domingo, 19 de febrero de 2017

BORGES, SI ESTÁS EN LOS CIELOS (NO LO DUDO), RUEGA POR NOSOTROS


Hoy, a causa de un libro que estoy acabando de escribir, otra revisión de un antiguo libro, he estado leyendo y releyendo La lotería de Babilonia de Borges. Perdonadme que siempre insista en mis pasiones y os aburra con ellas. Pero la admiración por ese hombre humilde es uno de mis vicios más pertinaces y repetitivos.

Leer los diez o veinte mejores relatos de Borges siempre es gratificante. Oh, grandiosa densidad. Qué sobriedad en su escritura.

Me acuerdo la primera vez que leí La lotería: no entendí nada. No entendí a donde quería ir. ¿Qué sentido tenía aquel texto? Necesité madurar, años, para leer no sólo las palabras sino las palabras detrás de las palabras.

El comienzo del relato era contundente, invitador a la lectura:

«Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles.»

Lo que seguía a esta línea era una de las obras más grandiosas que ha visto el siglo XX. Al principio no me gustó, porque lo comparaba con La Biblioteca de Babel, otra obra suya que me parecía épica. Fue el tiempo el que me hizo entender y quedé deslumbrado. ¿Cómo era posible tanta grandiosidad en un texto de tan pocas páginas?

Va a parecer irreal lo que voy a decir, pero estoy seguro de lo que voy a escribir: el actual Papa (cuando era un joven jesuita) lo invitó a su colegio, fue a buscar a Borges y éste le preguntó si podía afeitarle. ¡El actual Papa afeitó a Borges!

Post Data: Yo jamás dejaría que un colega clérigo me afeitara con una navaja afilada. No por humildad u otra virtuosa razón, sino por desconfianza.


P. FORTEA

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