lunes, 12 de octubre de 2020

BRUJAS

A veces cuando escribimos y narramos historias, corremos el riesgo en caer en el ridículo o ser tildados de mitómanos. Más es parte del juego.

Igual les contaré este suceso. Experiencia de un militar en sus épocas de postulante a entidad castrense.

José había venido desde el pueblo de Sihuas-Ancash a postular a la escuela de oficiales de la Guardia Civil de los 70s (hoy PNP) con los ahorros de la familia y con toda la esperanza de ingresar a la escuela. Era tiempos en los que ingresaban los aptos, no los que tenían vara.

Estaba hospedado en una bodega situado en la avenida Arenales, propiedad de unos familiares maternos. Muy cerca al hoy Rizzo y el actual Tic Toc.

Era el mediodía y él regresaba de una ardua mañana de exámenes. Más al llegar al hospedaje lo encontró cerrado aduciendo que habrían salido a almorzar, se retiró por la zona buscando un sanitario, pues, estaba con malestar estomacal. Tal vez por el estrés de los exámenes o los fuertes ejercicios. La situación se tornó desesperante dado que no encontraba conseguir un baño, pensando en lo peor, el hacerse los pantalones, tocó la puerta de una vieja casona, (Cerca de un museo por la “Avenida Cuba”).

Al abrirse la puerta vio a una rara anciana cuya palidez y el rojo de sus labios llamó la atención, tanto como lo largo de sus uñas y su fea dentadura. Esta rara anciana aceptó gustosa el prestarle su sanitario, al cual ingreso José presuroso y a punto de colapsar. Luego de calmar sus necesidad se dispuso a retirarse no sin antes agradecer a la amable anciana, más grande fue sus sorpresa al intenta abrir la puerta del baño que se había trabado y era imposible abrirla. Esta sorpresa se convirtió en horror al darse cuenta que había sido encerrado adrede pues escuchaba al otro lado de la puerta una conversación referente a su edad y su peso en gancho, cual si fuera una res beneficiada.

Gritó y golpeó la puerta hasta dañar sus puños, más su horror llegó al clímax cuando al trepar al traba luz sobre lo alto del baño, logró observar una terrorífica escena en la que descuartizaban un cuerpo humano, rostizado y cocinado cual pavo y chancho al horno. Mientras que otro grupo introducía en un horno el cuerpo de un niño ya sazonado y listo para ser cocinado.

Su grado de terror era tal apoyándose en el borde del traga luz dio un salto incentivado por la adrenalina, logrando alcanzar un agujero en el centro del techo que hacía de respiradero y ventana corriendo despavorido por el techo. Se descolgó por el frontis de la alta y antigua casa sin reparar de la altura del techo, para luego correr despavorido hasta llegar a su hospedaje familiar en donde no logro explicar su agitación ni contar lo sucedido por miedo al ridículo y las burlas.

Luego de una semana recibió los resultados de los exámenes, dándose con la alegría de haber ingresado a la escuela. Ya era un cadete, pero esta experiencia no la pudo olvidar ni contar por miedo a las burlas, tantos que egresado de Alférez ya armado y uniformado, regresó a esta casona antigua, más grande fue su sorpresa al encontrar un anuncio de alquiler, hacía un año que estaba desocupado. Más su curiosidad fue más allá y pidió entrar a verla y grande fue su sorpresa al encontrar un forado en la pared en donde él vio un horno empotrado en la cual se asaban humanos. ¿Qué serían? ¿Caníbales? ¿Brujos? Nunca se lo explicó.

Más cuando escuchó de la desaparición de personas me viene la historia narrada por José que hoy es Coronel y tiene un alto cargo en su dependencia policial. Pero esa es otra historia.

Historia de la Vida Real

Por Darío Pimentel

No hay comentarios: