jueves, 31 de mayo de 2018

¿POR QUÉ Y CÓMO VISITAR AL SEÑOR JESÚS SACRAMENTADO?



La Hostia consagrada es particularmente eficaz para poder palpar el amor infinito de su corazón.

Por: n/a | Fuente: caminohaciadios.com
¿Quién no necesita de un amigo con quien caminar a lo largo de la vida? ¿Quién no necesita de una persona que nos escuche y acoja con el mayor aprecio? ¿Quién no necesita de alguien con quien compartir la alegría fraterna de la amistad, y siempre dispuesta para ayudarnos en los momentos difíciles? El mejor de estos amigos es Jesús, nuestro Reconciliador, a quien podemos recibir en el Sacramento de la Eucaristía, y a quien también podemos visitar, acompañándolo ante el Sagrario, en el silencio de una capilla o de una iglesia.

El Señor Jesús nos llama «amigos». Está siempre con nosotros y, como sabemos, eso se manifiesta de modo visible en la Eucaristía,«sacramento del Sacrificio del Banquete y de la Presencia permanente de Jesucristo Salvador». Siendo un sacramento admirable, a veces se nos olvida que podemos recurrir a él con frecuencia. No tenemos que esperar cada Domingo para encontrarnos con Cristo presente en la Eucaristía. Podemos salir al encuentro del Señor. Ahí Jesús nos espera siempre, anhelante de que le abramos el corazón en la intimidad de la oración.
Si bien es verdad que podemos conversar con el Señor Jesús en todo momento y en cualquier lugar, su presencia en la Hostia consagrada es privilegiada y particularmente eficaz para poder «palpar el amor infinito de su corazón». Allí está presente por excelencia, en el modo como Él quiso permanecer entre nosotros. Eso hace una gran diferencia. El Señor está realmente presente en la Eucaristía, invitándonos a acompañarlo, ofreciéndonos su firme apoyo en nuestro peregrinar. La Iglesia y el mundo-nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica- «tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración».

¿QUÉ LE DECIMOS AL SEÑOR JESÚS SACRAMENTADO?
¡Todo aquello que anida en nuestro corazón! La adoración eucarística es un momento de intimidad, de confianza y de amistad con Dios. En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene. Es un momento oportuno para renovar nuestro propósito de ser santos y de responder generosamente al amor de Dios. En la adoración a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos, renovando nuestra confianza en su misericordia.

Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos, por los necesitados, los sufrientes, los enfermos. También por la iglesia, el Santo Padre y sus desvalidos, por los que necesitan de la fe y se creen abandonados de Dios. En fin, en cada uno de nosotros anidan diversas intenciones y necesidades que podemos presentar con fe y confianza al Señor Jesús. De hecho, la adoración Eucarística tiene una profunda relación con la evangelización. Por un lado, rezar por los demás ya es una privilegiada forma de apostolado; y por otro, la experiencia de encuentro con el Seños nos renueva en el ardor para anunciarlo como quien se ha encontrado personalmente con Él.

Es verdad que «a menudo, en nuestra oración -como señalaba el Papa Benedicto XVI-, nos encontramos ante el silencio de Dios (...) Pero este silencia de Dios, como le sucedió también a Jesús, no indica su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor está presente y escucha». Esta situación, que quizás hemos experimentado en más de una ocasión, nos invita a confiar y tener paciencia, y puede ser un tiempo de maduración para nuestra fe, recordándonos que «el Dios silencioso es también un Dios que habla, que se revela».

¿CÓMO VISITAR AL SEÑOR PRESENTE EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO?
Para empezar necesitamos silencio interior y recogimiento para visitar al Señor Sacramentado. «El silencio -indicaba Benedicto XVI- es capaz de abrir un espacio interior en lo más íntimo de nosotros mismos, para hacer que allí habite Dios, para que su Palabra permanezca en nosotros, para que el amor a Él arraigue en nuestra mente y en nuestro corazón y anime nuestra vida». 

Cuando nos encontramos en presencia de Jesús Sacramentado lo primero es hacer un acto de fe y tomar consciencia de que Dios está ahí realmente presente.

Muchas veces visitaremos el Santísimo Sacramento de modo espontáneo. No siempre hallamos una capilla cerca de donde vivimos o trabajamos, pero a veces tenemos la oportunidad de hacerlo y la aprovechamos. ¿A quién no le gusta recibir la visita sorpresa de un amigo cercano? El Señor se alegrará también cuando lo visitemos así. Sin embargo, si podemos hacer de la visita al Santísimo un hábito que tendrá muchos frutos en nuestra vida espiritual. Quizás podamos visitarlo unos minutos al día, o dos o tres veces por semana. Podemos hacerlo solos, en la compañía de alguien, o también en familia. Invitar a alguien a visitar al Señor presente en el Santísimo Sacramento es una excelente oportunidad para hacer apostolado y dar ocasión para que otras personas que quizás estén un poco alejadas del Señor vuelvan a encontrarse con Él en la intimidad de la oración.

Si bien podemos rezar con las palabras que espontáneamente vengan a nuestro corazón, cuando vamos a visitar al Señor Jesús por un tiempo más prolongado ayuda muchísimo preparar nuestra visita. Podemos, por ejemplo, dedicar unos minutos a un momento de diálogo personal con el Señor, otros minutos a la meditación de un texto eucarístico o a rezar con los salmos, y otro momento a pedir por nuestras necesidades y las de los demás. Las posibilidades son muy variadas, y esta costumbre ayudará a que nos mantengamos concentrados y enfocados.

Hablando precisamente de textos sobre los cuales podemos meditar, existen diversas citas en la Sagrada Escritura sobre las cuales podemos rezar y que nos ayudarán en nuestra meditación. Lo pasajes sobre la institución de la Eucaristía en la Última Cena, por ejemplo, así como aquellos en los cuales el Señor habla del «Pan de Vida», entre tantas otras, nos ayudarán a tomar especial consciencia de la presencia real del Señor. Mediar delante del Señor «nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia», nos ayudará a un encuentro más íntimo con Él, y a descubrir con mayor ardor el inmenso bien que significa su presencia en la Eucaristía. Hay, por otro lado, muchos devocionarios eucarísticos que podemos utilizar en nuestra visitas. En ellos encontraremos también otros textos valiosos, oraciones de santos, así como cantos adecuados para la oración eucarística que con seguridad eriquecerán nuestra oración.

«Yo estoy con ustedes todos los días»

Cuando nos acercamos a Jesús Sacramentado tengamos siempre presente su promesa: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo». Es una invitación a confiar con Él, con alegría, sabiendo que está ahí siempre, paciente, gozoso, dispuesto a ayudarnos, a escucharnos. De la misma manera, recordemos que el Señor nos ha querido dejar una Madre que nos acompaña y nos ayuda a acercarnos cada vez más a su Hijo. Que Ella, como lo decía el Beato Papa Juan Pablo II, «que fue la verdadera Arca de la Nueva Alianza, Sagrario vivo del Dios Encarnado, nos enseñe a tratar con pureza, humildad y devoción ferviente a Jesucristo, su Hijo, presente en el Tabernáculo».
Preguntas para el diálogo
1.     ¿Qué tan importante es en mi vida espiritual la adoración Eucarística?
2.     ¿Qué obstáculos veo en mi vida para crecer en mi devoción a Jesús sacramentado?
3.     ¿Qué medios puedo poner para que mis visitas al Santísimo sean una experiencia cada vez más profunda de encuentro con el Señor Jesús?
Citas
1.     Jn 15,14.
2.     S.S. Juan Pablo II, Homilía, 12/06/1993.
3.     Catecismo de la Iglesia Católica, n. 13800
4.     Benedicto XVI, Respuestas a las preguntas de los jóvenes durante la vigilia de oración, 01/09/2007.
5.     Benedicto XVI, Audiencia general, 07/03/2012.
6.     S.S. Juan Pablo II, Ecclesia de la Eucharistia, 25.
7.     Mt 28,20.
8.     S.S. Juan Pablo II, Homilía, 12/06/1993.

Citas para la oración
  • La institución de la Eucaristía: Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20.
  • El Señor Jesús es el Pan de Vida: Jn 6,51 59.
  • Nuestra actitud frente a la Eucaristía: 1Cor 11,27 29.
  • El Señor nos invita a la comunión con Él: Ap 3,20; Jn 14,23.

¿POR QUÉ NO PUEDE SER SACERDOTE UNA MUJER?



¿Qué dificultades ve la Iglesia en la ordenación sacerdotal de mujeres?

Por: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E. | Fuente: TeologoResponde.org
Pregunta:
¿Por qué la Iglesia Católica no acepta la ordenación sacerdotal de las mujeres? ¿No es esto una discriminación que ya han superado algunas confesiones como el Anglicanismo? La actitud de Cristo ¿No debe ser entendida, acaso, como propia de su tiempo y ya caducada?

Respuesta:
El problema de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial es uno de los problemas más candentes en los países con tradición anglicana y allí donde los autores del progresismo católico han tenido o tienen fuerza particular. Así, por ejemplo, E. Schillebeeckx O.P. dice: “...Las mujeres... no tienen autoridad, no tienen jurisdicción. Es una discriminación... La exclusión de las mujeres del ministerio es una cuestión puramente cultural que ahora no tiene sentido. ¿Por qué las mujeres no pueden presidir la eucaristía? ¿Por qué no pueden recibir la ordenación? No hay argumentos para oponerse al sacerdocio de las muje­res... En este sentido, estoy contento de la decisión [de la Iglesia anglicana] de conferir el sacer­docio también a las mujeres, y, en mi opinión, se trata de una gran apertura para el ecumenismo, más que de un obstáculo, porque muchos católicos van en la misma dirección” (1).

Por el contrario, el Magisterio católico ha mantenido de forma firme e invariable, la negativa sobre la posibilidad de la ordenación femenina, y esto en documentos de carácter definitivo (2).

¿Cuál es el motivo último por el que la mujer no puede acceder al sacerdocio ministerial?

1. A partir de la Tradición

El Magisterio apela a la Tradición, entendida no como “costumbre antigua” sino como garantía de la voluntad de Cristo sobre la constitución esencial de su Iglesia (y sacramentos). Esta Tradición se ve reflejada en tres cosas: la actitud de Cristo, la de sus discípulos y el Magisterio; veamos cada una de ellas señalando también las principales objeciones que suelen plantearse al respecto.

1) La actitud de Jesucristo. Históricamente Jesucristo no llamó a ninguna mujer a formar parte de los doce. En esto debe verse una voluntad explícita, pues podía hacerlo y manifestar con ello su voluntad. Jesucristo debía prever que al tomar la actitud que tomó, sus discípulos la interpretarían como que tal era su voluntad.

Objeción. La objeción más común es que Jesucristo obró de este modo para conformarse con los usos de su tiempo y de su ambiente (el judaísmo) en el que las mujeres no desempeñaban actividades sacerdotales.

Respuesta. Precisamente respecto de la mujer, Jesucristo no se atuvo a los usos del ambiente judío. Entre los judíos rígidos, las mujeres sufrían ciertamente una severa discriminación desde el momento de su nacimiento, que se extendía luego a la vida política y religiosa de la nación. “¡Ay de aquél cuya descendencia son hembras!”, dice el Talmud. Tristeza y fastidio causaba el nacimiento de una niña; y una vez crecida no tenía acceso al aprendizaje de la Ley. Dice la Mishná: “Que las palabras de la Torá (Ley) sean destruidas por el fuego antes que enseñársela a las mujeres... Quien enseña a su hija la Torá es como si le enseñase calamidades”. Las mujeres judías carecían frecuentemente de derechos, siendo consideradas como objetos en posesión de los varones. Un judío recitaba diariamente esta plegaria: “Bendito sea Dios que no me hizo pagano; bendito sea Dios que no me hizo mujer; bendito sea Dios que no me hizo esclavo”.

Por eso la actitud de Jesús respecto de la mujer contrasta fuertemente con la de los judíos contemporáneos, hasta un punto tal que sus apóstoles se llenaron de maravilla y estupor ante el trato que les brindaba (cf. Jn 4,27). Así:

–conversa públicamente con la samaritana (cf. Jn 4,27)

–no toma en cuenta la impureza legal de la hemorroísa (cf. Mt 9,20-22)

–deja que una pecadora se le acerque en casa de Simón el fariseo e incluso que lo toque para lavarle los pies (cf. Lc 7,37)

–perdona a la adultera, mostrando de este modo que no se puede ser más severo con el pecado de la mujer que con el del hombre (cf. Jn 8,11)

–toma distancia de la ley mosaica para afirmar la igualdad de derechos y deberes del hombre y la mujer respecto del vínculo matrimonial (cf. Mt 19,3-9; Mc 10,2-11).

–se hace acompañar y sostener en su ministerio itinerante por mujeres (cf. Lc 8,2-3)

–les encarga el primer mensaje pascual, incluso avisa a los Once su Resurrección por medio de ellas (cf. Mt 28,7-10 y paralelos).

Esta libertad de espíritu y esta toma de distancia son evidentes para mostrar que si Jesucristo quería la ordenación ministerial de las mujeres, los usos de su pueblo no representaban un obstáculo para Él.


2) Actitud de los Apóstoles. Los apóstoles siguieron la praxis de Jesús respecto del ministerio sacerdotal, llamando a él sólo a varones. Y esto a pesar de que María Santísima ocupaba un lugar central en la comunidad de los primeros discípulos (cf. Act 1,14). Cuando tienen que cubrir el lugar de Judas, eligen entre dos varones.

Objeción 1. Puede ponerse la misma objeción: también los apóstoles se atuvieron a las costumbres de su tiempo.

Respuesta. La objeción tiene menos valor que en el caso anterior, porque apenas los apóstoles y San Pablo salieron del mundo judío, se vieron obligados a romper con las prácticas mosaicas, como se ve en las discusiones paulinas con los judíos. Ahora bien, a menos que tuvieran en claro la voluntad de Cristo, el ambiente nuevo en que comenzaron a moverse los tendría que haber inducido al sacerdocio femenino, pues en el mundo helenístico muchos cultos paganos estaban confiados a sacerdotisas.

Su actitud tampoco puede deberse a desconfianza o menosprecio hacia la mujer, pues los Hechos Apostólicos demuestran con cuanta confianza San Pablo pide, acepta y agradece la colaboración de notables mujeres:

–Las saluda con gratitud y elogia su coraje y piedad (cf. Rom 16,3-12; Fil 4,3)

–Priscila completa la formación de Apolo (cf. Act 18,26)

–Febe está al servicio de la iglesia de Cencre (cf. Rom 16,1)

–Otras son mencionadas con admiración como Lidia, etc.

Pero San Pablo hace una distinción en el mismo lenguaje:

–cuando se refiere a hombres y mujeres indistintamente, los llama “mis colaboradores” (cf. Rom 16,3; Fil 4,2-3)

–cuando habla de Apolo, Timoteo y él mismo, habla de “cooperadores de Dios” (cf. 1 Cor 3,9; 1 Tes 3,2).


Objeción 2. Las disposiciones apostólicas y especialmente paulinas son claras, pero se trata de disposiciones que ya han caducado, como lo hecho otras, por ejemplo: la obligación para las mujeres de llevar el velo sobre la cabeza (cf. 1 Cor 11,2-6), de no hablar en la asamblea (cf. 1 Cor 14,34-35; 1 Tim 2,12), etc.

Respuesta. Como es evidente, el primer caso (el velo femenino) se trata de prácticas disciplinares de escasa importancia, mientras que la admisión al sacerdocio ministerial no puede ponerse en la misma categoría. En el segundo ejemplo, no se trata de “hablar” de cualquier modo, porque el mismo San Pablo reconoce a la mujer el don de profetizar en la asamblea (cf. 1 Cor 11,5); la prohibición respecta a la “función oficial de enseñar en la asamblea cristiana”, lo cual no ha cambiado, porque en cuanto tal, sólo toca al Obispo.


3) Actitud de los Padres, la Liturgia y del Magisterio. Cuando algunas sectas gnósticas heréticas de los primeros siglos quisieron confiar el ministerio sacerdotal a las mujeres, los Santos Padres juzgaron tal actitud inaceptable en la Iglesia. Especialmente en los documentos canónicos de la tradición antioquena y egipcia, esta actitud viene señalada como una obligación de permanecer fiel al ministerio ordenado por Cristo y escrupulosamente conservado por los apóstoles (3).


2. A la luz de la teología sacramental

La argumentación central es la anteriormente reseñada; podemos, sin embargo, acceder a otra vía argumentativa que pone más en evidencia que, la tradición que se remonta a Cristo no es una mera disposición disciplinar sino que tiene una base ontológica, es decir, se apoya en la misma estructura de la Iglesia y del sacramento del Orden. Los dos argumentos que damos a continuación apelan al simbolismo sacramental.


1) El sacerdocio ministerial es signo sacramental de Cristo Sacerdote. El sacerdote ministerial, especialmente en su acto central que es el Sacrificio Eucarístico, es signo de Cristo Sacerdote y Víctima. Ahora bien, la mujer no es signo adecuado de Cristo Sacerdote y Víctima, por eso no puede ser sacerdote ministerial.

En efecto, los signos sacramentales no son puramente convencionales. La economía sacramental está fundada sobre signos naturales que representan o significan por una natural semejanza: así el pan y el vino para la Eucaristía son signos adecuados por representar el alimento fundamental de los hombres, el agua para el bautismo por ser el medio natural de limpiar y lavar, etc. Esto vale no sólo para las cosas sino también para las personas. Por tanto, si en la Eucaristía es necesario expresar sacramentalmente el rol de Cristo, sólo puede darse una “semejanza natural” entre Cristo y su ministro si tal rol es desempeñado por un varón (4).

De hecho, la Encarnación del Verbo ha tenido lugar una Persona de sexo masculino. Es una cuestión de hecho que tiene relación con toda la teología de la creación en el Génesis (la relación entre Adán y Eva; Cristo como nuevo Adán, etc.) y que, si alguien no está de acuerdo con ella o con su interpretación, de todos modos se enfrenta con el hecho innegable de la masculinidad del Verbo encarnado. Si se quiere, por tanto, tendrá que discutirse el por qué Dios se encarna en un varón y no en una mujer; pero partiendo del hecho de que así fue, no puede discutirse que sólo un varón representa adecuadamente a Cristo-varón.


Objeción 1. La objeción de los anglicanos proclives a la ordenación femenina es que, según ellos, lo fundamental de la encarnación no es que Cristo se haya hecho varón sino que se haya hecho “hombre”. Por tanto, no es tanto el varón quien representa adecuadamente a Cristo sino el “ser humano” en cuanto tal.

Respuesta. El problema de la objeción consiste en un insuficiente concepto de lo que se denomina, en la teología sacramental, “representación adecuada”. Los signos sacramentales tienen que guardar una representación adecuada, es decir, lo más específica posible. Desde este punto de vista, el “ser humano” (varón-mujer) es una representación adecuada de Cristo pero en su sacerdocio común (el sacerdocio común de los fieles), no de Cristo en su Sacerdocio ministerial de la Nueva Alianza. El “ser humano” representa adecuadamente al Verbo hecho carne, pero representa sólo genérica y borrosamente a Cristo sacerdote. De hecho, el carácter sacerdotal (ministerial) es una subespecificación del carácter general cristiano que viene dado a todo hombre (varón y mujer) por el bautismo.


Objeción 2. Cristo está ahora en la condición celestial, por lo cual es indiferente que sea representado por un varón o por una mujer, ya que “en la resurrección no se toma ni mujer ni marido” (Mt 22,30).

Respuesta. Este texto (Mt 22,30) no significa que la glorificación de los cuerpos suprima la distinción sexual, porque ésta forma parte de la identidad propia de la persona. La distinción de los sexos y por tanto, la sexualidad propia de cada uno, es voluntad primordial de Dios: “varón y mujer los creó” (Gn 1,27).


2) El simbolismo nupcial. Cristo es presentado en la Sagrada Escritura como el Esposo de la Iglesia. De hecho en Él se plenifican todas las imágenes nupciales del Antiguo Testamento que se refieren a Dios como Esposo de su Pueblo Israel (cf. Os 1-3; Jer 2, etc.). Esta caracterización es constante en el Nuevo Testamento:

–en San Pablo: 2 Cor 11,2; Ef 5,22-33

–en San Juan: Jn 3,29; Ap 19,7.9

–en los Sinópticos: Mc 2,19; Mt 22,1-14

Ahora bien, esto resalta la función masculina de Cristo respecto de la función femenina de la Iglesia en general. Por tanto, para que en el simbolismo sacramental, el sujeto que hace de materia del sacramento del Orden (que representa a Cristo), y luego el sujeto que hace de ministro de la Eucaristía (que obra “in persona Christi”) sea un signo adecuado, tiene que ser un varón.

Objeción. El sacerdote también representa a la Iglesia, la cual tiene un rol pasivo respecto de Cristo. Ahora bien, la mujer puede representar adecuadamente a la Iglesia; entonces también puede ser sacerdote.

Respuesta. Es verdad que el sacerdote también representa a la Iglesia y que esto podría ser desenvuelto por una mujer. Pero el problema es que no sólo representa a la Iglesia sino también a Cristo y que esto, por todo cuanto hemos dicho, no puede representarlo una mujer. Por tanto, el varón puede representar ambos aspectos, pero la mujer sólo uno, el cual no es el propiamente sacerdotal.


3. Conclusión

Los errores principales giran en torno a dos problemas. El primero es no concebir adecuadamente el sacerdocio sacramental, confundiéndolo con el sacerdocio común de los fieles. El segundo, es dejarse llevar por los prejuicios que ven en el sacerdocio ministerial una discriminación de la mujer y paralelamente un enaltecimiento del varón en detrimento de la mujer; es una falta de óptica: en la Iglesia católica, el sacerdocio ministerial es un servicio al Pueblo de Dios y no una cuestión aristocrática; es más, esto último es precisamente, un abuso del sacerdocio ministerial semejante al que contaminó el fariseísmo y saduceísmo de los tiempos evangélicos. Finalmente, los más grandes en el Reino de los Cielos no son los ministros sino los santos; y –excluida la humanidad de Cristo– la más alta de las creaturas en honor y santidad, la Virgen María, no fue revestida por Dios de ningún carácter sacerdotal.

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[1] E. Schillebeeckx O.P., Soy un teólogo feliz. Entrevista con F. Strazzati, Sociedad de Educación Atenas, Madrid 1994, pp. 117-118.

[2] Dos documentos han tocado explícitamente el tema: Instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Inter insigniores, La cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial, 15 de octubre de 1976. Enchiridion Vaticanum, Volumen 5 (1974-1976), nnº 2110-2147; Carta Apostólica de Juan Pablo II, , 22 de mayo de 1994. A lo que hay que añadir: Card. Ratzinger Ordinatio Sacerdotalis, “Respuesta a la duda sobre la doctrina de la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis”, del 28 octubre de 1995.

[3] Cf. Inter insigniores, nº 2115.

[4] Inter insigniores, nº 2134.

EL PURGATORIO - UN MISTERIO DE DIOS




Aquí traemos dos historias contadas por sacerdotes. Una es de  sacerdote en Scottsdale, Arizona, que ha construido una capilla para las almas del purgatorio, en parte, como consecuencia de sus propias experiencias con los difuntos en el “otro lado”. La capilla se llama Oratorio de las Almas Santas y tiene el Santísimo Sacramento.
El otro caso es el testimonio del padre Dwight Longenecker, una persona que llegó a sacerdote católico ya siendo sacerdote anglicano. El testimonio narra los dones de visión de los muertos de un sacerdote anglicano católico que conoció, pero que lamentablemente abandonó el sacerdocio y a su esposa para ir a vivir con su novio.

LAS PRIMERAS EXPERIENCIAS DEL PADRE LORIG CON LAS ALMAS DEL PURGATORIO
El padre Doug Lorig, un converso de sacerdote episcopaliano por medio del ordinariato, ahora pastor de una de las parroquias católicas más importantes en el área de Phoenix, dice que el Señor ha utilizado una serie de experiencias místicas extraordinarias para instruirlo sobre las devociones más profundas del catolicismo.
Esas devociones incluyen la oración por las almas del purgatorio – algo que no se sigue en la mayoría de denominaciones protestantes y evangélicas (donde la otra vida sólo tiene dos destinos: el Cielo y el infierno).
Para el padre Lorig, en plena forma a los 78 años y lleno del Espíritu Santo, es una cuestión de ver algunas de ellas con sus propios ojos.
En una docena de ocasiones, dice el sacerdote, se ha encontrado personalmente con espíritus de los muertos, incluyendo en la cama durante la noche, y ha sido llevado a rezar para guiar sus almas hacia Jesús.
El Padre Lorig, que fue ordenado sacerdote católico en 1984, y quien está casado y tiene cuatro hijos (y quince nietos), tuvo algunas experiencias especiales, mientras estaba que en la Iglesia Episcopal de San Andrés en Nogales (cerca de la frontera con México).
Fue construida sobre un cementerio indio, paleo-indios que eran pacíficos, dice el padre Lorig, párroco de Santa María Goretti  (él no está asociado a las reclamaciones previas de esa la iglesia de eventos sobrenaturales).
Él cuenta que:
Mientras estábamos cavando un sagrario – un pozo seco [para la eliminación adecuada del vino de la comunión] – los trabajadores se encontraron con vasijas hechas a mano Llamamos a la Universidad de Arizona, que tenía paleontólogos, y vinieron.
Fue muy interesante, dice el sacerdote. Preguntaron – estos arqueólogos de la universidad – si no había habido ningún evento paranormal relacionado con la búsqueda de las vasijas.
Hubo dos. Cada vez que cruzaba la iglesia y me sentaba en un banco que chillaba, al rato también había otro chirrido en el banco – como si alguien estuviera sentado allí. Yo discerní que un anciano me seguía y llamé al hombre que había sido pastor antes de mí y le pregunté si había visto algo. Él no, pero su esposa sí: sentía que un indio viejo le seguía a todas partes – inofensivo, pero un alma que no pertenecía a allí.
La noche antes de la llegada de los arqueólogos, tuve un sueño en el que vi una colina desierta y un anciano, encorvado trayendo una niña de ocho o nueve años, tal vez más joven, Su pelo caía y él estaba de duelo.
Me desperté y me pregunté, ¿qué fue eso? Resultó que encontraron una vasija con los restos de un viejo cremados y una más pequeña con los restos de fragmentos de huesos de una joven, en vasijas que eran de cientos de años. Eran indios de ‘Las Trincheras’. Me dio la sensación que la niña había muerto trágicamente y el viejo era su abuelo.
Una vez que él oró por ellos, las perturbaciones y los sentimientos se detuvieron.
Era como si su alma hubiera vagado durante diez siglos, o al menos se hubiera manifestado durante mucho  tiempo, y simplemente necesitaba oración y reconocimiento, y ahora estaba en paz.
Al Padre Lorig le dijo a un amigo que tiene ascendencia indígena, que creen que un indio tiene dos almas, una que guarda la tumba y la otra que sigue al Gran Espíritu.

COMPRENDE SU MISIÓN
El sacerdote, quien también es autor de un libro, El Corazón de un Padre: Rosario de Meditaciones para los Papás, relata también un momento en que de la nada le enviaron 1.300 estampitas, alguien de Sheboygan, Wisconsin, que las había recogido de funerales, y se puso a celebrar Misa para cada una. A partir de entonces hubo muchos casos, dice de las experiencias. Empezó y me asustó, dice el padre Lorig. Antes de convertirse en católico, el Padre Lorig dice que fue a Phoenix para una convención y en el medio de la noche se despertó y abrió los ojos y vio una mujer con un perro a los pies de la cama. Le grité en voz alta, dice el padre Lorig. A la mañana siguiente fui a la recepción y le pregunté al hombre que había trabajado mas tiempo allí si había habido una mujer y un perro muertos aquí y me dijo que sí, que hubo una mujer y su perro que habían sido muertos en un accidente en la calle fuera del hotel. En Dallas hubo experiencias con los muertos que me asustaron, dijo el clérigo. Le dije a Dios, que parara esto. Si esto es algo que haces, no lo quiero. Me despertaba en medio de la noche y veía el espíritu de una persona muerta. Pero las observaciones estaban asociadas, pronto se dio cuenta la intercesión que el Señor deseaba.
EL CASO DE UN ALMA QUE LE AGRADECE
En un caso que sepultó a un joven de 17 años de edad, llamado Tony, que había estado involucrado con las drogas y se suicidó,
Oré por él en cada misa durante un año y un año más tarde fui al Cementerio Reina del Cielo para otro funeral, de un recién nacido, y aparqué el coche en el otro extremo del cementerio, dice el padre Doug.  Entonces fui a la bóveda, dije oraciones y consolé a la familia; y estaba caminando más allá de todas estas tumbas y paré porque alguien me estaba llamando por mi nombre.
Padre Doug, Padre Doug
Y no había nadie allí.
Miré hacia abajo y estaba justo en tumba de Tony y tuve una locución.
.
Le oí decirme claramente, “Padre Doug: gracias”

ORAR POR LAS ALMAS QUE ESTÁN ATADAS A LA TIERRA
Algunas almas hacen su purgatorio en la tierra, dice el sacerdote, algunas están atadas a la tierra – atadas a un lugar de pecado o de pena, algo que no pueden dejar ir.
El sacerdote cita un caso en el que una joven que vio el espíritu de otro sacerdote que no tenía boca, como se vio después, el pobre sacerdote se había suicidado pegándose un tiro en la boca.
El sacerdote ha encontrado una fórmula efectiva, que es tener una misa para cualquier alma que parece molestar en un lugar y decir suavemente al alma: Llama a Jesús. Sigue diciendo ‘Jesús’ una y otra vez, hasta que él venga.

UN SACERDOTE CON EL DON DE VER A LOS MUERTOS
El testimonio del padre Dwight Longenecker narra los dones de visión de los muertos de un sacerdote anglicano católico que conoció, pero que lamentablemente abandonó el sacerdocio y a su esposa para ir a vivir con su novio. Lo voy a llamar Padre John. Era sacerdote carismático anglo católico, dice Dwight Longenecker. Un amigo de mi hermano Daryl, que llamaremos Henry, murió repentinamente en un accidente de avión y él estaba molesto porque aunque Henry era creyente, creía que estaba lejos de Dios cuando murió. Así que el padre John dijo: “Tenemos que hacer una Misa réquiem por Henry.” Entraron en la iglesia y cerraron la puerta por privacidad. Otro sacerdote, que llamaremos P. George, celebró la Misa. Henry era de unos veinte años de edad. Tenía poco más de un metro y medio de altura, con una mata de pelo rubio y una cara ancha con pecas. En el momento de la comunión Daryl estaba llorando y sintió que Henry estaba allí a su lado, y que Henry estaba inquieto y perturbado. En su propia mente Daryl dijo a Henry que no tuviera miedo. Ellos estaban orando para que él encontrara a Jesús. Después de la misa, Daryl dijo al P. John, “sentí que Henry estaba allí de alguna manera.” El P. John dijo: Oh, sí. Yo lo vi”. “¿Qué quiere decir que lo vio?” “En el ofertorio un joven bajó de la parte posterior de la iglesia.” “Espere. La puerta estaba cerrada con llave. No vi a nadie”. El P. John sonrió: “Yo sé que no vio a nadie, pero yo lo hice.” “¿Cómo era él?” “Un poco más de un metro y medio de altura, con una amplia cara pecosa y una mata de pelo rubio.” “¡Ese es Henry! Pero yo no se lo describí a usted. ¿Quiere decir que vio un fantasma?“ “Vi a Henry tan sólido y real como lo veo a usted ahora.” “¿Qué pasó luego?” “Se arrodilló junto a usted en el comulgatorio, y después de la misa, salió por el extremo este de la iglesia y hacia arriba en la luz de la mañana” Fr. George dijo: “Sentí su presencia también, pero no lo vi. Él estaba en mi mente como John lo describe”. Este sacerdote conoció a Henry que vivió en los EE.UU. Esto tuvo lugar en Inglaterra.

Historia verdadera. No exagerada.
¿QUÉ HACEMOS CON ESTO?
En primer término, la misa de réquiem fue eficaz en la aplicación del amor salvador de Cristo a las necesidades de un alma que partió súbitamente. La misa fue efectiva aún si nadie hubiera sido capaz de ver al muerto. Y la presencia vista del alma es una muestra de ello. Podemos suponer que se escucharon las oraciones de los fieles y sin duda podemos esperar que lo que se vio en la visión fue cierto en realidad: que Henry fue a la luz y al amor de Cristo. Por otro lado, pareciera que algunas personas tienen dones psíquicos, así como algunas personas tienen dones artísticos o deportivos o musicales. Son un regalo para dárselos de vuelta a Dios y usarlos para su gloria.
Una persona puede tener un don psíquico regalado por Dios, pero por el libre albedrío cederlo a satanás y utilizarlo en espiritismo, adivinación o alguna otra actividad oculta.
Y otra persona puede entregarlo a Dios y utilizarlo para la curación, el discernimiento, la lectura de las almas y la dirección espiritual.
El Padre Pio tuvo claramente regalos asombrosos que entregó a Dios. El problema con estas personas es que muy a menudo los mismos dones que les han puesto los apartan y tienen un camino espiritual muy difícil por delante. Especialmente si se encuentran con sacerdotes que descreen de lo sobrenatural. También debemos recordar que los dones psíquicos no son una garantía de santidad personal, de la misma forma que estar dotado musicalmente, artísticamente o en atletismo no hace santa a una persona. Convertirse en un santo tiene poco que ver con las visiones místicas y todo que ver con la disciplina, la abnegación y la fe. Y un ejemplo es éste. La triste realidad del asunto es que el P. John finalmente dejó el sacerdocio y dejó a su esposa para vivir en pecado con un novio. Los dones psíquicos siempre están para ser entregados al Espíritu Santo y la persona debe estar bajo la supervisión de un buen director espiritual y, si es posible de gran nivel espiritual. Los medios objetivos de la gracia son los sacramentos. La gracia salvadora de Dios está siempre presente allí.

Fuentes: