lunes, 28 de febrero de 2022

74 – REFLEXIONES Y VIVENCIAS

Oración a Cristo con palabras de un pagano:

«Mucho me has dado, aun te pido más.

No vengo a ti solo por beber el agua, vengo por el manantial.

No porque me lleves hasta la puerta solamente, sino a la sala del Señor.

No solo por la dádiva del amor, sino por el amante mismo» (Rabindranath Tagore)

PAPA FRANCISCO PROPONE “EL MEJOR ANTÍDOTO” PARA EL PELIGRO DEL EXTREMISMO

Al recibir esta mañana a los líderes de las Iglesias cristianas en Irak, a un año de su “inolvidable” visita al país de Medio Oriente del 5 al 8 de marzo de 2021, el Papa Francisco propuso lo que considera “el mejor antídoto” para el peligro del extremismo.

“Ustedes saben bien que el diálogo interreligioso no es asunto de pura cortesía. No, va más allá. No es un tema de negociación o diplomacia, va más allá. Es un camino de fraternidad hacia la paz, un camino con frecuencia fatigoso pero que, especialmente en estos tiempos, Dios pide y bendice”, dijo el Santo Padre en la audiencia este lunes en el Vaticano.

El Papa Francisco resaltó que ponerse en diálogo es también el mejor antídoto para el extremismo, que es un peligro para los adherentes de toda religión y una grave amenaza a la paz”.

“Hace falta además trabajar para erradicar las causas remotas de los fundamentalismos, de estos extremismos que se dan más fácilmente en contextos de pobreza material, cultural y educativa, y son alimentados por situaciones de injusticia y precariedad, como los que deja la guerra”.

“¡Y cuántas guerras, cuántos conflictos, cuántas nefastas interferencias han golpeado su país!”, exclamó el Santo Padre. “Su país tiene dignidad propia, la propia libertad, y no puede ser reducido a un campo de guerra”.

El Papa recordó luego que Irak es el inicio de “la antigua civilidad de Medio Oriente”, y también “tierra de exilios”, pese a lo cual las comunidades “han ofrecido valientes testimonios de coraje y fidelidad al Evangelio”.

“Por esto doy gracias a Dios y expreso a ustedes mi reconocimiento. Me inclino ante el sufrimiento y el martirio de quienes han custodiado la fe, también con el precio de la vida”.

El Papa Francisco hizo votos luego para que “la sangre de numerosos mártires de nuestro tiempo, pertenecientes a diversas tradiciones pero unidos en el mismo sacrificio, sea semilla de unidad entre los cristianos y signo de una nueva primavera de fe”.

“En medio de un pueblo que ha padecido tantas laceraciones y discordias, los cristianos resplandecen como signo profético de unidad en la diversidad”, aseguró el Pontífice.

Por todo ello, “no es posible imaginar a Irak sin cristianos. Esta convicción no se basa solo en el fundamento religioso, sino en las evidencias sociales y culturales”.

Irak ha sido muy golpeado por la guerra iniciada tras la ocupación de las tropas de Estados Unidos en 2003, para derrocar el régimen de Sadam Hussein, y luego por la brutal ofensiva de los terroristas del Estado Islámico, desde mediados de 2014.

La región de la llanura de Nínive, que acogía a muchos cristianos, fue la más castigada por los terroristas. Se trata de una región con una presencia cristiana histórica, que se remonta a los orígenes del cristianismo.

Tras la ocupación del territorio, muchos cristianos huyeron de Mosul, Qaraqosh y otros pueblos y aldeas de los alrededores, y se refugiaron en el Kurdistán iraquí, al norte de la llanura.

La capital del Kurdistán iraquí, Erbil, se convirtió entonces en un signo del exilio y la resistencia cristiana y de otras minorías religiosas, como los yazidíes, y los musulmanes contrarios al Estado Islámico.

El Santo Padre visitó las ciudades de Mosul, Qaraqosh y Erbil, como un símbolo de apoyo y cercanía a esas comunidades cristianas.

En su discurso esta mañana, el Papa Francisco animó a los líderes cristianos a no desalentarse y a seguir trabajando por la paz, invocando al Espíritu Santo también para lograr la unidad y “reforzar la comunión entre nosotros y nuestras iglesias”.

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

LA FORMACIÓN PARA LA PAZ

Si orientamos la vida hacia el ideal de la unidad y solidaridad, instauramos paz.

Por: D. Alfonso López Quintás, Universidad Complutense. Madrid |

Ante la hecatombe provocada por la primera guerra mundial (1914-1918) se planteó dramáticamente la pregunta de quién fue el culpable de tal horror. Afanosos de buscar las últimas causas, diversos pensadores sentenciaron que la culpa radical no debe ser atribuida a uno u otro de los contendientes sino a la condición espiritual del hombre. De ella surge el poder de pensar y proyectar. El animal mata lo necesario para subsistir, pero no monta guerras. No hemos visto nunca a una horda de guepardos planear una guerra contra una horda de leones. El hombre no recibe la vida planificada: debe él programarla, y para ello dispone de las condiciones necesarias.

Esta es la gran cuestión que debemos aclarar si queremos plantear debidamente el tema de la paz. El espíritu puede planificar conflictos de todo orden, pero ¿lo hace necesariamente?¿No puede, asimismo realizar proyectos de paz? ¿En qué casos lleva a cabo lo uno o lo otro? Quiero manifestar desde el principio mi posición al respecto: Si consagramos las fuerzas del espíritu a realizar el ideal del dominio y la posesión, provocamos conflictos. Si orientamos la vida hacia el ideal de la unidad y solidaridad, instauramos paz.

Durante los cuatro siglos de la Edad Moderna -sumamente fecunda en muchos aspectos-, el hombre occidental vivió y trabajó a impulsos del ideal que implica el llamado “mito del eterno progreso. El conocimiento científico da lugar al conocimiento técnico; éste permite dominar la realidad en torno, producir artefactos, lograr bienestar y felicidad. Elevando esta progresión a la enésima potencia, se concluye que un saber científico muy elevado dará lugar a una medida correlativa de poder técnico, de dominio de la realidad, de creación de artefactos y de logro de felicidad. En el año 1914, una ciencia y una técnica asombrosas dieron lugar al mayor conflicto de la historia, no a situaciones de felicidad altísima. Millones de jóvenes inocentes pagaron al precio de sus vidas un error de sus mayores: suponer que es automática la vinculación entre el dominio de cosas y personas y el sentimiento de felicidad. No repararon en que el cultivo de la ciencia y la técnica, si se realiza con una actitud egoísta, no une a los hombres y los pueblos; los escinde y enfrenta. Con profunda razón pudo decir el gran humanista y científico Albert Einstein: “La fuerza desencadenada del átomo lo ha cambiado todo, menos nuestra forma de pensar. Por eso nos encaminamos hacia una catástrofe sin igual".

¿En qué consiste cambiar la "forma de pensar"? En cambiar el ideal. La sociedad occidental se encontró en 1918 sin razón de ser, sin el impulso que la había llevado a conseguir increíbles éxitos en muchos órdenes. Una sociedad sin ideal es un velero sin timón en medio de una tormenta. “No puede Vd. Figurarse -me dijo en una ocasión Romano Guardini, el gran guía de la juventud alemana- cómo encontré a los jóvenes alemanes cuando me hice cargo del Movimiento de Juventud. Su ideal consistía en encerrarse en las cervecerías, espesar el aire con el humo del tabaco y jugar a las cartas.

La falta de ideal conduce al desconcierto. El desconcierto anula en buena medida la capacidad creadora, la capacidad sobre todo de fundar auténticos vínculos personales y darle así sentido pleno a la vida. Esta falta de sentido se traduce en tedio y vacío existencial, la conciencia difusa y amarga de no tener razón de ser. A esta conciencia se debe, según el psicólogo vienés Viktor Frankl, la mayoría de los desarreglos psíquicos que padece el hombre actual(1).

Nada extraño que los espíritus más lúcidos hayan pedido clamorosamente un cambio de ideal. Ya sabemos que el ideal no es una mera idea. Es una idea motriz, una idea que implica un valor tan alto que constituye la clave de bóveda de todo el edificio personal. Del ideal pende todo en la vida del hombre, porque decide nuestro sistema de valoraciones. Lamentablemente, el desfondamiento espiritual típico de la post-guerra no permitió realizar el cambio de ideal que se solicitaba, el paso del ideal de la posesión y el dominio al ideal de la unidad y la solidaridad. Y sobrevino la segunda gran guerra (1939-1945). Tras ella, Europa se encontró en el “desierto”, imagen que significa el grado cero de creatividad y de esperanza.

LA PAZ, COMO ACTITUD CREATIVA

Para levantar el ánimo de sus derrotados compatriotas franceses, ese hombre lúcido que fue Antoine de Saint-Exupéry escribió El principito, y su mensaje se cifra en un sencillo ruego: “¡Por favor, dibújame un cordero!”, es decir: elévate al plano de la vida creativa(2). Te
hayas en el desierto; tu avión -lo único que te queda de cuanto poseías- ha fallado y se halla reducido a la condición de cacharro inútil. Pero todavía es posible darle sentido a la vida. Ese sentido brota en el encuentro, la relación interpersonal que no fue posible ni con el vanidoso, ni con el bebedor, ni con el hombre de negocios obsesionado por poseer y tener; pero puede surgir en el desierto de la humillación absoluta.

Este gran escritor, que iba a sucumbir muy pronto en la última de las misiones de guerra que le habían permitido realizar, entendió muy bien cómo hay que superar las consecuencias de los conflictos y las causas do los mismos: elevándose de nivel, del nivel del dominio de artefactos al nivel de la creación de lazos personales. Su mensaje, trasmitido en plena contienda mundial, no habló de rencor ni de revancha, sentimientos propios de espíritus resentidos, sino de dar el salto a un plano de creatividad en el que florece el encuentro personal, que es lo único que puede transfigurar la vida del hombre y cuanto le rodea. Una vez que se hicieron amigos el piloto y el principito, éste debía volver con los suyos, y para ello tenía que soportar el trauma de la muerte, que le iba a provocar la serpiente. Por eso le dice al piloto: Tú no vengas, porque vas a creer que sufro, y no sufro, tengo la satisfacción de volver a casa; va a parecerte que muero, y no muero, vivo un tránsito... El encuentro transfigura el dolor y la muerte. Pero transfigura también el desierto, que se convierte en el paisaje más bello de la tierra, porque en él surgió una bella amistad, y transfigura los espacios siderales ya que, una vez que se vaya el principito, en una de las estrellas habrá un amigo que sabe reír...

De manera genialmente sencilla se nos sugiere aquí que la paz es una actitud creativa; crea vínculos estables, fuertes, entrañables. No se reduce a mera falta de conflictos. De ahí la necesidad ineludible de configurar un auténtico Humanismo de la unidad si queremos cultivar la paz. Es una tarea de gran empeño que supone un reto para las generaciones actuales.

Esta colosal tarea apenas ha sido abordada por la sociedad. De hecho, el mensaje de Saint- Exupéry no fue escuchado, y hoy nos hallamos en la misma situación de incertidumbre, apatía y desánimo de las dos últimas posguerras. ¿Por dónde hemos de empezar la labor? Se nos dice actualmente que debemos formar a los niños y jóvenes para la paz. Es un gran propósito, pero hemos de estudiar a fondo todo lo que implica para ir a lo esencial y tener garantía de éxito. Si no ahondamos en los problemas y los planteamos con todo rigor no lograremos resolverlos. En un plano de superficialidad triunfan inevitablemente los manipuladores, los que halagan al pueblo para someterlo luego a vasallaje.

Si queremos realizar una auténtica formación para la paz, hemos de estudiar cuidadosamente cómo estamos constituidos los seres humanos, cuáles son las leyes de nuestro verdadero desarrollo como personas y como seres comunitarios. Si cumplimos esas leyes, tenemos seguridad de configurar un clima de encuentro y, por tanto, de paz.

EL SER HUMANO Y EL ENCUENTRO

La ciencia biológica más cualificada nos enseña actualmente que los hombres somos "seres de encuentro", vivimos como personas, nos desarrollamos y perfeccionamos creando toda serie de encuentros. Para encontrarnos, debemos cumplir ciertas exigencias: generosidad, apertura al otro, disponibilidad, veracidad, fidelidad, sencillez, cordialidad, libertad interior... Soy libre de verdad cuando no estoy sometido a mis apetencias inmediatas, sino cuando tomo distancia de éstas y elijo en función del ideal de la unidad y solidaridad. Entonces puedo encontrarme de verdad con otras personas. El concepto de encuentro ha de ser entendido, rigurosamente, como el entreveramiento de dos realidades que son centros de iniciativa y se ofrecen posibilidades con el fin de enriquecerse mutuamente. Este enriquecimiento tiene lugar cuando instauramos formas elevadas de unidad. Por eso no hay nada que nos una tanto como compartir el deseo de hacer el bien en común(3).

Este deseo es suscitado por el ideal de la unidad. Es un ideal que debemos descubrir y asumir como algo propio y profundo, lo más profundo y lo más propio de nuestro ser. A veces, ese descubrimiento se realiza súbitamente, merced a un testimonio elocuente. Tras la última guerra mundial se formaron en Centroeuropa diversos campos de refugiados para albergar a quienes habían huido del Este y se hallaban en una situación límite. Un buen día apareció en uno de esos campos un hombre desconocido -el hoy legendario P. Werenfried van Straaten-, y en nombre de un Dios que es amor les repartió alimentos y vestidos. Entre los refugiados se hallaba una niña de seis años, que actualmente sirve en la India como religiosa a los más pobres.

"Aquel día se decidió mi vocación -confesó-. Hasta entonces nunca había oído la palabra amor, ni había experimentado lo que era sentirse amada. Como por un relámpago, descubrí que éste era el ideal de mi vida: servir a ese Dios que es capaz de vencer el odio con el amor".

El ideal del amor, cuando resplandece en un testimonio vivo, eclipsa el poderío devastador del odio y la destrucción. Si realizo un encuentro auténtico, aunque sólo sea una vez en la vida, tengo luz para toda la vida, luz para comprender dónde está mi verdadero ideal, y cuál es en consecuencia mi auténtica vocación y mi auténtica misión.

Al encontrarnos de verdad, se crea un campo de juego común, y en éste sucede algo magnífico: se superan las divisiones entre lo mío y lo tuyo, la independencia y la solidaridad, el interior y el exterior, el dentro y el fuera... Si me encuentro contigo y soy amigo tuyo, tus problemas son mis problemas, tus gozos son mis gozos, pues yo no estoy aquí y tú estás ahí fuera de mi; ambos nos hallamos creando un ámbito de interacción, de ayuda mutua, de comprensión y participación. Entonces es posible una forma penetrante de empatía, que me permite verte por dentro, ponerme en tu situación, contemplar la vida desde tu perspectiva y adoptar tus puntos de vista.

Cuando creamos auténticos encuentros, tenemos hogar, en el sentido profundo en que utilizan este vocablo los pedagogos actuales. Nietzsche declaró amargamente: "¡Ay de aquel que no tenga hogar! ". Carece de hogar el que no crea vínculos interpersonales, el que no “habita en sentido transitivo”, el que no funda espacios de comprensión, de amistad e intercambio.

CONDICIONES PARA INSTAURAR LA PAZ

En esquema, formarse para la paz supone las actividades siguientes:

1. Aceptarse uno a sí mismo, a la propia realidad personal con todo cuanto implica.
2. El ser humano es un "ser de encuentro". Sólo se desarrolla y realiza cabalmente cuando cumple las condiciones del encuentro: generosidad, fidelidad, cordialidad, veracidad, respeto... Respetar al otro en lo que es, en su condición de persona, es disponerse para la concordia. Reducirlo de rango es prepararse para el ataque. Cuando se reduce a una persona o un pueblo a mero obstáculo en el camino, estamos en franquía para intentar anularlo. Es el preludio de todos los conflictos.
3. Las condiciones del encuentro las cumplimos decididamente cuando encaminamos nuestra vida hacia el ideal de la unidad. Se nos viene pidiendo desde la primera guerra mundial que cambiemos el ideal. Si de manera expresa o tácita seguimos orientados hacia el viejo ideal de la posesión y el dominio, estaremos colaborando a crear un clima de conflicto. Del ideal pende todo: nuestro sistema de valoración, nuestra escala de preferencias, nuestras pretensiones. Si nuestro ideal es el ajustado a nuestro ser personal, seremos fundadores de paz. Si es un ideal falso, generaremos lucha y conflicto, porque nosotros mismos estaremos desgarrados internamente entre lo que somos y lo que debiéramos ser. Para fundar paz, hay que empezar por conseguir el equilibrio personal y la armonía interior.
4. Este equilibrio armónico es destruido por la caída del hombre en las diferentes formas de vértigo o fascinación. Proclamar que uno está contra la guerra y a favor de la paz y fomentar a la vez la actitud de hedonismo egoísta -fuente de las experiencias de vértigo- es una grave incoherencia. La sociedad está desgarrada hoy día por toda suerte de incoherencias de este género.
5. Ese equilibrio interior es conseguido cuando se entrega uno a las experiencias de éxtasis, que son experiencias de creatividad y encuentro. En la unidad valiosa que implica el encuentro se halla la verdad profunda del ser humano. Podríamos decir, pues, con todo rigor que formarse para la paz es formarse para amar la verdad incondicionalmente, desinteresadamente. La verdad no es objeto de posesión. No tiene sentido hablar de “mi” verdad. La verdad no la poseo; soy nutrido por ella. No puedo mercadear con la verdad, como si fuera objeto de canje. El mentiroso juega con la verdad porque la rebaja a condición de medio para sus fines. El hombre veraz se atiene a la verdad porque confía en su valor, en su capacidad de orientar debidamente su vida. Si la verdad dependiera de él, si no fuera absoluta sino relativa, no podría comprometerlo en lo más íntimo porque no suscitaría una confianza incondicional. Por eso el hombre veraz celebra que la verdad sea estable, absoluta, ab-soluta, libre de todo condicionamiento, ya que sólo puede ob-ligarse a lo que merece confianza absoluta debido a su solidez inquebrantable. Es necesario para el crecimiento de la persona que haya verdades absolutas que constituyan para el hombre puntos últimos de referencia que den sentido a su vida.

Por eso el relativismo y el subjetivismo destruyen el verdadero diálogo, que consiste en buscar la verdad en común, una verdad que conceda a las propias ideas auténtica densidad y valor. El relativismo parece en principio muy tolerante, pero es la raíz última de las actitudes intransigentes, pues el que no se adhiere a la verdad acaba dominado por los propios intereses. El relativista suele ser intransigente en la defensa de que todo es relativo.

De lo antedicho se deduce que ser tolerante no equivale a ser permisivo, condescendiente a ultranza por la convicción de que la validez de las opiniones y las actitudes no pende de un canon externo al hombre sino del modo de ser de cada sujeto. Este tipo de permisividad no implica tolerancia sino más bien indiferencia; denota una falta de compromiso con los valores y con la verdad.

Estas condiciones de la paz exigen todo un proceso formativo, riguroso y sistemático. Es la tarea de la Escuela de Pensamiento y Creatividad, un proyecto formativo que estoy promoviendo en España e Iberoamérica desde 1987 con el fin de incrementar el desarrollo humano y lograr una verdadera paz(4).

¿REALMENTE SE PUEDE VENDER EL ALMA AL DEMONIO?

Teológica o filosóficamente hablando no es algo factible, veamos el por qué.

Por: n/a | Fuente: DiocesisdeCelayaMX.blogspot.com

Hace días pasó en mi ciudad en Monterrey Nuevo León, que a una mujer joven durante un rito satánico que hacían en su casa, le pidieron que ofreciera a su hijo, un pequeño de 3 años, y sin piedad lo quemó vivo dentro de su casa. ¿Qué dice la Iglesia sobre estas almas que por otras son ofrecidas al demonio? Era un niño, creo yo que a su edad aún no conocía el pecado, ¿qué pasa con él entonces? ¿Se condena o entra en la justicia divina y confiamos esté en la casa de Dios? ¿Podemos hacer algo por esas almas? 

La tragedia de Fausto es una obra de teatro basada en una historia escrita por Goethe en la que este doctor vende su alma al diablo para conseguir poder y conocimiento. Fausto hace un trato con el diablo: venderle su cuerpo y alma para recibir placeres y poderes sobrenaturales durante algunos años.

El diablo, aceptando el trato, le concede al Dr. Faustus el goce de los placeres del pecado durante esa temporada, y su destino parece estar sellado. Pero cuando se cumple el plazo, Fausto intenta frustrar los planes del diablo, enfrentándose a una muerte espantosa.

Esta historia es pues una leyenda que funciona bien como una metáfora de la paga del pecado, aunque no tenga ningún asidero bíblico ni teológico.

En la sagrada escritura no existe ningún caso de una persona que haya literalmente “vendido” su alma a Satanás. Tampoco teológica o filosóficamente hablando es algo factible.

A PARTIR DE AQUÍ HAY QUE TENER PUES EN CUENTA 5 COSAS:

1. Nadie puede pactar con el diablo para ofrecerle o venderle la propia vida (o el alma) o una vida ajena, por la sencilla razón que no nos pertenecemos a nosotros mismos, como tampoco nadie nos pertenece; todos le pertenecemos a Dios, somos suyos (Sal 8, 6-7; Ef 2, 10).

Cuando se escucha decir que una persona le ha vendido el alma al diablo se está diciendo simplemente que dicha persona, para conseguir a toda costa sus objetivos, ha preferido recurrir a medios non sanctos (pecados graves) sin importarle su condenación; es solo una figura metafórica. Por otra parte, no es posible firmar ningún tipo de contrato con el diablo y menos aún protocolizarlo ante notario.

En el mismo sentido también son erróneas aquellas afirmaciones de muchos cuando, por ejemplo, dicen: “Yo con mi cuerpo hago lo que quiero”, o “yo tengo derecho a decidir sobre mi cuerpo”. El espíritu, alma y cuerpo (la totalidad) no le pertenecen a la persona humana, sino a Dios su creador; en consecuencia cada uno está llamado sólo a respetar y administrar los dones de Dios comenzando por el don de la vida.

2. Aunque le pertenezcamos a Dios, Él no nos obliga a estar a su lado, en su casa, como expresa la parábola del Padre misericordioso (conocida también como del hijo pródigo) (Lc 15,11-22), en que, muy a su pesar, el padre deja marchar a su hijo menor.

Si optamos conscientemente por estar lejos del Padre, Él, aunque no quiera, permite que nos vayamos, nos deja ir para sufrir. Cristo nos liberó para que seamos libres; nosotros debemos mantenernos firmes en esa libertad para no someternos otra vez al yugo de la esclavitud (Ga 5, 1).

3. Y hablando concretamente del bebé que “supuestamente” fue ofrecido al diablo, siendo asesinado por su propia madre al arrojarlo al fuego, pues ese bebé no tendrá un destino de condenación haya o no recibido el sacramento del Bautismo.

Ese niño le pertenece a Dios su creador, y la madre, en un acto de demencia, tampoco tenía la posibilidad, como se ha dicho antes, de ofrecerlo al diablo porque no es suyo, no le pertenece aunque sea “su” hijo.

En caso de que el bebé en cuestión no hubiera recibido el sacramento del bautismo, él tiene un camino de salvación (Catecismo, 1261). “El Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de ser asociados, del modo queDios conoce, al misterio pascual” (Gaudium et spes, 22).

4. No le podemos ofrecer a nadie lo que no nos pertenece. Una persona puede ofrecer lo que ha hecho consciente y voluntariamente con sus propias manos. Y Dios objetivamente sólo puede recibir lo que esté de acuerdo con su voluntad. Las ofrendas a Dios han de ser lo mejor de lo mejor, recordemos la ofrenda de Abel (Gn 4, 4).

Dios sólo recibe lo bueno; ni Él puede recibir lo malo ni el diablo puede recibir lo bueno (la santa e inocente vida de ese bebé de tres años).

5.- Y finalmente recordemos que el poder de Satanás está limitado por la voluntad de Dios (Jb 1, 10-12; 1 Co 10, 13). Él defiende lo suyo y Él ha provisto los medios para defendernos contra los ataques de Satanás y contra su poder (Ef 6, 11-12).

CORRUPCIÓN Y EDUCACIÓN MORAL

El problema de la corrupción es un problema de educación. No de instrucción, sino de educación.

Por: Pedro Luis Llera | Fuente: Catholic.net

Una de las mayores preocupaciones que tenemos los españoles radica en los casos de corrupción que se destapan un día sí y otro también: EREs falsos en Andalucía, el caso Gürtel, Urdangarín, Pujol… Parece que no hay partido político que no esté salpicado por corruptelas y choriceos de todo tipo.

Y lo que a mí me surge inmediatamente es preguntarme por las causas y las soluciones. Me pregunto cómo se sentirán los padres de esos tipos que se han forrado a base de robar. Yo me sentiría abochornado si fuera el padre de cualquiera de esos ladrones y me preguntaría en qué habría fallado en la educación de mis hijos.

Y los hijos de todos esos delincuentes, ¿qué pensarán de sus padres? Supongo que no se podrán sentir muy orgullosos de ellos. Yo me avergonzaría si supiera que el pan que he recibido de mis padres proviene del robo o de la estafa.

Porque al final, el problema de la corrupción es un problema de educación. No de instrucción, sino de educación. Porque el latrocinio y la mentira no tienen que ver con el grado de estudios de las personas: hay sinvergüenzas en todos los estratos sociales, con carrera universitaria y sin ella; con cinco posgrados o sin estudios. El problema no se soluciona con leyes educativas ni con Bolonia ni mejorando los resultados de PISA. Ni siquiera endureciendo el código penal (que tampoco estaría mal). El problema de la corrupción es un problema de educación moral y en esa tarea, la escuela es subsidiaria de la familia. Un buen colegio puede colaborar en la labor de infundir unos determinados principios éticos a los alumnos, pero la moral y los principios se maman en casa.

Papá y mamá son quienes tienen la obligación de enseñar a los niños a no mentir, a no robar, a no abusar de los compañeros en el patio del colegio (ahora a eso se le llama “bullying”, que queda más fino y más moderno); a ser responsables de sus actos, a reprimir sus deseos caprichosos, a respetar a los compañeros y a ayudarlos siempre que sea necesario. Papá y mamá son quienes tienen que inculcar a los niños desde pequeños la necesidad de sacrificio y esfuerzo para alcanzar las metas que se hayan fijado o para superar los obstáculos que la vida les vaya poniendo por delante. Porque sin sacrificio, sin disciplina, sin esfuerzo, sin fuerza de voluntad no se consigue nada. Pero la voluntad y el carácter hay que forjarlo. El niño tiene que ser capaz de dominarse a sí mismo para no ser títere de sus propios instintos, de la vagancia o de sus pasiones desordenadas.

Así pues, si la educación moral es una de las responsabilidades básicas de los padres, la conclusión inmediata a la que podemos llegar es que el origen de la corrupción radica en buena medida en la crisis de la familia: divorcios, familias desestructuradas; niños desatendidos por padres que trabajan jornadas interminables y delegan sus obligaciones en abuelos, niñeras o guarderías (¿de qué vale ganar el mundo entero si pierdes los más importante?); padres irresponsables que prefieren cumplir todos los caprichos a sus hijos para evitar conflictos o para acallar su mala conciencia por el tiempo que no les dedican. Y en casos extremos, padres impresentables que maltratan, torturan o abandonan a sus hijos.

Hemos cambiado los valores y principios que sustentaron nuestra civilización durante siglos por contravalores que nos están conduciendo de nuevo a la ley de la selva. Pero, ¿cuáles son esos principios que debemos recuperar, que debemos vivir y transmitir a nuestros hijos? Sin ánimo de ser exhaustivo, yo apuntaría los siguientes:

1.- EL AMOR ES LO PRIMERO. El bienestar, el lujo, el dinero, los viajes, los coches, las casas, no son lo más importante. Lo más importante, lo que nos puede hacer realmente felices, es el amor: amar y sentirse amado. Amar a la esposa, a los hijos, a los padres, a los amigos, a los vecinos… Darse, entregarse, desgastarse por los demás. No hay otro camino hacia la felicidad. Lo más importante de la vida no se compra ni se vende. Lo que hará felices a tus hijos será el amor que tú les des, no los juguetes que les compres ni los viajes a los parques temáticos. Tus hijos necesitan tu tiempo, tu atención; que juegues con ellos, que les leas cuentos, que les mimes, que los abraces, que los beses. Para vivir con dignidad no hacen falta muchas cosas. Tal vez deberíamos revisar nuestra lista de prioridades y plantearnos vivir con menos cosas, con mayor austeridad, pero con más tiempo para disfrutar de los hijos.

Ello no empece – sobra decirlo – que sea necesario que los padres tengan un trabajo decente y un salario digno con el que llevar el pan a casa honradamente. El paro atenta gravemente contra la dignidad de las personas y pone en riesgo a la familia. No es que el dinero no sea importante: claro que lo es. Pero no es lo más importante: lo realmente determinante es el amor a la esposa o al esposo, a los hijos y al prójimo.

2.- LA RESPONSABILIDAD: somos responsables de nuestra vida y también de la de los demás. Pongámonos en el lugar del otro. Comportémonos con los demás como quisiéramos que los demás se comportaran con nosotros. Los demás también son asunto mío.

Somos responsables de nuestros actos, para bien y para mal; responsables de nuestros errores y de nuestros pecados. Estamos demasiado acostumbrados a buscar culpables y a echarle la culpa de todo a los demás, a la sociedad, al gobierno, a los políticos, a los profesores que le tienen manía a nuestros hijos... Y somos reacios a asumir la propia responsabilidad. Vivimos en una sociedad que exalta la libertad como derecho absoluto. Somos libres, sí; pero también responsables de nuestras decisiones. Aceptemos y afrontemos las consecuencias de nuestras decisiones y enseñemos a nuestros hijos a hacer lo mismo y a vivir su vida sabiendo que sus actos y sus decisiones tienen consecuencias para bien o para mal.

3.- LA HONRADEZ: NO SE ROBA NI SE ENGAÑA. Es fácil, ¿no? Ni en lo mucho ni en lo poco. No vale enriquecerse de cualquier manera. Además de ser un delito, quedarte con lo que no es tuyo resulta indecente. Recuperar la decencia es una necesidad imperiosa. Y la honradez no debe ser producto exclusivamente del miedo a que te acaben pillando con las manos en la masa. Uno debe ser honrado para estar en paz con su conciencia. Yo no robaría en unos grandes almacenes ni en un banco aunque tuviera todas las facilidades para ello y supiera a ciencia cierta que nadie se iba a enterar. No se roba por principios, por dignidad, por decencia. No se roba ni se traiciona a los demás ni se engaña ni se miente para que uno pueda mirarse en el espejo cada mañana sin que se te caiga la cara de vergüenza; para que uno pueda mirarles a los ojos a los hijos sin sentir el rubor de la culpa en la cara.

4.- LA HONESTIDAD: NO SE MIENTE NI SE TRAICIONA A LOS DEMÁS. La verdad, sea la que sea, nos perjudique o nos beneficie, es sagrada. El origen de todos los males es la mentira: de la corrupción, del adulterio… Un hombre vale lo que vale su palabra. Educar a nuestros hijos para que no mientan ni engañen resulta primordial. Hemos de recuperar y reivindicar el honor, la coherencia y la autenticidad. Engañar, mentir, traicionar, resulta indigno de una persona como Dios manda. Da igual que sea el presidente del gobierno que el tendero de la esquina. Hoy se tolera y se entiende que la gente mienta: “todo el mundo lo hace”, “es normal”... Pero la mentira y la traición resultan intolerables: más intolerables aún si esas mentiras y esas traiciones de dan dentro del matrimonio.

5.- LA FIDELIDAD: EL MATRIMONIO SE BASA EN EL AMOR. Pero estamos confundiendo el amor con el sentimentalismo barato de las novelas románticas. El amor no es un mero sentimiento pasajero. El amor implica compromiso y fidelidad. Si no, no es amor auténtico. Las infidelidades – el adulterio – están en el origen de la mayoría de los divorcios. Y las separaciones provocan dolor y sufrimiento en los propios cónyuges y en los hijos. ¡Cuántas vidas dañadas encontramos en los colegios a causa de las separaciones! Una persona que no cumple con la palabra dada no es de fiar.

6.- EL RESPETO. La dignidad de todo ser humano es sagrada desde la concepción hasta su muerte natural. Respetemos la vida – también la del no nacido. Respetemos la dignidad de los ancianos y enfermos; la de los que sufren cualquier tipo de limitación. Respetemos a los niños y a las mujeres.

Enseñemos a los niños a respetar a sus semejantes, a los adultos, a sus propios padres. Enseñémoslos a ser educados: a ceder el asiento en los transportes públicos, a dejar pasar a las señoras delante, a ser corteses y atentos; a no interrumpir a los demás cuando hablan, a comportarse correctamente en la mesa; a vestirse adecuadamente según las circunstancias; a saber hablar en público y a dirigirse correctamente a los demás con el debido respeto (y sin tuteos impertinentes). Enseñemos a nuestros hijos a ser puntuales en sus citas y compromisos; a cuidar su aspecto y su aseo por respeto a los demás.

Enseñemos a nuestros hijos a ser respetuosos con las demás personas, con los animales, con la naturaleza. Enseñémosles a ser respetuosos con quienes piensan diferente, o viven de otra manera; o con quienes profesan otra religión.

Pero enseñemos también a nuestros hijos a ser intolerantes con el mal, con cualquier ideología o con cualquier comportamiento que menoscabe la dignidad de las personas: intolerantes con el terrorismo, con el machismo, con la violencia contra las mujeres o contra los niños (también los no nacidos), con las ideologías totalitarias y populistas que viven de la demagogia y el engaño; seamos todos intolerantes con la explotación laboral, con la trata de seres humanos, con las mafias, con la prostitución y la pornografía, que degradan la dignidad de las personas. Toda persona decente tiene la obligación de combatir el mal y defender a los más débiles.

7.- LA CULTURA. Cultivar el buen gusto, la inteligencia y la sensibilidad es tarea diaria no sólo de los centros de enseñanza, sino también prioritariamente de la familia. El gusto por aprender, por comprender el mundo y por conocerse a sí mismo debe adquirirse desde la cuna. La literatura, la filosofía, las artes plásticas, la música o el conocimiento de la historia contribuyen decisivamente a formar el buen gusto y la sensibilidad. Con ello combatimos la vulgaridad, la zafiedad y la ramplonería. Cuando uno se acostumbra desde pequeño a los manjares, huye de la basura.

El conocimiento de las ciencias, por su parte, contribuye al desarrollo de la inteligencia y nos ayuda a comprender la realidad de cuanto nos rodea: nos acerca a la verdad. Y cuanto más cerca estemos del conocimiento de la verdad, más cerca estaremos de Dios.

Me resulta difícil imaginar a un amante de Bach o de Garcilaso de la Vega o de Velázquez haciendo mal a los demás. Quien ama la belleza y busca la verdad probablemente – a buen seguro – será capaz de llevar una vida más digna y decente.

Para concluir, estoy convencido de que la corrupción no es un problema exclusivamente político o legal. La corrupción forma parte de cada uno de nosotros: es un problema personal. Es consecuencia de ese defecto de fábrica que llamamos pecado original. Todos tendemos a la corrupción y al pecado. Y el único que puede solucionar ese problema es Dios. La crisis que vivimos es una crisis de fe. Y mientras no volvamos a Cristo por el camino de la conversión, no habrá solución. Jesús sacrificó su vida para salvarnos de nuestra propia corrupción personal. Pero nosotros somos libres de aceptar su salvación o no. Cristo es el camino, la verdad y la vida. Nada podemos sin Él, pero con Él nada es imposible. El actual secularismo nos aparta de Dios. Y en la medida en que nos apartamos de Dios, nuestra sociedad degenerará cada día más hacia la podredumbre, el vicio y la corrupción. No hay más camino que la conversión. Yo al menos no encuentro otro. La mejor educación moral se recibe ante el Sagrario, mirando al Señor, cara a cara, a los ojos: “Señor mío y Dios mío: ten compasión de mí, que soy un pobre pecador”.

Colaboración de nuestro Experto en temas de Familia y Educación: Consultorio virtual de Pedro L. Llera

CREMACIÓN O ENTIERRO, ¿CÓMO RESUCITAREMOS?

Nuestra resurrección no será como la de Lázaro: un tiempo extra en la Tierra, sino como la de Jesús, a una nueva vida.

Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net

Si me incineran y la mitad de mis cenizas se quedan en el horno crematorio ¿cómo resucitaré?

Cuando pensamos en nuestra resurrección, puede ser que nos venga a la mente la imagen evangélica de los habitantes de Betania, junto con Marta y María que han ido a la tumba de Lázaro. El Maestro, Jesús, ha querido acompañarlas en su dolor y visitar el lugar donde pusieron a su amigo. De pronto y ante el estupor de Marta, pide que quiten la piedra que servía de entrada a la última morada de Lázaro y con voz potente le ordena: “¡Lázaro, sal fuera!” (Jn. 11, 43). Y así, “resucita” a Lázaro, ante los ojos estupefactos de la multitud.

Puede ser que nos hayamos quedado con esta idea de la resurrección: los muertos saldrán de sus tumbas y volverán a esta tierra, como lo hizo Lázaro.

Pero esta no es la clase de resurrección que proclamamos en el Credo: “Creo en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.

Mientras que la resurrección de Lázaro fue una extensión de su vida temporal, algo así como vivir un “tiempo extra” en esta vida, la resurrección al final de los tiempos será para otra vida distinta a ésta, para la vida eterna.

Cuando hablamos de la resurrección de los muertos deberíamos pensar en Cristo después de su muerte que se aparece a sus amigos en forma de peregrino en el camino de Emaús (Lc. 24, 13-35), a María Magdalena (Mc. 16, 1-8), cuando come con ellos un pedazo de pez asado (Lc. 24, 41-42).

El cuerpo de Cristo resucitado no vuelve a la vida terrenal como el de Lázaro, pues ya no está sujeto a las leyes de la naturaleza: puede presentarse en un lugar u otro sin necesidad de caminar, puede traspasar las paredes, puede aparecer y desaparecer a la vista de sus amigos. Hablamos entonces de un cuerpo glorioso, de un cuerpo resucitado a otra vida, a la vida eterna.

No es nada fácil pensar en la resurrección de nuestro cuerpo. Éste ha sido uno de los puntos más controvertidos del cristianismo. Desde tiempos de San Pablo era difícil creer en la resurrección. Incluso los griegos, uno de los pueblos más cultos de la historia, se reían ante la predicación de San Pablo: “Al oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: ´Sobre esto ya te oiremos otra vez´”. (Hch.17, 32-34). Para los sabios griegos la resurrección era inconcebible.

Los católicos creemos en la resurrección de los muertos porque Cristo resucitó y Él mismo lo afirmó cuando dijo: “Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos”. (Mc.12, 26-27). Y por si esto fuera poco, Jesús nos dice que todos, buenos y malos, vamos a resucitar: “... y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio”. (Jn. 5,29)

La resurrección, según nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 997 sucede de la siguiente manera: “En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia, dará definitivamente a nuestro cuerpo la vida incorruptible, uniéndolo a nuestras alma, por la virtud de la Resurrección de Jesús”.

Al final de los tiempos, es decir, el día del juicio universal, vendrá Cristo y unirá nuestra alma a un cuerpo glorioso.

¿Cómo será este cuerpo? No lo sabemos con certeza, sólo lo podemos imaginar contemplando el cuerpo de Cristo resucitado: un cuerpo con ciertas similitudes al cuerpo terrenal, pero no sujeto a sus leyes, un cuerpo perteneciente a otra dimensión, a la dimensión de la vida eterna.

Entonces, contestando a la pregunta inicial, si las cenizas de mi cuerpo se pierden en el horno crematorio, si mis huesos se pudren en mi tumba y se convierten en polvo, o si caigo al mar y mi cuerpo es devorado por los tiburones, no tengo de qué preocuparme.

En el momento de la muerte se me juzgará y si soy digno de la vida eterna mi alma irá a la gloria. Después, en el día del juicio universal cuando todos los muertos resuciten, el poder de Cristo unirá mi alma incorruptible, que ya ha estado gozando del Cielo, a un cuerpo transfigurado en cuerpo de gloria (Flp. 3, 21), un cuerpo espiritual (1Co. 15, 44).

Será, por el valor salvífico de la Resurrección de Cristo, que volverán a juntarse los restos de ese cuerpo destrozado por los tiburones, o dispersado por el polvo de los años o perdido en el horno crematorio. Será como una nueva creación. No en vano los primeros cristianos la llamaban “paleo génesis” que significa precisamente eso: nueva creación.

Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. Esta afirmación de San Pablo nos da la clave de la esperanza en la verdadera vida, en el tiempo y en la eternidad.

HOY LA COSA VA DE HIMNOS

En estos días los ucranianos ya tienen bastantes cosas de qué ocuparse, pero en el futuro (no cercano) tienen que cambiar el himno. Será un modo de marcar una nueva época, un nuevo comienzo. Lo digo porque el himno de Ucrania es manifiestamente mejorable por decirlo de un modo caritativo. Aquí está la prueba:

https://www.youtube.com/watch?v=41Ea6cUt658

Y eso que lo he escuchado en una selección de versiones. Pero el problema está en la partitura. Comparad esa música con el himno oficioso de Escocia:

https://www.youtube.com/watch?v=H7No-o4Y0-U

Es que escucho ese himno y me dan ganas de ser escocés. Dígase lo mismo del Rule Britannia. Los británicos podrán haberse comido todos pájaros dodos de la Isla Mauricio y podrán haber inventado el infame porridge, pero uno escucha el Rule Britannia y te dan ganas de tomar té a las 5:00.

https://www.youtube.com/watch?v=v2c5QHtgFxY

No digo, vamos a ver, que tengan que componer el himno ahora en las trincheras –aunque tampoco estaría mal, yo solo suelto la idea–, pero la jubilación del actual himno la veo conveniente. Y a ver si, ya de paso, jubilamos al himno del Estado Vaticano. No sé en qué cabeza mitrada pudo caber la aprobación de semejante partitura.

P. FORTEA

domingo, 27 de febrero de 2022

73 – REFLEXIONES Y EVIDENCIAS

«No tengo a nadie» (Jn 5, 7)

Lo propio del discípulo de Jesús es buscar al hombre, luchar por el hombre, amar al hombre, sin perderse en la maraña de los preceptos rituales que, a veces, dificultan o impiden el acceso a su necesidad concreta.

¡Cuántos «apóstoles» se pasan la vida planificando programas de salvación del hombre y se mueren sin haber realizado una verdadera acción que lo salve realmente!

«He llamado a tu puerta…

No soy negro.

No soy amarillo.

No soy piel roja.

No soy blanco… solo soy un hombre.

Ábreme, ¡hermano!»

(Rene Philompo)

EL ARCÁNGEL SAN MIGUEL SE ALZA COMO PROTECTOR DE LA CAPITAL DE UCRANIA

Un estatua del Arcángel San Miguel se alza en el centro de Kiev con un escudo y una espada flamígera como protector de la capital de Ucrania y de todo el país, hoy amenazado por la invasión de Rusia.

Colocada en 2002, y construida con bronce y oro, la estatua se alza sobre la “Puerta de Liadski” en la Plaza de la Independencia de Kiev.

El Arcángel San Miguel es el patrono de Kiev, y se encuentra también al centro del escudo de armas de la capital ucraniana.

El patronazgo sobre la región ucraniana se remonta a la Edad Media, durante la existencia del “Rus de Kiev”, una federación de tribus eslavas que existió entre el siglo IX y el XIII.

Para el siglo XVI, ya el Arcángel San Miguel aparecía en el escudo de Kiev.

En 1969, durante el régimen de la comunista Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se reemplazó la figura del Arcángel San Miguel por la de hojas de castaño.

Acabado el régimen comunista, en 1995 se reincorporó al Arcángel San Miguel como centro del escudo de la ciudad.

Las tensiones entre Ucrania y Rusia han escalado desde marzo de 2021, con un creciente despliegue de armamento y tropas rusas en la frontera de ambos países.

 

Vladimir Putin, presidente de Rusia, ha justificado la escalada militar en una supuesta preocupación de que Ucrania se sume a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza militar encabezada por Estados Unidos cuyo origen se remonta a los años de la Guerra Fría.

 

El 21 de febrero, Vladimir Putin reconoció oficialmente a dos regiones de Ucrania, Donetsk y Lugansk, como estados independientes, y desplegó tropas rusas para asegurar su separación del país. Tres días después, Rusia comenzó a invadir Ucrania.

 

Las tropas rusas tomaron posesión de la zona de la antigua planta nuclear de Chernóbil el 24 de febrero y se acercan a la capital de Ucrania, Kiev.

 

Tras la ofensiva rusa, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Australia y Japón anunciaron sanciones económicas y comerciales contra Rusia.

 

El Papa Francisco ha llamado reiteradamente a la paz en la región, y se ha ofrecido como intermediario de los diálogos hacia una solución del conflicto.

 

Además, ha pedido a todos los católicos de todo el mundo, así como a las personas de buena voluntad, unirse este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, en un día de oración y ayuno por la paz en Ucrania.

POR DAVID RAMOS | ACI Prensa

 

ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA

Santo Ángel de mi Guarda, compañero inseparable en mi peregrinar hacia el cielo, despierta en mí, ferviente deseo de santidad, ferviente deseo de amar el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María, con el mismo amor con que tú los amas; ferviente deseo de obediencia a la Iglesia y a su Magisterio.

Santo Ángel de mi Guarda, enséñame las sendas que me conducen hacia el cielo y haz que luche incesantemente por alcanzarlo. Enséñame a descubrir las más leves imperfecciones de mi alma y a buscar el estado de perfección al que Dios me llama.

Entra en mi corazón y enséñame la manera de sentir tu presencia, presencia que da desahogo a mi alma y descanso a mi espíritu. Enséñame la forma de escuchar tu voz, voz que siempre me acompañará hasta el día en que me presentes a la casa de mi Padre. Amén.

ROSARIO POR LA JUVENTUD: MILES DE PERSONAS DESBORDAN LAS CALLES DE MADRID PARA «CONQUISTAR EL CIELO»

 Sus organizadores advierten de que han venido para quedarse: «Queremos tenerlo todos los años»

Entre 3.000 y 4.000 jóvenes, familias y religiosos abarrotaron las calles del centro de Madrid este sábado para la segunda edición del Rosario por la Juventud, que parece haber venido para quedarse.

"Miles de jóvenes rezando el rosario, esto se lo voy a contar a mi madre": así expresaba su sorpresa una peatona de la Gran Vía este sábado al observar una arrolladora masa de jóvenes, familias y religiosos llevando a María y el rosario a las calles de Madrid "por la juventud de España".

Según confirmaron fuentes policiales, entre 3000 y 4000 personas acudieron a la convocatoria de jóvenes católicos de todo Madrid con el objetivo de llevar a cabo "una demostración pública de fe".

"Queríamos hacer una manifestación de fe y hacer ver que no podemos quedárnosla para nosotros, sino que tenemos que transmitirla. Haber podido hacer este apostolado de nuestra fe y religión es lo mejor que podemos haber logrado", contó uno de los organizadores, Emilio Esteban, a Religión en Libertad.

El mismo evento tuvo lugar hace tres años, y aunque la asistencia fue numerosa, los organizadores no han podido prever el éxito de esta segunda edición. "Contábamos con la asistencia de unas 1000 personas, pero según la policía ha habido más de 3000: nuestras expectativas se han cumplido con creces", añade Emilio.

Emilio Esteban-Hanza, uno de los organizadores del Rosario por la Juventud, destaca que la posibilidad de realizar un apostolado "masivo" como el del pasado sábado fue "lo mejor" que podrían haber logrado.

UN OBJETIVO: "CONQUISTAR EL CIELO"

La procesión comenzó su recorrido a las 19:00 horas en la basílica de San Miguel con dirección a Plaza de España, presidida por una estatua de la Virgen María cedida para la ocasión por Madre Ven.

La presentación que precedió al comienzo de la marcha fue toda una declaración de intenciones: "Creemos que cuanto más secularizada está la sociedad, más importante es la presencia de símbolos religiosos en la vida pública, que nos recuerden a todos el sentido trascendente de nuestras vidas y que estamos en este mundo con un objetivo: conquistar el cielo"

La cabecera del "Rosario por la Juventud de España", nada más salir de la madrileña basílica de San Miguel para "conquistar el cielo".

Conforme avanzaba la comitiva, el entusiasmo se fue haciendo cada vez más presente entre los asistentes.

"Cuando llegué no sabía que esperarme, pero ha sido una experiencia realmente impactante. Era una sensación impresionante ver a la gente rezando el rosario a pleno pulmón, escuchar las respuestas de los asistentes y ver como los peatones se quedaban mirando completamente atónitos", afirmó el hermano del Hogar de la Madre Pablo Fernández a este medio.

El hermano del Hogar de la Madre Pablo Fernández quedó "impactado" al ver miles de jóvenes rezando el rosario "a pleno pulmón" y espera que este evento se repita en los próximos años. 

BENDICIONES Y CONFESIONES EN LA VÍA PÚBLICA

Para Mar, de 17 años, lo sucedido este fin de semana era "algo necesario". "Necesitamos la intervención de la Virgen en esta España que atraviesa momentos difíciles y que está rota y dividida. Es impactante ver tantos jóvenes unidos rezando acompañados por familias y entre este buen ambiente", añadió la estudiante de bachillerato.

Junto con los jóvenes y familias, se dio también una llamativa presencia de religiosos y religiosas en la comitiva, con sacerdotes que confesaban y bendecían en plena vía pública a quien lo necesitaba.

En el momento álgido de la marcha, con gran parte de la Gran Vía inundada de oraciones y banderas de España presididas por el Sagrado Corazón, la hermana Gadali expresó "la alegría que supone para los católicos" episodios como el de este fin de semana. "Es la primera vez que participo, y me ha encantado ver como la juventud sigue siendo católica, del Señor y de la Virgen… es un orgullo", comentó a ReL la religiosa de las Agustinas Hermanas del Amparo.

El punto álgido del rosario llegó cuando, después de que los católicos avanzasen por Callao, se cortó la Gran Vía en sentido descendente hacia la Plaza de España: gran parte de la misma estaba abarrotada. 

VER A LA GENTE REZAR, "UNA ALEGRÍA INMENSA"

También estuvieron presentes las Siervas del Hogar de la Madre, que acompañaron a un nutrido grupo de niñas a lo largo de la tarde. Una vez la comitiva llegó a la remodelada Plaza de España, la hermana Alejandra, expresó "la alegría inmensa" que supuso para ella "ver tanta gente respondiendo el llamado a la oración por las calles de Madrid".

"Ha sido una oportunidad de manifestar la fe en estos tiempos tan convulsos en que se encuentra la fe en nuestra sociedad. Ver a tanta gente, familias, niños y jóvenes rezando el rosario y acudiendo a esa Madre que es la Virgen para que venga en nuestra ayuda ha sido una alegría enorme", añadió.

Conforme los miles de jóvenes ocupaban a su llegada gran parte de la plaza, la multitud entonó la popular canción de ambientación cristera Viva Cristo Rey antes de recibir la bendición general por los sacerdotes que secundaron el acto.

A su paso por la Puerta del Sol, los asistentes al "Rosario por la Juventud de España" ocuparon buena parte de la plaza con cruces de mano, banderas con el Sagrado Corazón y la estatua de la Virgen de "Madre Ven". 

EL "ROSARIO POR LA JUVENTUD", ¿HA VENIDO PARA QUEDARSE?

Concluido el acto, Bárbara Ruiz, estudiante de un máster y también organizadora del rosario, destacó a ReL que este se desarrolló sin incidentes y ante el interés de gran parte de los viandantes.

"Ha salido muy bien. Hemos querido recordar que nuestras raíces son católicas y que la fe es la manera que hemos encontrado de tener esperanza ante el mal que vemos que se sobreviene en España. La mayoría de reacciones [de los peatones] han sido positivas, alguno nos ha increpado, pero muchos mostraban respeto ante lo que creían que era una procesión. Cuando pasábamos se hacía el silencio: ha sido bastante impactante", remarca.

"Ver que sigue habiendo jóvenes católicos en España ha sido una experiencia inolvidable. La Virgen sigue actuando, el Señor sigue actuando, la fe sigue viva y merece la pena darlo todo por Jesucristo", añadió el hermano del Hogar de la Madre antes de marcharse, sugiriendo que "esto debería hacerse más a menudo".

Los organizadores no dejan lugar a dudas, aseguraron su continuidad y se despidieron avanzado que desde el día siguiente comenzaran a preparar la siguiente edición del Rosario por la Juventud. "Queremos no solo repetir, sino también institucionalizar este rosario de manera que lo tengamos todos los años", concluyeron.

José María Carrera / ReL