¿Sabes a dónde van las palabras que no se dijeron?
¿A dónde
va lo que quieres hacer y no haces?
¿A dónde
va lo que quieres decir y no dices?
¿A dónde
va lo que no te permites sentir?
Nos gustaría que lo que no decimos caiga en el olvido, pero aquello que no decimos se nos acumula en el cuerpo, nos llena el alma de gritos mudos.
Lo que no decimos se transforma en insomnio, en dolor de garganta.
Lo que no
decimos se transforma en nostalgia, en destiempo.
Lo que no
decimos se transforma en: debe, en deuda, en
asignatura pendiente. Las palabras que no decimos se transforman en
insatisfacción, en tristeza, en frustración. Lo que no decimos no muere, nos
mata…
///tomado de Maria A. Herrera Machuca
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