viernes, 4 de marzo de 2016

SANACIÓN – LIMA-PERU – VIERNES 04 DE MARZO 2016


REUNIÓN DE SANACIÓN DE TODOS LOS VIERNES A LAS 8 PM

DIRECCIÓN:

NUESTRAS REUNIONES DE SANACIÓN DE LOS VIERNES A LAS 8 PM, SE LLEVAN A CABO EN EL CONDOMINIO PARQUE CENTRAL TORRE A – 802 QUE QUEDA EN EL CRUCE DE AV. COLONIAL Y JR. GARCIA VILLON 674 – A CINCO CUADRAS DE LA PLAZA 2 DE MAYO

Si tienes alguna duda sobre cómo llegar: Llama a los siguientes teléfonos antes de la 8 p.m.

Claro: 9-9718-6681 – Claro 9-4114-8188  - Fijo 310-6460

Si deseas que te visite en tu casa, usa los mismos teléfonos. Puedes llamar también a la sub-coordinadora del grupo, Srta. Ana Ticona al celular 9-9704-4417 por detalles. Gracias por tu comprensión.

Nota: No recibo mensajes de texto a mis celulares. Colaboración si te es posible: S/ 5.00 (Niños no colaboran)

Nota: En nuestra reunión de los viernes puedes adquirir:

-Libros sobre Exorcismo a 30 soles cada uno.

-La Cruz-medalla de San Benito Abad (en metal, con oración de liberación en latín y castellano) y el Escapulario de La Virgen del Carmen bendecidos a 50 soles – (dos en uno), de madera con metal 65 soles.

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Grupo Católico de Oración por los Enfermos “Sí Señor”

José Miguel Pajares Clausen

jueves, 3 de marzo de 2016

RAZONES POR LAS QUE EL AYUNO ES NECESARIO ESPIRITUALMENTE [INCLUSIVE PARA LOS EXORCISMOS]


El ayuno es una práctica fecunda revelada por Dios ya al pueblo judío, que Jesucristo reivindicó e incluso recomendó para la lucha espiritual, y que tiene un lugar preponderante en los llamados actuales de la santísima Virgen, especialmente en Medjugorje.

La Iglesia Católica los ha desarrollado pastoralmente tratando de hacer comprender a los fieles su significado, ampliando el concepto de que el ayuno es privarse sólo de comida y poniendo énfasis en su aspecto penitencial y de sacrificio.

QUE DIJO JESÚS SOBRE EL AYUNO

Una y otra vez, los Evangelistas hablan del Ayuno y cuentan que Jesús recomendó ayunar, a fin de progresar en la vida espiritual. Lo que Jesús dijo acerca del ayuno puede ser resumido de la siguiente manera:

–El ayuno es tan necesario como la oración (cf. Mt 6-16).

–La decisión de ayunar (y de orar) debiera ser tomada con pureza de intención, libre de cualquier autosuficiencia u orgullo. Recuerda el caso del fariseo que utilizaba la oración para hacer alarde de su piedad y expresar su desprecio por el publicano, un hombre en verdad humilde (cf Lc. 18, 9-I4).

Jesús afirmó que Sus discípulos ayunarían al igual que los discípulos de Juan, pero sólo hasta que Él hubiera partido de este mundo: “¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse triste mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán…” (Mt 9, 15-16).

Cuando Jesús explicó a Sus discípulos, por qué ellos no fueron capaces de liberar a un hombre de una posesión diabólica, Él atribuyó un poder especial al ayuno. Afirmó que ciertos demonios no pueden ser arrojados sino con la oración y el Evangelista Marcos añade: “… y el ayuno” (cf. Mc 9,29).

De acuerdo a Lucas, Jesús no comió durante los cuarenta días que permaneció en el desierto. En otras palabras, Jesús ayunó antes de proclamar la Buena Nueva (cf. Lc 4,1-4).

Si bien Jesús no ordenó explícitamente a Sus discípulos que practicaran el ayuno, parecía obvio que El esperaba que así lo hicieran.

EL AYUNO SIGUE SIENDO VÁLIDO Y LA IGLESIA LO RECONOCE

Desde el punto de vista teológico, el ayuno no sería ya necesario después de la Resurrección de Cristo, porque los invitados a la boda no tienen razón de ayunar en tanto el novio permanezca con ellos (cf. Mt 9,15).

Sin embargo, en vista de que Jesús aun ha de retornar en Su gloria, el ayuno sigue siendo necesario como signo de nuestra espera.

Esta perspectiva le da un nuevo sentido y significado al ayuno y puesto que nos hace fijar nuestra atención en el Señor que ha de venir, adquiere entonces una dimensión escatológica.

La Iglesia reconoce el ayuno, lo ha practicado a lo largo de su historia y ha dado al ayuno su significado real. En ciertas comunidades religiosas el ayuno ha sido preservado como una práctica común hasta nuestros días.

Leyendo la vida de los Santos, nosotros podemos comprobar que ellos atribuían una gran importancia al ayuno.

San Francisco de Asís urgía a sus frailes a guardar tres ayunos de cuarenta días cada uno durante el año (en Cuaresma, antes de la fiesta de San Miguel Arcángel y desde el día de Todos los Santos hasta Navidad), independientemente de ayunar también cada viernes

Hoy en día, los requerimientos de la Iglesia son menos estrictos. Existen, de hecho, únicamente dos días en los cuales el ayuno es obligatorio, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

EL AYUNO COMO COMBATE ESPIRITUAL CONTRA EL DEMONIO Y HERRAMIENTA EXORCÍSTICA

Respecto al pasaje de Marcos “Esta clase no puede ser expulsada salvo con la oración y el ayuno” (Mc 9:29), la principal cuestión pastoral (y litúrgica) parecería ser la siguiente: “¿Es necesario el ayuno para expulsar a los demonios o no lo es?”

Aun cuando ciertos demonios se pueden expulsar mejor con la oración y el ayuno, no debemos olvidar que es Dios quien expulsa a los demonios, y Él no necesita de nuestro ayuno para hacerlo. Debe evitarse estrictamente cualquiera noción orgullosa sobre los resultados de nuestro ayuno.

De hecho, debemos considerar el ayuno con cierta humildad. El ayuno es, sin duda, recomendable, y el Señor mismo dice que hay un tiempo para el ayuno (cf Mc 2:20, Lucas 5:35). Pero el ayuno puede ser igualmente una fuente de orgullo (Lc 18:12, Lc 5:33).

El ayuno que se realiza por orgullo o (por un sentido de) superioridad no logrará expulsar a ningún demonio; de hecho, es probable que los atraiga.

En los exorcismos más extensos (que pueden durar meses) puede que sea necesario mitigar el ayuno o asignarlos a miembros que no formen parte del equipo involucrado directamente en el exorcismo. El vigor físico es a menudo necesario para soportar el trabajo agotador del exorcismo.

Teniendo en mente estas precauciones, el instinto de la Iglesia es que a la expulsión de demonios la asiste mejor la oración y el ayuno. El actual Rito del Exorcismo (2004) establece que:

El Exorcista, consciente que la tribu de demonios no se puede expulsar excepto a través de la oración y el ayuno, debe tener cuidado de usar, tanto por sí mismo y por otros, estos dos remedios más efectivos para obtener la ayuda divina, siguiendo el ejemplo de los Santos Padres, en la medida de lo posible. (De Exorcismis # 31)

El Rito de Mayor Antigüedad (1614) también advierte,

Por lo tanto, él será consciente de las palabras de nuestro Señor (Mt. 17:20), al efecto de que hay cierta clase de espíritu maligno que no puede ser expulsado sino con la oración y el ayuno. Por lo tanto, debe acogerse sobre todo a estos dos medios para implorar la ayuda divina en la expulsión de los demonios, siguiendo el ejemplo de los santos padres; y no sólo él, sino que induzca a otros a hacer lo mismo, en la medida de lo posible. (De Exorcizandis #10).

¿POR QUÉ Y CÓMO EL AYUNO REFUERZA EL PODER DE LA ORACIÓN PARA EL COMBATE ESPIRITUAL Y LOS EXORCISMOS?

Una respuesta razonable (y bíblica) es que la oración y el culto generalmente deben involucrar un sacrificio. La Escritura dice:

Entiende estas cosas, tú que te olvidas de Dios; no sea que te arrebate, y no haya quien te libre. El sacrificio de alabanza me glorificará: y allí está el camino donde yo le demostraré mi salvación, dice el Señor (Salmo 50:22-23).

Por medio de él se ofrece continuamente un sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre. No olvides de hacer el bien y de compartir lo que tengas, porque esos sacrificios son gratos a Dios (Heb 13:15-16).

Observarás la Fiesta de los panes sin levadura. . . Y nadie vendrá a Mi presencia con las manos vacías. También observarás la Fiesta de la Cosecha de los primeros frutos de tus labores (Ex 23:15-16).

En el mundo occidental se ha desarrollado la noción extraña de adoración y alabanza sin sacrificio. En muchos sectores, el culto se ha delegado en poco más que una forma de entretenimiento, en donde los caprichos y las preferencias de los fieles deben ser atendidos.

El culto, en este concepto, debe ser breve y tener lugar en cómodas iglesias con aire acondicionado y bancas acolchadas y convenientes estacionamientos.

El “mensaje” y la liturgia no deben ser, intelectual o moralmente, desafiantes; en cambio, deben ser alentadoras y agradables. La música y el “estilo” deben satisfacer las preferencias de la congregación.

Ausente en todo esto es el concepto de la liturgia y la oración que implica sacrificio, que nos debe “costar” algo. Sin embargo, la Escritura vincula claramente la oración con el sacrificio e indica que deben, en cierto grado, estar juntas.

El sacrificio es una manera de establecer una mayor sinceridad en, e integridad de nuestro culto. En efecto, el culto sin sacrificio se convierte fácilmente en un culto de boquilla o convierte a Dios en una especie de mayordomo divino, de quien esperamos nos atienda.

Dios, seguramente, suple nuestras necesidades pero Él no es un mayordomo; Él es Dios, digno de nuestra adoración y el sacrificio de alabanza.

Es en este sentido que la oración y el ayuno van de la mano, especialmente en la difícil tarea de expulsar a los demonios. La oración y el ayuno se convierten en el sacrificio de alabanza que confunde y perturba al maligno sin cesar. La Escritura dice:

Y ahora mi cabeza se alzará sobre los enemigos que me rodean, porque yo ofreceré en su tabernáculo sacrificios de alabanza con gritos de alegría; yo cantaré y tocaré melodías al Señor (Salmo 27:6)

Es el instinto de la Iglesia que la oración es buena, pero que la oración con sacrificio (ayunar es sacrificio) triunfa al fin, especialmente en esa tarea tan difícil de expulsar demonios y repeler al enemigo.

UN RENACIMIENTO DE ESTA PRÁCTICA

El llamado a ayunar en Medjugorje, que María dirige a nuestra época, no es sino una repetición de lo que ya había dicho Jesús y de los que In Iglesia primitiva ya había puesto en práctica y con tan grande celo.

Cuando estudiamos el Antiguo Testamento y examinamos al detalle las diversas situaciones, en las cuales los pueblos oran exhortados a ayunar en esa época, encontramos que la oración y el ayuno podían atraer un cambio, un alivio, aún en las situaciones mis críticas.

La petición de Nuestra Señora de que nosotros ayunemos, va de acuerdo con la tradición de la iglesia. Podríamos concluir también que la visión que Ella tiene de nuestra época – la cual está casi exclusivamente interesada en el dinero, las ganancias, la acumulación de bienes materiales, el egoísmo etc. – es correcta. Nuestra Señora quiere reeducarnos. ¿Pero por dónde debiera comenzar?

En primer lugar, María nos invita a orar y a ayunar. Por medio de la oración, nos adherimos a Dios y por medio del ayuno, desprendemos nuestro corazón de las cosas que nos atan a las preocupaciones de este mundo.

El ayuno nos lleva a una nueva libertad de corazón y de mente. El ayuno es un llamado a la conversión dirigido a nuestro cuerpo.

En otras palabras, es el proceso por el cual nos hacemos libres e independientes de las cosas materiales. Y al liberarnos de las cosas externas a nosotros, nos liberamos también de las pasiones que encadenan nuestra vida interior.

Esta nueva libertad en nuestro cuerpo dará lugar a nuevos valores. El ayuno nos libera do ciertas ataduras y nos da la libertad para gozar la felicidad.

A PAN Y AGUA…

En Medjugorje, la Virgen María ha pedido un retorno al ayuno. En respuesta a la pregunta, “¿Cuál es la mejor manera de ayunar?”, la Santísima Virgen respondió: “A pan y agua, por supuesto.”

Reconocemos que no es la única manera de ayunar, pero es la “mejor” de acuerdo a Nuestra Señora. Sin embargo, hay que ensayar hasta lograr hacer este tipo de ayuno. Si uno nunca ha ayunado del todo, pudiera resultar bastante desalentador comenzar a hacerlo únicamente a pan y agua, a menos que se reciba un llamado del Señor.

Hay otras formas de ayuno que lograrán en nosotros los mismos objetivos y al mismo tiempo, nos ayudarán a ir avanzando, hasta alcanzar el mejor ayuno. Lo importante es que comencemos a ayunar de alguna manera ya.

Ciertamente, en Medjugorje se le da un énfasis especial al ayuno a pan y agua y esto tiene un profundo significado. El pan es el alimento de los pobres. Tener o no tener pan, es una de las cuestiones esenciales de nuestra existencia.

La Biblia frecuentemente habla del pan. Dios proveyó de pan para Su pueblo, cuando cruzó el desierto (cf. Ex 16).

En Sus enseñanzas, Jesús habla del pan bajado del cielo.

Un Ángel trajo pan y una jarra de agua al profeta Elías, cuándo estaba exhausto por la fatiga (cf. I R 19) y, después de haber comido y bebido, Elías recobró sus fuerzas y continuó su viaje.

Estar dispuesto a vivir a pan y agua durante un día, muestra la disposición a hacerlo pobre delante de Dios, la disposición a aceptar Su voluntad. Significa seguir los planes de los profetas y las huellas de aquellos que han sido puestos a prueba, a fin do que dieran testimonio de su fe.

Lo que se requiere para transformar la disposición de nuestro corazón y nuestra mente es un regreso radical y absoluto a Dios. El ayuno facilita este retorno.

El ayuno no es un fin en sí mismo, sino que sirve a la conversión: primero, a nivel de la fe y después, a nivel social.

EL AYUNO Y LA ORACIÓN

Pero un regreso radical a Dios es imposible sin la oración como vimos antes. La oración aumenta su calidad y se vuelve libre cuando se combina con el ayuno. Si nosotros estamos convencidos que la Virgen María nos pide a cada uno que seamos Sus “portavoces” en este mundo ateo, entonces deberíamos estar dispuestos a ayunar y esto ayuno nos asegurará una fortaleza dinámica.

Cuando comenzamos a pensar en nosotros mismos como los amos de la vida y del universo y comenzamos a comportarnos en consecuencia, somos si no tuviéramos necesidad de Dios, mostramos los signos premonitorios del ateísmo. El ayuno es el medio más eficaz para detectar esas predisposiciones en nuestro corazón. El ayuno nos ayuda a aferrarnos a la voluntad de Dios, a comprenderla mejor y por tanto, a comprendernos mejor a nosotros mismos.

En las Escrituras, Jesús nos dice que oremos sin parar, sin cesar. Pero día a día, encontramos excusas y decimos que no tenemos tiempo para orar o que nuestro ritmo de vida es tal, que nos impide orar.

La raíz del problema no radica en que si tenemos tiempo o no para la oración. Más bien, el problema es si conocemos el anhelo o la necesidad de Dios, de encontrarnos con Dios a través de la oración.

Mientras más tenemos y más queremos tener, menos espacio tendremos para la oración. De esta manera, tenderemos cada vez más a volvernos ateos prácticos.

El ayuno tiene la consecuencia especial de poner las cosas bajo la perspectiva correcta. Como resultado del ayuno, más y más vamos conociendo la verdad sobre nosotros mismos. Experimentamos la verdad de todas las cosas de una manera nueva.

Lenta y seguramente nos vamos percatando de que no somos autosuficientes y nos damos cuenta de que el mundo entero no podría satisfacer las necesidades más profundas de nuestro corazón. Un nuevo camino se abre a la convicción de que nosotros, humanos, necesitamos a Dios.

Necesitamos ayunar para ser capaces de crecer en la creación del corazón. Nos resultará más fácil cuando ayunemos y ayunaremos mejor cuando oramos.

En uno de sus libros, Anselm Grun declara: “El ayuno es el grito de nuestro cuerpo que anda en busca de Dios…”

La oración y el ayuno son los medios eminentemente más apropiados para guiarnos en la búsqueda de la paz. Quienes son asiduos en la oración y el ayuno alcanzarán una confianza absoluta en Dios; obtendrán el don de la reconciliación y el perdón y de esa manera, servirán a la causa de la paz. Porque la paz se origina en nuestros corazones y de ahí se extiende a nuestro prójimo y finalmente al mundo entero.

AYUNAR CON EL CORAZÓN

Ayunar con el corazón quiere decir amar y aceptar nuestro propio camino a Dios y a María.

Ayunar con el corazón quiere decir, amar la libertad más que la esclavitud a las cosas materiales.

Ayunar con el corazón quiere decir, crecer en el amor a Dios que está por venir y a quien nuestro corazón llama cada día, anhelante por El como “la cierva que busca las corrientes del agua”.

Ayunar con el corazón significa también, profundizar nuestro gozo en el Señor. Por lo que a nosotros respecta, basta con que comencemos a ayunar con confianza y a caminar el camino de la santidad. Después vendrá todo lo demás.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

EN UN AÑO MUY ESPECIAL, SE CUMPLEN EN MARZO 82 AÑOS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA CRUZ DEL MONTE KRIZOVAC EN MEDJUGORJE…


Este es un año muy especial para Medjugorje porque seguramente el papa Francisco se expedirá sobre los resultados de la Comisión investigadora, y este mes de marzo se cumplen los 82 años de la finalización de la construcción de la cruz en el Monte Krizevac y de la realización de la primera misa.

La historia es que surgió por impulso del papa Pío XI, quien promocionó la construcción de cruces en Colinas en todo el mundo cuando el 1900 aniversario de la muerte de Cristo.

Medjugorje significa “entre montañas”. Este poblado se encuentra entre una colina llamada Crnica o Podbrdo y el Kricevac o monte de la cruz.

Fue entonces cuando el padre Bernardin Smoljan, que era párroco de Medjugorje en ese momento, propuso a sus fieles la construcción de una cruz en el monte Krizevac.

Fue así que preferentemente las mujeres de la aldea construyeron la gran cruz para conmemorar los mil novecientos años de la muerte de Jesucristo, pidiendo además por el regreso de sus hombres, que tenían que ir a sitios como Alemania para trabajar.

En menos de dos meses la cruz de hormigón fue construida porque los feligreses llevaron la pesada carga en sus hombros a la colina. La primera misa se realizó el 16 de marzo de 1934 que fue cuando el párroco bendijo la cruz.

Al año siguiente, el 12 de abril, se organizó una procesión penitencial a la Cruz y después la celebración de la santa misa. En septiembre de 1935 en la Cruz se organizó la celebración de la Exaltación. Cruz, de conformidad con las disposiciones del obispo local Alojzije Misic.

La cruz del Krizovac es un lugar de peregrinación inevitable para los peregrinos a Medjugorie y todos los viernes por la tarde se realizan las estaciones de la Cruz allí mismo.

En uno de sus mensajes de la Reina de la Paz dijo:

“Queridos hijos, la cruz era el plan de Dios cuando se construyó en esos días, sobre todo, ir la montaña y rezar bajo la cruz. Necesito sus oraciones”.

Desde el comienzo de las apariciones, esta cruz ha sido objeto de numerosas señales para los habitantes de Medjugorje, quienes la han contemplado iluminada durante la noche o dando vueltas en distintas direcciones. También, en ocasiones, han visto la silueta de la Virgen en vez de la cruz.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

EL PRIMER PASO EN LA FIDELIDAD ES SENTIRSE PECADOR; SI NO TE SIENTES PECADOR, VAS MAL, AVISA EL PAPA


Sólo si nuestro corazón está abierto, se puede acoger la misericordia de Dios, avisó el Papa Francisco en su homilía matinal del jueves en la Capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice puso de relieve la infidelidad del pueblo de Dios que sólo puede vencerse reconociéndonos pecadores para iniciar, así, un camino de conversión.

En las lecturas de la liturgia del día – comenzó explicando el Santo Padre – podemos ver la fidelidad del Señor y la “fidelidad fracasada” de su pueblo.

Al comentar la Primera Lectura, tomada del Libro de Jeremías, el Papa reafirmó que “Dios siempre es fiel, porque no puede renegarse de sí mismo”. En cambio, el pueblo no escucha su Palabra.

Jeremías – añadió Francisco – nos relata “tantas cosas que ha hecho Dios para atraer los corazones del pueblo”... pero el pueblo permanece en su infidelidad.
Si el corazón es duro y está cerrado, la misericordia de Dios no entra.

“Esta infidelidad del pueblo de Dios y también la nuestra, nuestra propia infidelidad, endurece el corazón: ¡cierra el corazón!”, denunció el Papa.

“No deja entrar la voz del Señor que, como Padre amoroso, siempre nos pide que nos abramos a su misericordia y a su amor. Hemos rezado en el Salmo, todos juntos: ‘Escuchen hoy la voz del Señor. ¡No endurezcan su corazón!’. El Señor siempre nos habla así, también con ternura de padre nos dice: ‘Vuelvan a mí con todo su corazón, porque soy misericordioso y piadoso’. Pero cuando el corazón es duro esto no se comprende. La misericordia de Dios sólo se comprende si tú eres capaz de abrir tu corazón, para que pueda entrar”.

El Papa Francisco dijo también que “el corazón se endurece y vemos la misma historia” en el pasaje del Evangelio de Lucas, donde Jesús es afrontado por aquellos que habían estudiado las Escrituras, “los doctores de la ley que conocían la teología, pero que eran tan cerrados”.

La muchedumbre, en cambio, “estaba asombrada”, “¡tenía fe en Jesús! Tenía el corazón abierto: imperfecto, pecador, pero abierto”.

PEDIR PERDÓN Y NO JUZGAR A LOS DEMÁS
Pero estos teólogos – añadió el Obispo de Roma – “¡tenían una actitud cerrada! Siempre buscaban una explicación por no entender el mensaje de Jesús”, “le pedían un signo del cielo. ¡Siempre cerrados! Y Jesús debía justificar lo que hacía”.

“Ésta es la historia, la historia de esta fidelidad fracasada. La historia de los corazones cerrados, de los corazones que no dejan entrar la misericordia de Dios, que han olvidado la palabra ‘perdón’ – ‘¡Perdóname Señor!’ – sencillamente porque no se sienten pecadores: se sienten jueces de los demás. Una larga historia de siglos. Y Jesús explica esta fidelidad fracasada con dos palabras claras, para poner fin, para terminar el razonamiento de estos hipócritas: ‘Quien no está conmigo, está contra mí’. ¡Claro! O eres fiel, con tu corazón abierto, a Dios que es fiel contigo o estás contra Él: ‘¡Quien no está conmigo, está contra mí!’”.

LA FIDELIDAD A DIOS COMIENZA CON EL HECHO DE SABERSE PECADORES
El Papa se preguntó si es posible alguna “negociación”. A lo que respondió afirmativamente, diciendo que existe una salida: “¡Confiésate pecador! Y si tú dices ‘yo soy pecador’ el corazón se abre, entra la misericordia de Dios y comienzas a ser fiel”.

“Pidamos al Señor la gracia de la fidelidad. Y el primer paso para ir por este camino de la fidelidad es sentirse pecador. Si tú no te sientes pecador, comienzas mal. Pidamos la gracia que haga que nuestro corazón no se endurezca, que esté abierto a la misericordia de Dios y a la gracia de la fidelidad. Y cuando nos encontramos nosotros, infieles, la gracia de pedir perdón”.

"ESCUCHEN MI VOZ"


Jueves tercera semana Cuaresma. Ser entre los hombres, una luz encendida, un camino de salvación.

Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net

Jesucristo nuestro Señor no quiere dejarnos solos. Quiere ser Él el que nos acompañe, quiere ser Él el que camina junto a nosotros: "Escuchen mi voz y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen siempre por el camino que yo les mostraré para que les vaya bien". Éstas son las palabras con las que nuestro Señor exhorta al pueblo, a través del profeta, a escuchar y a seguir el camino de Dios.

Cristo, en el Evangelio, nos narra la parábola del hombre fuerte que tiene sus tesoros custodiados, hasta que llega alguien más fuerte que él y lo vence. Quién sabe si nuestra alma es así: como un hombre fuerte bien armado, dispuesto a defenderse, dispuesto a no permitir que nadie toque ciertos tesoros. Sin embargo, Dios nuestro Señor —más fuerte sin duda—, quizá logre entrar en el castillo y logre arrebatarnos aquello que nosotros le tenemos todavía prohibido, le tenemos todavía vedado. Cristo es más fuerte que nosotros. Y no es más fuerte porque nos violente, sino que es más fuerte porque nos ama más.

Es el amor de Jesucristo el que llega a nuestra alma y el que viene a arrebatar en nuestro interior. Es al amor de Jesucristo el que no se conforma con un compromiso mediocre, con una vida cristiana tibia, con una vida espiritual vacía. Y Cristo quiere todo, según nuestro estado de vida: quiere todo en nuestra vida conyugal, quiere todo en nuestra vida familiar, quiere todo en nuestra vida social.
“Escuchen mi voz". Estas palabras tienen que resonar constantemente en nosotros a lo largo del tiempo cuaresmal. Si Dios nuestro Señor ha inquietado nuestra alma, si Dios nuestro Señor no ha dejado tranquilo nuestro corazón, si nos ha buscado, si nos ha asediado, si nos ha tomado, si nos ha conquistado, no es ahora para dejarnos solitarios por la vida, sino porque el primero que se compromete a llevar adelante nuestra vocación cristiana es Él, y va a estar con nosotros. La pregunta que nosotros tenemos que hacernos es: ¿Estamos dispuestos a seguir a Cristo o estamos dispuestos a abandonarlo?

Al final de la lectura del profeta Jeremías, aparece una frase muy triste: "De este pueblo dirá: Éste es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, ni aceptó la corrección; ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca".

Está en nuestras manos dar fruto. Está en nuestras manos perseverar. Está en nuestras manos el continuar adelante con nuestro compromiso de cristianos en la sociedad. De nosotros depende y a nosotros nos toca que Jesucristo pueda seguir caminando con nosotros, yendo a nuestro lado. El Señor vuelve a buscarnos hoy, el Señor vuelve a estar con nosotros, ¿cuál va a ser nuestra respuesta? ¿Cuál va a ser nuestro comportamiento si nuestro Señor viene a nuestro corazón?

Jesús, al final del Evangelio, nos lanza un reto: "El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama". Un reto que es una responsabilidad: o estamos con Él y recogemos con Él; o estamos contra Él, desparramando. No nos deja alternativas. O tomamos nuestra vida y la ponemos junto con Él, la recogemos con Él, la hacemos fructificar, la hacemos vivir, la hacemos llenarse, la hacemos ser testigos cristianos de los hombres, o simplemente nos vamos a desparramar.

¿Quién de nosotros aceptaría ver su vida desparramada? ¿Quién de nosotros toleraría que su existencia simplemente corriese? ¿No nos interesa tenerla verdaderamente rica, no nos interesa tenerla verdaderamente comprometida junto a Jesucristo nuestro Señor? Esto no se puede quedar en palabras, tenemos necesidad de llevarlo a los demás. Esto es obra de todos los días, es un compromiso cotidiano que está en nuestras manos.

Vamos a pedirle a Jesucristo que nos guíe para comprometernos con nuestra fe, para comprometernos con la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. La Iglesia que se nos ha entregado, viniendo desde muchas generaciones. La Iglesia de los mártires, la Iglesia de los apóstoles, la Iglesia de los confesores. La Iglesia que ha llegado a nosotros a través de dos mil años por medio de la sangre de muchos que creyeron en lo mismo que creemos nosotros. La Iglesia que es para nosotros el camino de santificación, y que es la Iglesia que nosotros tenemos que transmitir a las siguientes generaciones con la misma fidelidad, con la misma ilusión, con el mismo vigor con que a nosotros llegó.

Pidámosle al Señor que la podamos transmitir íntegra a las generaciones que vienen detrás y la podamos extender a las generaciones que conviven con nosotros y que todavía no conocen a Cristo.

Este compromiso no es un compromiso hacia dentro, sino que es un compromiso hacia afuera. Un compromiso que nace de un corazón decidido, pero que tiene que transformarse en acción eficaz, en evangelización para el bien de los hombres.

Vamos a pedirle a Jesucristo que nos conceda la gracia de recoger con Él, la gracia de estar siempre a favor de Él, de escuchar su voz y de caminar por el camino que Él nos muestra, para ser entre los hombres, una luz encendida, un camino de salvación, una respuesta a los interrogantes que hay en tantos corazones, y que sólo nuestro Señor Jesucristo puede llegar a responder.