martes, 23 de octubre de 2018

UNA ESPOSA DESESPERADA PUEDE HACER MILAGROS


Pregunta de lectora:
Hace 15 años me casé por la Iglesia Católica. Hace 5 meses descubrí que me era infiel y lo enfrenté. Pidió perdón  y me pidió otra oportunidad, al principio no quería, pero acepté, no ha sido fácil, porque ya no tengo ninguna confianza en Él. Él siempre insistió que ese error ya había pasado, sé que necesito ayuda porque aún me siento muy decepcionada y no he dejado de pensar en separarme de él, y me siento muy confundida pero no quiero tomar una mala decisión, pero  quiero salir adelante por mí y por mis hijos. Ayúdeme.

Querida amiga: recuerda que fue el amor lo que llevo a ambos a unirse en matrimonio, por lo que el amor será también la manera de afrontar, aceptar, sanar y reconstruir su unión. Es necesario recordar también que aquellos que se casan lo hacen porque son llamados a perfeccionarse en el amor como personas y a crecer espiritualmente por medio de este llamado. Ninguno de nosotros, los casados, sabemos exactamente a qué vamos a enfrentarnos una vez que se inicia la convivencia, por lo que este llamado no es momentáneo sino más bien es llamado de toda la vida que involucra cambio, descubrimientos, desvíos y nuevos comienzos. Por esto mismo el matrimonio es una vocación, una alianza y un sacramento. Vocación porque Dios quiere que ahí me descubra, me desarrolle, me done y crezca como persona en el amor.  Alianza, porque se establece entre el hombre y la mujer una unión conyugal por la que ya “no son dos sino una sola carne” (Mt 19, 6; Gn 2,24) y sacramento con una singularidad propia en la que se da la acción de Cristo. San Josémaría escribirá que “el matrimonio es un signo sagrado que santifica, acción de Jesús que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra” (Es Cristo que pasa, cit., nn.23-24)

No hay duda alguna que la infidelidad causa una herida grave al vínculo, sin embargo, para los que seguimos las enseñanzas de Cristo, no es causa para pensar en una separación, hacerlo, sería no reconocer el carácter de alianza o pacto que el mismo tiene. Se piensa así, cuando el dolor se vive desde el punto de vista psicológico meramente y que lleva al que ha sido víctima de una herida de esta naturaleza a encerrarse en sí mismo y poner todo su pensamiento, emoción y experiencia en el sí mismo, olvidando de esta manera, que desde el momento en que el sacerdote bendice la unión, ya no me pertenezco, sino que le pertenezco al otro con todo lo que ello implique.
Mi recomendación es que ambos se acerquen a Dios y a los sacramentos para que el ser psicológico no pese más que el ser cristiano. Recuerda que Cristo es la acción y para que El este realmente presente cada uno debe tener una comunión diaria con El. No basta con casarse, así como cuidas tu cuerpo, tu higiene y tus finanzas, así y más deberás cuidar tu vida con Jesús. Es necesaria la vida sobre-natural para abrazar esa cruz y cargarla. Para otorgar un perdón sincero y para iniciar un Nuevo comienzo. Vayan juntos al sacramento de la confesión, asistan a la misa diaria, recen juntos el santo Rosario, hagan cada uno oración que según Santa Teresa “es la que nos evita grandes sufrimientos” (los sufrimiento psicológicos que nosotros mismos nos provocamos cuando no hay vida interior). Si luego de hacer todo esto, sigues teniendo problemas en cuanto a la curación de la herida busquen a un psicoterapeuta que crea en el evangelio y las enseñanzas de la Iglesia para los esposos. Un psicoterapeuta puede ser de mucha utilidad para que tu marido reconozca que lo que hizo “va mucho más allá que un error“ y que requiere de un profundo y comprometido trabajo hacia la reparación.

Pide por tu matrimonio a Santa Filomena y Patrona de los casos desesperados , a San José para que acerque a tu marido a Dios y a la Santísima Virgen para que les enseñe a perfeccionarse en el amor tal y como ella lo hizo.

ORACIÓN A SANTA FILOMENA
¡Oh Gloriosa Santa Filomena, Virgen y Mártir!, ejemplo de fe y esperanza, generosa en la caridad, a Vos suplico, escuchad mi oración. Desde el cielo donde reináis, haced caer sobre mi toda la protección y auxilio que necesito en este momento en que mis fuerzas enflaquecen. Vos que sois tan poderosa junto a Dios, interceded por mi y alcánzadme la gracia que os pido (mencione la gracia que desea recibir).

¡Oh Santa Filomena!, ilustre por tantos milagros, rogad por mí. No me abandonéis, jamás dejéis de mirar como un rayo de esperanza sobre mí y mi familia. Apartad de mí las tentaciones, dad paz a mi alma y bendecid mi casa. ¡Oh Santa Filomena!, por la sangre que derramasteis por amor a Jesucristo, alcánzadme la gracia que os pido (repita ahora su petición).
Rezar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Santa Filomena, ayúdadme a alcanzar la gracia. Te prometo que seré tu devoto y que manifestaré a otros necesitados lo milagrosa y bondadosa que eres. Amén.

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

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