¿Por qué no valoramos de igual manera todos los
esfuerzos que se hacen en favor de la “prevención” de la guerra, del hambre, de
los conflictos?
Saliéndose
de todos los pronósticos, han otorgado el Premio Nobel de la Paz al profesor
Rastbald. Nadie pensaba que él y la organización que dirige desde hace más de
50 años, llamada “Conferencia de Pugwash”, recibiera
el galardón. En la lista de candidatos figuraban políticos que habían trabajado
activamente en la resolución de conflictos; también personas que llevaban a
cabo grandes labores humanitarias en países con graves dificultades,
organizaciones internacionales dedicadas a la denuncia de injusticias
inhumanas, etc. Ante esta lista de candidatos dedicados activamente a trabajar
en pro de la paz en medio de guerras y conflictos, nadie pensaba que la
academia de Oslo pudiera valorar, hasta el punto de darle el Nobel, a una
institución que trabaja en la prevención y concienciación en el campo de las
armas nucleares.
Todos
alabamos las grandes acciones humanitarias que se llevan a cabo en pro de la
paz. Nos interpela que personas jóvenes, y no tan jóvenes, dejen las
comodidades de sus casas, sus estudios, su trabajo, y se vayan a lugares
lejanos donde hay miseria, donde hay hambre, guerra… y sean solidarios con su
tiempo, con sus manos, en fin, con su misma vida. Con su actitud, trabajan por
la paz, y son tantas veces anónimos. Esto nos conmociona; lo aplaudimos y
alabamos. Muchas veces son ejemplo para nosotros.
Sí; es
importante que las personas corramos, nos levantemos de nuestra cómoda
situación y vayamos a ayudar, a socorrer a los que están en situaciones límite.
Pero si sólo nos fijamos en esto, si sólo valoramos estas acciones que nos “tocan” el corazón por su cercano y tangible
humanitarismo… estaremos toda la vida mandando convoyes humanitarios, barcos
cargados de comida, toneladas de ropa, de semilla, aviones con médicos,
enfermeras…
¿Por qué no valoramos de igual manera todos los esfuerzos que se hacen
en favor de la “prevención” de la guerra, del hambre, de los conflictos? Idiotizados por los medios de comunicación social,
nos interpelan las imágenes de una niña, por ejemplo, muriéndose en un orfanato
chino, los documentales de los campos de refugiados en Ruanda o los programas
televisivos sobre desaparecidos.
Sin
embargo, cuando alguien nos habla de valores humanos, de concienciación, de
trabajar en la difusión de actitudes que favorezcan una sociedad más en paz, en
honda hermandad… con frecuencia los comentarios que hacemos son tales como: “Eso es música celestial, utopías, pamplinas y ñoñerías”.
No es tangible, ni tiene imágenes espeluznantes que nos desgarren el corazón…
parece que por esta razón no tuvieran interés.
¿Hasta dónde habremos de llegar para que nos demos cuenta de que hay que
poner remedio a las raíces profundas de los conflictos?
La autora es Asistente Social y ha trabajado en distintas instituciones
en pro de la paz.
www.cartadelapaz.org
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María Viñas Pich
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