La primera mitad del siglo XX fue una época de mártires en España. Períodos como la semana trágica de Barcelona en 1909, la proclamación de la II República en 1931, la revolución de octubre de 1934 o la Guerra Civil, estuvieron acompañados por destrucción de edificios religiosos, profanaciones, persecuciones y asesinato de sacerdotes, obispos, religiosos, religiosas y laicos por odio a la fe.
En declaraciones a ACI Prensa, el rector de la iglesia nacional española
en Roma, y experto en mártires españoles del siglo XX, Mons. José Jaime Brosel,
destacó la especial crueldad con que se produjeron estos martirios.
“Son martirios crueles, con venganza, con
profanación de cadáveres. No hay una culpabilidad por unos motivos políticos,
económicos o sociales. Hay algo más. Hay unos rituales antirreligiosos en la
destrucción de iglesias”, explicó.
Por ejemplo, “quienes destruyen las
iglesias, quienes las queman, se visten con los ornamentos, ridiculizan
procesiones… Es decir, hay un ritual antirreligioso, no hay una simple voluntad
de destruir un patrimonio, sino que se utiliza todo un tipo de lenguaje
simbólico donde se deja claro lo que se pretende”.
Otro elemento que muestra ese ritual antirreligioso es que en el
martirio “se ataca aquello que para el perseguidor
se considera que es condenable. Es decir, la boca. A muchos mártires se les
corta la lengua porque por la boca nace la predicación o porque se niegan a
blasfemar. O la zona genital. A algunos mártires se les dice: ‘Si aceptas ir
con prostitutas, te salvamos’. Y acaban cortando genitales”.
En definitiva, “no hay una acusación más
allá de un odio a la fe. Hay acusaciones falsas que, además, se repiten: ‘En el
convento tienen armas, en el convento hay unas emisoras ilegales, se ha
envenenado el agua, esconden dinero…’. Todo se demuestra al final falso. No hay
otra motivación más que un odio a la fe”.
MÁRTIRES ESPAÑOLES DEL
SIGLO XX
Sobre el debate acerca de cómo deben ser nombrados los mártires
españoles de este período histórico, Mons. Brosel insistió en que “son mártires españoles del siglo XX, o de la primera
mitad del siglo XX, o de las primera décadas del siglo XX”.
En cualquier caso, “no sería justo
identificar a los mártires con la Guerra Civil. Una guerra nunca produce
mártires, produce víctimas. Historiadores como Mons. Vicente Cárcel, o el
episcopado español han insistido mucho en ello”.
“No son mártires de una guerra, son mártires de una
persecución, mártires que murieron perdonando, y mártires cuyo martirio no fue
más que la culminación de una vida de fe”.
A muchos de ellos “se les podría haber
beatificado sin problemas por virtudes en el caso de que no hubiera habido una
muerte sangrienta. Pero la motivación fue un odio a la fe, y ese odio a la fe
se nota en una falta de juicio. No hay unos juicios con garantías legales.
Generalmente no los hay, y si los hay son juicios farsa. Las personas que
buscan y que capturan, generalmente no conocen a la persona más allá de que ‘es
un sacerdote, es un religioso, es un hombre o una mujer de Iglesia’. No hay
otra motivación”.
“Tenemos que entender a esos mártires en un
contexto de persecución religiosa en numerosos países. Hay mártires del
nazismo, hay mártires de los regímenes comunistas… No podemos identificarlos
simplemente con una guerra o con una ideología”, argumentó.
Además, recordó que “el Papa San Juan Pablo
II definió el siglo XX como el gran siglo de los mártires”.
La persecución religiosa en España en el siglo XX es resultado de “una preparación. No es algo puntual, no se puede
circunscribir simplemente a los primeros meses de la guerra civil española”.
“Tenemos mártires de 1909, el hermano Lycarión, un
religioso marista que murió en el contexto de la Semana Trágica de Barcelona.
Hay destrucción de iglesias en 1931, hay mártires canonizados de 1934, y
ciertamente los primeros meses de la Guerra Civil”.
“La segunda mitad del año 1936 es, quizás, donde se
produce un mayor número de mártires, pero no se puede circunscribir la
persecución a la Guerra Civil, sino que abarca todas esas primeras décadas del
siglo XX, y abarca también no solo España, sino toda Europa”.
RECONCILIACIÓN
Por otro lado, reivindicó que los mártires no pertenecen a ningún bando
ni a ninguna ideología. “Cuando se intenta poner en
este momento el acento sobre los de un bando, se justifica diciendo ‘quizás los
del otro ya han tenido bastantes homenajes’. Yo creo que es justo lo que se
está planteando en algunos casos, es decir, la recuperación de cuerpos, el ir a
una sanación, a un encuentro. Pero no podemos estar siempre tirándonos
piedras”.
“Los mártires no son ni de un bando ni del otro,
porque no entraron en esa discusión. Nuestros mártires españoles fueron hombres
y mujeres que, en la mayoría de los casos, se habían dedicado a la enseñanza de
los más pobres, a la educación gratuita de los últimos, de los hijos de los
trabajadores, a crear instituciones de caridad, de apoyo a los más
desfavorecidos”.
Insistió en que “es injusto decir que eran
de una parte o de otra. Es un elemento común entre todos ellos que mueren
perdonando. En este momento sería necesario condenar todas las muertes porque
ninguna muerte es justificable, no esconder ninguna, y menos, todavía, esconder
la muerte de personas como los mártires, inocentes”.
NÚMERO DE MÁRTIRES
Sobre el número total de mártires en España durante el siglo XX, “no hay datos fiables. En algunos momentos se habló de
cientos de miles, pero no hay datos fiables. Se podría en este momento decir
cuántos se han beatificado por odio a la fe, que son centenares. Y siguen los
procesos abiertos de cientos de mártires”.
“Yo creo que nunca va a ser posible establecer la
cifra total, y creo que será cada vez más difícil porque ya no hay muchos
testigos oculares que conocieron, no solo la muerte física, sino también la
motivación por parte del perseguidor, o la vivencia de fe: cómo los que
murieron lo aceptaron desde la fe. Hoy ya no tenemos apenas testigos y los
documentos que lo manifieste son escasos”.
Sobre los testimonios que más le impactaron, Mons. Brosel cita el “testimonio de Teresa Ferragut, una mujer mayor que tenía
4 hijas religiosas. Ella pidió morir la última porque así iba animando a las
hijas, como si fuera la madre de los Macabeos, a no desfallecer, a mantenerse
fieles hasta el final”.
Pero hay más testimonios: “Madres de
sacerdotes jóvenes. No son mártires, los sacerdotes sí, pero la madre animando:
‘Fiel hasta el final, hijo mío. Fiel hasta el final’”.
“Es un hermoso puzle el que nos ofrecen los
mártires españoles. Con muchos elementos comunes, muchísimos, y el principal es
un testimonio de fe y una invitación al perdón y a la reconciliación. Y no solo
los mártires, las familias de los mártires. Es extraño que encontraremos a
alguna familia que después presentara una denuncia”.
“Lo que encontramos son familias de mártires que
invitaron a los propios hijos al perdón, a la reconciliación. No diría al
olvido, yo creo que el olvido no es bueno, porque lo que se olvida estamos
condenados a repetirlo, pero invitando a que la sangre de esos familiares que
habían sido martirizados sirviera para construir un país nuevo, un país
distinto, y no un país como a veces nos da la impresión que se quiere
construir, desde el tirarse piedras, la confrontación, la acusación, sino desde
la justicia, lógicamente, pero desde el perdón y el mirar hacia delante”, concluyó.
Redacción ACI Prensa.
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