista y quizá alguien habría tenido que corregirle: “Señor
Evangelista, evangelización sí, proselitismo no”, pero, en fin, eran
otros tiempos.
Me ha parecido, sin embargo,
muy buena la idea del Papa de señalar a San Pablo como
ejemplo de la manera en que hay que tender puentes con los idólatras y la sociedad moderna,
evangelizando sin “hostilidad”, así que he
buscado otros textos en que el Apóstol habla de ese tema. Voy a traer al blog
el primero que he encontrado, de la carta a los Romanos, para edificación de
los lectores:
“No me
avergüenzo del Evangelio, que es poder de Dios para la salvación de todo el que
cree, del judío primero, pero también del griego, porque
en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, según está escrito: ‘El justo
por la fe vivirá’.
En efecto, la ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre toda impiedad e
injusticia de los hombres, que aprisionan la verdad con la injusticia. Pues lo cognoscible de Dios es manifiesto entre
ellos, ya que Dios se lo manifestó; porque desde la creación del mundo los
atributos invisibles de Dios, tanto su eterno poder como su divinidad, se dejan
ver a la inteligencia a través de las criaturas. De manera que son
inexcusables, por cuanto, conociendo a Dios, no le glorificaron como a Dios ni
le dieron gracias, sino que se entontecieron en sus
razonamientos, viniendo a oscurecerse su insensato corazón; y alardeando de
sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por la
semejanza de la imagen del humano corruptible, y de aves,
cuadrúpedos y reptiles.
Por esto los entregó Dios
a los deseos de su corazón, a la impureza, conque deshonran sus propios
cuerpos, pues cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y
sirvieron a la criatura en lugar del Creador,
que es bendito por los siglos, amén”.
No pongo lo que sigue, porque
explotarían los medidores de incorrección política. Baste decir que he buscado
a ver si más adelante hablaba de hacer ídolos, postrarse ante ellos,
introducirlos en el culto cristiano y cantar a la Pachamama, pero en mi versión
de la carta no sale nada de eso. En cualquier caso, me ha quedado muy
claro lo que significa “crear puentes”, “dialogar” e “inculturar con
delicadeza” para San Pablo.
A partir de ahora, voy a seguir su ejemplo siempre que pueda.
Bruno
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