Maduro ha bloqueado con
contenedores y tanquetas militares el puente por donde iba a entrar la comida y
las medicinas para el Pueblo hambriento, para los enfermos.
¡¡Pero qué se puede
decir de un gobernante que bloquea la entrada por donde puede venir la ayuda
humanitaria básica para su Pueblo!!
¿Qué comentario se
puede hacer de un gobernante así? El
gobierno sobre una nación no tiene otra razón de ser que el promover el bien
común. Ahora mismo Maduro no desearía otra cosa que poder cortar, como
Calígula, el cuello de todo su Pueblo. Mientras le dejen los pozos de petróleo
y sus ingresos por droga, el futuro de millones de personas no le importa. ¡Mejor si se muriera todo el Pueblo!
Nicolás si pudiera mataría a
todos sus súbditos con sus propias manos haciéndole sufrir todo lo posible. Él
solo necesita un pequeño número de mafiosos asesinos a los que les ha puesto
encima una gorra de general. Confío que no salga algún político extranjero
recomendando diálogo entre las dos partes.
¿Qué monstruo puede
usar los poderes del Estado para impedir que los niños y los ancianos se
alimenten, para que no lleguen las medicinas más imprescindibles para la vida?
Todas las mañanas, ¡todas!, me levanto con la ilusión de poner las
noticias y escuchar que Maduro está detenido. Pero una condena que dure una
vida es demasiado poco para el creador de tanto sufrimiento. ¡Tiene que existir una justicia supraterrena! No
le deseo la condenación eterna. ¿Pero cómo no se
puede pedir un veredicto proveniente de la Justicia Infinita? No pido
que ocurra más de lo que Dios dé, no pido que ocurra menos de lo que Dios dé;
porque sé que Dios hará lo que debe hacer y no dejará de hacer lo que debe
hacer.
Millones de personas, Nicolás,
sienten la destrucción de tu ego que como un huracán gira sobre sí mismo. Ese
huracán de muerte, prisión, torturas y hambre ha causado mucho sufrimiento.
Pero todos los oprimidos deben saber que el ojo del huracán se concentra sobre
el alma de ese pobre ser humano que comparecerá ante Aquel que ha dicho: La venganza es
mía (Romanos 12, 19).
Ay, Maduro, en realidad, solo hay
una víctima en ese país, una gran víctima futura. Porque, en mi vida, pocas
veces he visto, como en tu caso, levantarse lentamente el Martillo de la Ira
para descargar su tremendo golpe sobre una sola persona.
En nombre de todas las víctimas,
yo te amenazo con la decisión del que es Padre de todos los hijos humanos. Te
amenazo no con la pobre sentencia de un débil ser humano. Si de la justicia
humana dependiera tu futuro, podrías escapar. Pero lo que tiene que
estremecerte es el Lago de Fuego. No sabes, no puedes saber, lo que es arder en
ese lugar de horror por los siglos de los siglos.
Te repito que no te deseo la
segunda muerte, la resurrección para ser corroído por un gusano que no es
material. Pero, aunque escapes a ella, te aseguro que hay una morada
ultraterrena en la te espera la Justicia Perfecta, de eso no tengas la menor
duda.
P. FORTEA
No hay comentarios:
Publicar un comentario