Una generación que
quiere recristianizar Francia.
Están en
la treintena, o la cuarentena, y representan la renovación de la vocación
sacerdotal en Francia. Los apóstoles de una Iglesia que cambia, de un
catolicismo que es ya minoría, pero firme en sus compromisos. Solange
Bied-Charreton ha escrito sobre ellos en Valeurs Actuelles.
SOMOS
SACERDOTES Y ESTAMOS ORGULLOSOS DE SERLO
"Cuando eres el único católico de la clase, de tu calle, a la
fuerza desarrollas anticuerpos para asumir tu fe y dar testimonio de
ella". Así
explica el padre Amar la fuerza especial que habita en los hombres de Dios de
su generación. Una conciencia de saber
que formas parte de una minoría que empuja a ocupar la primera línea.
Sacerdote de la diócesis de Versalles, el padre Pierre Amar
es párroco de las parroquias que abarcan la zona Limay-Vexin. También es una de
las elocuentes plumas de Padreblog, el blog creado en 2007 y que ha
conseguido una gran celebridad en estos últimos años. Sus redactores, todos
sacerdotes, tienen entre 30 y 40 años, y aportan su punto de vista sobre la
actualidad y las cuestiones religiosas. Ni son anticuados ni están a la moda.
Son modernos sin serlo, conectados pero visceralmente apegados a la tradición de la Iglesia. El aura que
rodea a algunos participantes en el blog, sobre todo al padre Pierre-Hervé Grosjean,
uno de su fundadores, no es casualidad. Toda una generación de creyentes, la
suya, se identifica con ellos.
Pierre
Amar es uno de los colaboradores habituales del popular sitio Padreblog.
"Lo que caracteriza a los sacerdotes de nuestra generación es, sin
duda, el hecho de no haber conocido esa
época en la que la Iglesia era poderosa, sino ésta en la que la Iglesia, más
bien, pide perdón por existir", explica
el padre Amar. "Nuestra sociedad ya no
comprende el significado del sacerdocio, como tampoco la cuestión del celibato,
y aquí incluyo a muchos católicos, porque algunos de ellos lo cuestionan",
subraya el padre Cédric Burgun,
vicedecano de la Facultad de Derecho Canónico del Instituto Católico de París.
Recuerda que la ordenación de los sacerdotes no siempre está apoyada por la
familia, aunque esta sea practicante. "Nos
gusta coger la autopista, pero no nos gusta que atraviese nuestro jardín".
Cédric
Burgun es también un sacerdote muy activo en los medios.
¿SACERDOTES
IDENTITARIOS? ES EL ARGUMENTO SUPERFICIAL QUE UTILIZAN ALGUNOS DE SUS
DETRACTORES
¿Cómo ser, entonces, sacerdotes en la Francia de hoy? Una Francia en la que la incultura cristiana es lo
habitual, y en la que, para el sacerdote, "salir
a las periferias geográficas y existenciales" -expresión del Papa
Francisco- es una necesidad. De hecho, todos
ellos han crecido en una Francia ampliamente descristianizada, en la que se
necesita ser muy osado para decir que se es católico. La transgresión ha
cambiado de bando. En este sentido, la frase del Papa Juan Pablo II que les ha
marcado a todos profundamente, "No tengáis
miedo", puede ser considerada el grito de adhesión de estos jóvenes
que han sido llamados y que ven la
identidad como una condición indispensable de apertura al mundo, so pena de no
tener nada más que transmitir. ¿Sacerdotes
identitarios? Es el argumento superficial que utilizan algunos de sus
detractores. "A diez mil leguas de una cierta
teología del ocultamiento, nosotros asumimos
claramente quiénes somos", explica este sacerdote obligado
al deber de discreción.
Es más bien
una audacia, y una alegría, que pasa por la vuelta a la sotana, lejos de la
visión de la antigua generación que tendía, sobre todo, a fundirse con la
sociedad, a hacerse levadura en la masa. Ha llegado el momento de la afirmación. Para quienes se cruzan con
ellos por la calle es sorprendente y, normalmente, motivo de alegría. El alzacuellos y la sotana han vuelto,
dando visibilidad al sacerdote.
No es de
la misma opinión Matthieu Rougé,
obispo de Nanterre desde el pasado mes de septiembre: "El
hábito es realmente secundario y no debe suplantar la fuerza del
compromiso". Doctor en Teología, profesor, canónigo honorario de la
catedral de París, también fue secretario particular del cardenal Jean-Marie Lustiger. Ordenado
sacerdote en 1994, encarna la nueva generación de obispos. De hecho, es uno de
los obispos más jóvenes de Francia, "despertado"
por la exhortación de Juan Pablo II durante la misa que celebró en el
aeropuerto de Le Bourget en 1980: "Francia,
hija primogénita de la Iglesia, ¿eres fiel a las promesas de tu
bautismo?". Una llamada al orden después de una ceremonia que tuvo
lugar la víspera y que había sido organizada por las juventudes obreras
cristianas en Saint-Denis, durante la cual las canciones revolucionarias
parecieron eclipsar a los cánticos. Monseñor Rougé evita, sin embargo, lanzar
reproche alguno a la antigua generación, y rinde homenaje a la determinación y
a la fe de los sacerdotes que le han precedido en la diócesis de Nanterre, "tierra
comunista durante mucho tiempo a la que nada le ha sido evitado".
A
sus 53 años, monseñor Rougé es uno de los obispos más jóvenes de Francia.
Monseñor
Rougé es autor de un reciente artículo en Le Figaro, Et la France se souvint
qu'elle était chrétienne, en el que recuerda la base católica consustancial a la sociedad
francesa, como si el incendio de Notre-Dame de París hubiera reavivado
el inconsciente colectivo. Por lo demás, en el arzobispado de París observan la
omisión del presidente Macron,
que ni una sola vez en su discurso de quince minutos pronunció la palabra "católico".
NO,
LOS CATÓLICOS NO FORMAN UNA COMUNIDAD COMO LAS DEMÁS
Sin
embargo, estos hombres de Dios rechazan también la expresión, utilizada de
forma masiva por los medios de comunicación, de "comunidad
católica". A este respecto recuerdan que en Francia hay una gran
mayoría de bautizados. No, los
católicos no forman una comunidad como las demás. Ellos han forjado el alma de
Francia. "Además, 'comunidad católica'
no significa nada: algunos sacerdotes están realmente aislados en el seno mismo
de su parroquia", declara el padre Burgun.
El
padre Jacques Hamel murió mártir, degollado por dos islamistas mientras
celebraba misa en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray (Normandía) el 26
de julio de 2016.
No, la
emoción que se sentía no era sólo la que se siente ante cualquier obra del
patrimonio francés. Cuando el padre Hamel fue
degollado en Saint-Étienne-du-Rouvray, el país no lloró sólo por el asesinato
de un anciano. Francia lloraba por un sacerdote. Si el paralelismo
es evidente, también es la prueba de que en la muerte y en la destrucción tenemos los signos más apremiantes del
despertar. Los franceses, algunos de ellos muy a su pesar, "toman conciencia del acontecimiento de la
Pascua", concluye el padre Burgun.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario