lunes, 18 de enero de 2021

¿PAL NEGRO NOMÁS HAY CUENTO? de Alberto Bisso Sánchez (1985).

 En Huaura, a comienzos de este siglo, hubo muchos morenos que se convirtieron en personajes populares por sus habilidades, fuerza o manera de vivir su vida. El negro don Patricio, guiando sus mulizas del tranvía entre Huaura y Huacho. El gigante Gerónimo, que sin el conocimiento de sus patrones, se transportaba al hombro una paca de algodón de 300 libras; desde la hacienda Desagravio hasta el pueblo de Huaura. Monteblanco que en pelea memorable, le ganó la supremacía al negro Candela, crédito de Lima.

“Jojó” en cambio, trabajaba cuando quería; pasando la vida de jarana en jarana, tocando la guitarra, cantando y haciendo reír a la gente. Era asustadizo y "expresivo" tomando el papel del personaje, -cuando le contaban algún cuento de aparecidos- reflejando en sus facciones el terror. Al comprender que todo era ficticio reía nerviosamente con su típica carcajada: ¡jo!, ¡jo!

Como los blancos siempre contaban cuentos en que el personaje era un negro, que llevaba la peor parte, más de una vez se le oyó, exclamar: “Pal negro nomás hay cuento ¿Pal blanco, no hay cuento?”

Durante los años que precedieron a la crisis que comenzó el año 1930, la vida bohemia y alegre cambió en Huaura, por la falta de trabajo en las haciendas vecinas; el -obreraje moreno, emigró en su mayoría y también Jójó, se vio obligado a buscar trabajo porque la zamba vieja qµe trabajaba por él, se le fue con otro.

Una madrugada, montado en burrito salió en busca de ocupación a la quebrada de Supe. El primer descanso lo hizo al pie de la fortaleza de piedra de Acaray; siguió luego por horas, atravesando las verdes lomas de Vilcahuaura, desembocando ante un enorme peñasco de cual divisó la tierra prometida: la quebrada de Supe, vallecito de melocotones y sandías. Al llegar al tambo de la hacienda preguntó por el patrón y le informaron que siguiendo el curso de la acequia grande lo encontraría, al pie de un potrero de camotes; donde pastaban chanchos. Lo reconocería porque tendría puesto en la cabeza un gorro rojo. Al acercarse no solo le entrañó ver al patrón con el gorro rojo sangre sino que era más negro que él.

Jojó siempre pensó que las haciendas eran de los blancos y se sintió incómodo al solicitarle trabajo a uno de su raza, que le clavó la mirada, dudando de sus facultades para las labores del campo.

Le preguntó si tenía familia, y al responderle Jojó que era un hombre solo, sonrió complacido, y amable le dijo: ''que tenía trabajo muy especial". Le invitó a coger camotitos y juntos partieron quebrada arriba, hacia una ensenada de cerros; al oscurecer, llegaron a una vertiente donde se almacenaba el agua en un estanque.

El patrón señalándole un tronco que servía de tapón dentro del agua le dijo: Tu trabajo sólo consistirá en sacar ese tapón de madrugada para que el agua corra y llegue a tiempo donde los regadores, horas después cuando esté seco el estanque lo vuelves a tapar. Palmeándolo pacíficamente se alejó diciendo: Este es todo tu trabajo.

Jojó no cabía en sí de felicidad, había encontrado la ocupación soñada ¡Sólo sacar y poner ese tapón! Cantando alegremente acarreó leña, puso dos piedras y prendió fuego. Preparó chufla y sobre las cenizas calientes acomodó los camotes; se tumbó luego al pie de una peña a soñar, ¡jo!, ¡jo!, ¡jo! reíase sonoramente, creyéndose solo y feliz de su buena estrella; pero el repentino rebuzno del pollino lo sacó de sus sueños.

Oyó entre la oscuridad una voz conocida que le dijo: Compadre Jojó, lo saqué por el canto, ¿Qué hace usted aquí? -Trabajo compadre Genaro ¡trabajo! He venido de Huaura y al vuelo he encontrado este quehacer, solo tengo que sacar ese tapón para que llegue agua a las sandías ¡Pa qué más producción, compadre!

Pero compadre, usted no sabe lo que cuentan del viejo patrón, que tiene pacto con el diablo y cuando está con el gorro rojo es que se le ha vencido el plazo y entrega en este estanque a otro en su lugar. Al sacar el tapón el diablo se lo lleva, en cuerpo y alma. Bueno, me agarra la noche, mi ganado se va adelante, tengo que seguir. ¡Váyase de aquí, lo más pronto compadre!

Jojó, incrédulo por lo que acaba de oír, se dijo: Mi nuevo patrón es negro, por eso le han tejido el cuento los blancos, que tiene pacto con el diablo es pura envidia, ¡Cuento de blancos para asustar a los negros! Esto no es de espantar en estos tiempos, ¿Renunciar a un trabajo tan bueno? ¡Ni loco que fuera! Además nunca se ha visto que: ¡Gallinazo se come a gallinazo!

La noche se había cerrado en esa callejonada, donde la fuente de vida era la vertiente. Ruidos de grillos y "tijeras" iniciaron en un canto interminable; culebras y víboras comenzaron a deslizarse hacia el agua.

Nervioso pero seguro de la protección del fuego, Jojó se inclinaba a recoger la “olla de chufla" y los asados camotitos. Pero el sorpresivo grito de un ave malagüera lo detuvo. Tenso vio a través de la luz de la fogata una sombra extraña, proyectándose sobre el agua, que era como un espejo, y avanzaba, pegó un grito de terror; olvidándolo todo se echó a correr y no paró hasta Huaura.

Alejandro Smith Bisso

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