domingo, 3 de noviembre de 2019

ANTIGUA ORACIÓN POR LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO


Dios misericordioso, que nos perdonas y quieres la salvación de todos los seres humanos, imploramos tu clemencia para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos, concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, que han salido de este mundo, la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad.

Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio vengo a depositar en tu Corazón Inmaculado una oración en favor de las almas benditas que sufren en el lugar de expiación. Dígnate escucharla, clementísima Señora, si es ésta tu voluntad y la de tu misericordioso hijo. Amén.

María, Reina del Purgatorio: Te ruego por aquellas almas por las cuales tengo o pueda tener alguna obligación, sea de caridad o de justicia. Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

María, Reina del Purgatorio: Te ruego por las almas más abandonadas y olvidadas y a las cuales nadie recuerda; tú, madre, que te acuerdas de ellas, aplícales los méritos de la pasión de Jesús, tus méritos y los de los santos, y alcancen así el eterno descanso.

Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

María, Reina del Purgatorio: Te ruego por aquellas almas que han de salir más pronto de aquel lugar de sufrimientos, para que cuanto antes vayan a cantar en tu compañía las eternas misericordias del Señor.

Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

María, Reina del Purgatorio: Te ruego de una manera especial por aquellas almas que han de estar más tiempo padeciendo y satisfaciendo a la divina Justicia. Ten compasión de ellas, ya que no pueden merecer sino sólo padecer; abrevia sus penas y derrama sobre estas almas el bálsamo de tu consuelo.

Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz. Amén.

María, Reina del Purgatorio: Te ruego de modo especial por aquellas almas que más padecen. Es verdad que todas sufren con resignación, pero sus penas son atroces y no podemos imaginarlas siquiera. Intercede madre nuestra por ellas, y Dios escuchará tu oración.

Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

Virgen Santísima, te pido que, así como me acuerdo de las benditas ánimas del Purgatorio, se acuerden de mí los demás, si he de ir allá a satisfacer por mis pecados. En ti, madre mía, pongo toda mi confianza de hijo, y sé que no he de quedar defraudado.

Ave María... Dales, Señor, el descanso eterno. Y brille para ellas la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

Santa Catalina de Bologna dijo: "He recibido muchos y grandes favores de los santos, pero mucho más grandes de las santas almas (del purgatorio)". Cuenta la tradición que san Juan Masías, sacerdote dominico, tenía una especial devoción a las almas del purgatorio. Él decía que ganó por sus oraciones, sobre todo por el rosario, la liberación de ¡Un millón cuatrocientas mil almas! Y en retribución, obtuvo para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias. La tradición cuenta que esas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el cielo.

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