La joven Milena Zambon, de 22 años, fue
parte de la resistencia católica.
Milena Zambon estuvo presa en el campo de
Ravensbrück hasta que fue liberado por el Ejército Rojo.
La de Milena Zambon es una de las muchas
historias prácticamente desconocidas de vidas entregadas al amor, que vieron
muy de cerca el mal y en lugar de dejarse llevar por el odio decidieron dar el
paso contrario.
Durante
la II Guerra Mundial perteneció a la
resistencia en una red clandestina dirigida por un sacerdote franciscano
que se dedicó a salvar judíos y soldados capturados en la zona nazi y fascista.
Finalmente, fue detenida y enviada a campos de concentración en Italia y luego
al de exterminio nazi de Ravensbrück.
EN
AYUDA DEL PRÓJIMO
Milagrosamente
salió viva de allí y este lugar de muerte se convirtió para ella en un lugar
para profundizar su relación con Dios. Tras recuperarse de un durísimo viaje de
vuelta a Italia debido a su lamentable estado de salud decidió ingresar en un convento de clausura sin que casi nadie supiera su
historia. Tuvieron que pasar muchos años hasta que al final el
testimonio de la hermana Rosaria fuera conocido más allá de los muros del
convento.
Milena cumplió 22 años en el campo de concentración de Ravensbrück
Con
apenas 20 años Milena era una de las miles de mujeres que se unió a la
resistencia que en Italia luchó contra el nazismo y el fascismo. No tenía un perfil político sino que decidió
arriesgar su vida por amor al prójimo. Así ayudó a muchas personas a
dejar el país.
Unas
amigas le pidieron ayuda para la red clandestina del franciscano Plácido
Cortese, sacerdote detenido más tarde por la Gestapo y ejecutado. Este grupo de resistencia se denominaba “Cadena de Salvación”, y en las memorias que la madre superiora le hizo
escribir décadas después confesaba, tal y como recoge Avvenire,
que “la propuesta me emocionó más allá de las
palabras”.
DETENIDA
Y TORTURADA PRIMERO EN ITALIA Y LUEGO EN ALEMANIA
Se
dedicaba a escoltar y ayudar a escapar hasta la frontera a presos del bando
aliado, judíos y perseguidos políticos a pesar de la caza a la que eran
sometidos por las temibles SS. “Me había metido en esa peligrosa empresa para
la caridad cristiana. Me encomendé a Nuestra Señora recurriendo a ella
con confianza ciega en todas mis necesidades” pidiendo la salvación más
para los otros que para ella, explicaba la religiosa en sus memorias.
Milena,
la última de ocho hermanos, fue
detenida en 1944 y duramente torturada en las cárceles de Venecia y Bolzano.
Pese a las palizas que sufría no reveló ningún nombre de la red clandestina.
También fue detenido junto a ella el padre Cortese, aunque a él lo asesinaron.
EL
ROSARIO SALVÓ SU VIDA
A esta
joven la enviaron finalmente al campo de concentración femenino de Ravensbrück.
Allí logró esconder su Rosario hasta
que le fue arrancado. En aquel lugar vio las atrocidades más horribles,
como madres que eran obligadas a matar a sus hijos y otras enviadas a los
crematorios. “Si no lo hubiera visto con mis
propios ojos, no creería a dónde puede llegar la ferocidad humana”, confesaba
esta mujer.
El 13 de
diciembre de 1944 cumplió 22 años en este campo de exterminio. El regalo que recibió fue la piel de una patata,
lo que supuso el ayuno de la persona que se lo regaló. Mientras tanto, Milena
logró sobrevivir rezando una y otra vez a la Virgen. De hecho, confesaba que “me salvé gracias al Rosario”.
Finalmente,
el Ejército Rojo liberó el campo de concentración logrando huir y evitando las
violaciones que se reprodujeron durante ese momento. En la ciudad de Wittemberg logró conseguir un Rosario y algo de pan.
Era lo que necesitaba para sobrevivir.
UN
LARGO Y PELIGROSO REGRESO A SU CASA
Entonces
empezó el largo y peligroso viaje de regreso a Italia. Enferma por su situación
en el campo de Ravensbrück vivió un
periplo de película viajando en muchos casos escondida en carros, camiones y
trenes a través de Berlín, Dresde, Praga, Viena y Verona donde pudo ver
en primera persona la tremenda devastación producida en esta guerra.
Al llegar
a su casa su abuela no era capaz de reconocerla. Primero
físicamente y después tras meses de pesadillas pudo volver a ser la joven que
años antes fuera llevada a Alemania. Pero no encontraba la paz que anhelaba.
Dios la llamaba a otra cosa y finalmente en 1948 ingresó en el monasterio de
clausura benedictino de San Antonio en Ferrara.
"SIEMPRE
ESCUCHÉ AL SEÑOR A MI LADO"
En este
monasterio adoptó el nombre de hermana Rosaria. Esta religiosa asegura que pese
al indescriptible mal del que fue testigo y que sufrió en sus propias carnes
nunca sintió que Dios no estuviera a su lado. “En este terror continuo siempre escuché al
Señor a mi lado como si fuésemos dos, como una ayuda sobrenatural para no
apagar la voz de la conciencia”, afirmaba esta monja.
Ya nunca
más salió de este convento hasta que falleció en 2005. Fue ejemplo de profunda espiritualidad para su comunidad y para todos
aquellos que visitaban el monasterio, donde ella ejercía de portera. Fue
gracias a Dios como logró curar tantas y tantas heridas con las que llegó y que
logró transformar en luz.
UNA
VIDA SENCILLA Y DE ORACIÓN
Únicamente
sus hermanas eran conocedoras de la impresionante historia de la hermana
Rosaria. Ella no tenía necesidad de
hablar de su valentía y heroísmo, pero finalmente sus superioras la
instaron a que dejara por escrito una historia que mostraba la bondad de Dios.
De hecho,
los miles de turistas que cada año por este monasterios con el objetivo de
observar los frescos de la Pasión de Cristo y de la Historia de María de la
Escuela de Giotto no tenían ni idea de
que la humilde monja que les guiaba por aquella iglesia era en realidad la
protagonista y es Javier Lozano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario