sábado, 27 de octubre de 2018

¿QUÉ PASA CON LOS JESUITAS? ¿PORQUÉ TANTA DISIDENCIA CON LA DOCTRINA CATÓLICA?


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Basta estar atentos a las declaraciones públicas de connotados jesuitas para advertir la heterodoxia. No son todos los jesuitas que reniegan de la doctrina de los apóstoles, de la verdad expresada en la Biblia, o de la moral sexual tradicional.
Quizás no sean la mayoría.
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Pero parece que son los más notorios públicamente, los que tienen más prensa.
No es sólo el padre Antonio Spadaro, director de la Civiltá Cattólica que dice que los mandamientos que son en la Biblia no son una exigencia de Jesús sino sólo un ideal. O el Padre James Martin que aboga por el reconocimiento de la conducta homosexual dentro de la Iglesia. O el actual General de la Compañía, Sosa Abascal, que no cree en la existencia del demonio y duda de lo que dijo Jesús en la Biblia porque en aquella época no había grabadoras. Sino de innumerable cantidad de jesuitas que se volvieron en teóricos y apoyo de la teología de la liberación, como Jon Sobrino y Juan Luis Segundo. O que están a favor del aborto, cuyos coletazos se advierten en un informe que muestra que el 80% de los congresistas norteamericanos educados en universidades jesuitas votaron a favor legislaciones que favorecen el aborto.
Todo esto ha llevado a los 4 últimos Papas, antes del Papa jesuíta Francisco, a advertir directamente a la Compañía de sus desviaciones, que resultan en ambigüedad doctrinal, secularización, confusión entre fe y política, etc.
Conocemos jesuitas que no siguen esta corriente y que por eso mismo han tenido problemas con sus compañeros. Quizá por ser una orden de grandes intelectuales se han abierto demasiado al mundo y a doctrinas heterodoxas. El modernismo, la teología de la liberación y malas tendencias posconciliares le han hecho estragos. Pero pensemos en la historia. La orden ya fue suprimida una vez, y por algo San Ignacio afirmó en una ocasión que no le importaría disolver la Compañía si esta se echaba a perder. Este artículo no intenta ser exhaustivo en los ejemplos, sino mostrar algo que está sucediendo, para reflexionar.

LA ORDEN JESUITA
La Compañía de Jesús, conocidos como jesuitas, fue fundada en 1534 por San Ignacio de Loyola junto con San Francisco Javier y otros, y aprobada por el papa Paulo III en 1540.
Se convirtieron en una orden cuasi militar en defensa del Papa. Y desde esa época hasta su supresión amasaron un poder político, económico y espiritual incomparable. Por lo que en el siglo XVIII la supuesta intromisión de los jesuitas en los asuntos nacionales europeos llevó a que varias naciones exigieran a la Iglesia Católica la abolición de la orden
La tarea de abolir la Compañía de Jesús cayó sobre el papa Clemente XIV el 21 de julio de 1773 mediante el breve Dominus ac Redemptor.
Hay una anécdota, parte de la leyenda negra de los Jesuitas, que cuenta que cuando Clemente XIV firmó el decreto aboliendo la Orden dijo: “He firmado mi orden de muerte…” Y llamativamente nueve meses después estaba muerto. Lo cierto es que muchos gobiernos de Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político.
Napoleón argumentaría al respecto: Los jesuitas son una organización militar, no una orden religiosa. Su jefe es el general de un ejército, no el mero abad de un monasterio. Y el objetivo de esta organización es Poder”.
Cuarenta años después Pío VII decidió restaurar a la Compañía.
Sobre los jesuitas han circulado buena cantidad de acusaciones de conspiración. Las primeras teorías de la conspiración jesuítica se encuentran en la Monita secreta, un documento de principios del siglo XVII que afirmaba que los jesuitas intentaban obtener riqueza de manera ilícita. Con la Reforma Protestante y la Inglesa fueron acusados de infiltrarse en política y en las iglesias no católicas. Y tanto se les ha acusado de ser de los principales adversarios de los masones como de ser sus mayores promotores. En la actualidad son la orden masculina más grande la Iglesia Católica, no obstante sus membrecía ha caído en picada, salvo en los últimos años que se ha estabilizado, posiblemente por haber llegado al papado un hijo de esa congregación. Los jesuitas son reconocidos por su alto nivel intelectual y su preparación profesional. Han fundado muchas universidades, pero en los últimos tiempos se han registrado denuncias de alejamiento de la doctrina en el manejo de ellas.

DESVIACIONES DE LOS JESUITAS
En los últimos tiempos la mera mención de jesuita se asocia a la heterodoxia y hasta la herejía.
Obviamente no pueden caer todos los integrantes de la Compañía de Jesús en este juicio, pero probablemente sí los que tienen más poder en la orden y más visibilidad.
Pensemos en el francés Pierre Teilhard de Chardin, quien en la década de 1950 propuso un “meta-cristianismo” centrado en la noción de Cristo como el “Punto Omega” de la evolución cósmica. Y en el alemán Karl Rahner, inspirador y maestro de todos los teólogos de orientación modernista. Quien hablando en un lenguaje ambiguo, que se ha hecho tradición entre los jesuitas heterodoxos, propuso una teología pastoral heterodoxa con la duda como guía. En lo que le siguió el Cardenal Carlo María Martini, quien acuñó la frase: “Cada uno guarda en sí a un creyente y a un no creyente que se interrogan recíprocamente”. Promoviendo la crítica como método y la duda como virtud. Quien también apalancó el empoderamiento de los homosexuales diciendo: “Si dos personas de sexo distinto o también del mismo sexo, ambicionan firmar un pacto para dar una cierta estabilidad a su pareja, ¿por qué queremos absolutamente que no pueda ser?”
La defensa de la homosexualidad además tiene muchos jesuitas.
Por ejemplo González Faus sostiene que: “La Biblia se refiere a gente que hastiada de las prácticas sexuales totalmente libertinas, al final probaban otras cosas. Ésos son los homosexuales que critica la Biblia”, pero no a los “homosexuales por constitución, por naturaleza”.

Y agrega, a nadie: “los puede condenar a un celibato obligatorio, contra su voluntad; deben vivir su homosexualidad de la manera más digna, con una pareja, dando amor, y la Iglesia debe tolerarlo”. Y en la misma línea, el padre Felipe Berríos chileno misionero en África ha dicho: “¿Cuál es el problema del matrimonio homosexual? Los homosexuales son hijos de Dios. 
Él los creó homosexuales y lesbianas, y Dios está orgulloso de que lo sean.
El problema está en nosotros, que no lo entendemos. No en ellos”. Todas estas declaraciones contrastan abiertamente con la doctrina la Iglesia Católica. Pero ha habido casos más escandalosos, como el del P. Alfonso Llano Escobar jesuita colombiano que dijo en el 2012: “María engendra al Hijo de Dios virginalmente, en sentido teológico, sin la intervención de José, tal como lo relata Mateo 1,26, por obra y gracia del Espíritu Santo.
En cambio, como madre del hombre Jesús, igual a nosotros, lo engendra con un acto de amor con su legítimo esposo, José, del cual tuvo cuatro hijos varones y varias mujeres”.

E insistió más a fondo diciendo: Es hora de dejar el cuento de que son primos hermanos de Jesús. Tal supuesto se aducía para poner a salvo la virginidad corporal de María. ¿Por qué vuelve el Papa sobre un punto que parecía ya superado, a saber, la virginidad de María?”. También tenemos el reiterado del sacerdote jesuita Juan Masiá, que enseña en Japón. Quien dio su opinión favorable la muerte de un bebé anencéfalo, pues “no es el aborto de un ser humano”. “Un feto con una malformación incompatible con la vida extrauterina (supongamos el caso de una agenesia renal irremediable), no podrá llegar a realizar acción humana, porque no sobrevivirá. Es asemejable al ejemplo anterior”.

LOS DOS CASOS MÁS POLÉMICOS HOY
Uno es del padre James Martin, nada menos que el editor de la principal revista de los jesuitas norteamericanos (América).
El popular sacerdote jesuita maneja la idea de que la Iglesia ha entendido mal el plan de Dios para la sexualidad humana durante toda su historia.
Su nuevo libro, La construcción de un puente: ¿Cómo la Iglesia Católica y la Comunidad LGBT es una especie de reivindicación y hasta “glorificación” de la comunidad LGBT. Este libro no es para sugerir formas en que la Iglesia, en fidelidad a las enseñanzas de Cristo, puede mejorar su alcance a aquellas personas que se sienten atraídas por cometer el pecado de la sodomía. Sino abogar por una relajación de las enseñanzas de la Iglesia de que la sodomía es gravemente inmoral y que cualquier atracción para cometer actos de sodomía es un desorden objetivo en la propia personalidad. El P. Martín rechaza la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica que dice que la tendencia homosexuales “objetivamente desordenada” (#2358).

El escribe: “La frase se refiere a la orientación, no a la persona, pero todavía es innecesariamente hiriente. Diciendo que una de las partes más profundas de una persona – la parte que da y recibe amor – es ‘desordenada’ en sí mismo es innecesariamente cruel”. Y en una entrevista reciente, llamó al reemplazo de frase “objetivamente desordenada” por “ordenada de manera diferente”.
Esto significaría que Dios creó dos órdenes diferentes de comportamiento sexual que son a la vez buenos y correctos de acuerdo a Su voluntad.
Algunas personas son homosexuales por diseño expreso de Dios y algunos son heterosexuales también por diseño expreso de Dios. Y el otro caso que conmociona es nada menos que del principal de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa Abascal. Quien no es tan directo como el padre Martin, sino sugerente en su herejía como el Cardenal Martini. El padre Sosa dijo expresamente en la entrevista
“Doctrina es una palabra que no me gusta mucho, lleva consigo la imagen de la dureza de la piedra.
En cambio, la realidad humana es mucho más matizada, nunca blanca o negra, está en continuo desarrollo”. Esto suena como un slogan para quitar las certezas en los católicos sobre lo que vino a enseñar al Hijo de Dios. Porque quitado el dogma cada opinión es igualmente posible y aceptable. Y el discernimiento no es algo objetivo sino subjetivo; cada persona puede discernir un fenómeno de manera diferente, por lo tanto no hay una verdad. Esta orientación se ve clara en la contestación a una pregunta que le realizó el veterano periodista suizo del Vaticano, Giuseppe Rusconi. Le preguntó a Sosa sobre las observaciones del cardenal alemán Gerhard Müller sobre las palabras de Jesús sobre el matrimonio: Que nadie separe lo que Dios se ha unido. Que ningún poder en el cielo o en la tierra, ni un ángel ni un papa, ni un consejo ni una ley de los obispos, tienen la capacidad de modificarlo”. La respuesta de Sosa Abascal confirma su prédica de deconstrucción de la verdad. “Debemos empezar por reflexionar sobre lo que dijo exactamente Jesús.
En ese momento, nadie tenía una grabadora para capturar las palabras.
Lo que sabemos es que las palabras de Jesús deben ser contextualizadas, expresadas en un cierto idioma, en un entorno preciso, y están dirigidas a alguien específico”. Sosa muestra acá relativismo con respecto a la Biblia e ignora las palabras de Jesús según nos han llegado a través de la tradición católica y de la doctrinal. Esta es la herejía que hace a los hombres de la Iglesia (religiosos, teólogos y obispos) completamente indiferentes al dogma, o incluso desinteresados en él.
Otro ejemplo de la práctica heterodoxa del general jesuita es que cree que el demonio no existe es un símbolo, “una figura creada para expresar el mal”
“Hemos creado figuras simbólicas, como el demonio, para expresar el mal. Las condiciones sociales también representan esta figura, hay personas que actúan así porque hay un ambiente en el que es muy difícil hacer lo contrario“. La notoria heterodoxia de buena parte de los jesuitas – aclaramos que no son todos pero si los más visibles y públicos -, ha llevado a que los últimos 4 papas amonestaran a la orden.

AMONESTACIONES DE 4 ÚLTIMOS PAPAS A LOS JESUITAS
El primero en intervenir es Pablo VI, el 2 de diciembre de 1974, cuando recibe en el Vaticano la XXXII Congregación General de los Jesuitas. El Papa, refiriéndose implícitamente a una carta enviada al padre Arrupe, superior general de la Compañía de Jesús, en el mes de septiembre anterior, informa que muchos obispos han expresado quejas contra ellos, a causa de: “Acontecimientos dolorosos que ejercen una triste influencia en el clero, sobre otras religiones y laicos católicos“.
El Papa invitó a los jesuitas para evitar que su “voluntad de servicio degenere en relativismo, en conversión al mundo y su mentalidad inmanentista, en la asimilación con el mundo que quieren salvar, y al secularismo“ (William B. Bangert, jesuita, en Historia de la Compañía de Jesús , Marietti, 2009).
Unos meses más tarde, Pablo VI debe enfrentarse nuevamente con los jesuitas, porque la Compañía actuó “en contra de las instrucciones claras que había proporcionado in voce y por escrito“. Después de Pablo VI, el 26 de agosto 1978 asumió Papa Juan Pablo I, quien en un discurso escrito, que debería haber sido emitido el 30 de septiembre de 1978, es decir, dos días después de su muerte, renovaba la preocupación por la Compañía.
Incitando a los jesuitas “a enfrentar honestamente los defectos, omisiones y ambigüedades de la Compañía”.
A pesar de su pontificado de 33 días, había escrito una carta larga y detallada de los problemas de los jesuitas Ai Jesuits“.
En la única carta larga escrita a una congregación hace un llamado a los jesuitas para su purificación.
El Papa menciona dos veces el texto “sana doctrina”. Y les recomienda específicamente: “No permitan que las enseñanzas y publicaciones jesuitas causen confusión y desorientación entre los fieles. Recuerden que la misión confiada a ustedes por el Vicario de Cristo es proclamar el mensaje cristiano contenido en el depósito de la revelación. De una manera adecuada a la mentalidad de hoy, pero en su integridad y pureza”.

Agrega: “Esto naturalmente implica que en los institutos y facultades, donde se forman jóvenes jesuitas, también se enseñe una doctrina sólida y segura, de conformidad con las directivas contenidas en los decretos conciliares y en los documentos sucesivos de la Santa Sede sobre la formación doctrinal de los aspirantes al sacerdocio”.

Y finalmente: No permitan que las tendencias secularizantes penetren y perturben sus comunidades, disipen ese ambiente… que introduce actitudes y comportamientos seculares que no sean adecuados para los religiosos”. Juan Pablo II se convirtió en el Papa el 22 de octubre de 1978, y ya 21 de septiembre de 1979, sin duda preocupado por la deriva pauperística y tendencias comunistas de muchos jesuitas, habla con un grupo que Arrupe reunió en Roma, advirtiéndoles acerca de los riesgos que corre la Compañía. 

En el discurso oficial invita a perseguir para los novicios: Formación doctrinal con estudios filosóficos y teológicos sólidos de acuerdo con las directrices de la Iglesia, y formación apostólica dirigida a aquellas formas del adecuado apostolado de la Compañía, abierto a las nuevas exigencias de los tiempos, pero fiel a aquellos valores tradicionales que tienen un efecto duradero“.
Como se puede ver, Juan Pablo II se coloca en la línea de sus predecesores para evitar que la Compañía se secularice y abandone la “doctrina sólida de valores tradicionales que tienen un efecto duradero”.
En otras palabras: si los jesuitas quieren cambiar la doctrina y la moral, esto no es posible porque la Verdad es eterna y, por lo tanto, trascendente, siempre se adapta a los tiempos, a cada situación y a cada circunstancia. El padre Arrupe, que entendió bien el discurso oficial de Papa como una advertencia pontificia a su compañía, dirigió una carta a los superiores jerárquicos de la Sociedad en la que decía: “Un reclamo de parte de tres papas deja poco espacio para dudar de que Dios mismo, seguramente con amor pero con insistencia, espera algo mejor que nosotros“. Finalmente, después de Juan Pablo II, tocó el turno a Benedicto XVI, que a menudo muchos jesuitas se opusieron. A finales de 2007, en vista de la elección del nuevo superior general de la Compañía de Jesús, Benedicto XVI escribió al prepósito general Peter-Hans Kolvenbach, invitando abiertamente a los jesuitas a renovar y afirmar de nuevo su fe católica, evidentemente, muy vacilante.

Benedicto escribe: “Para ofrecer a toda la Compañía de Jesús una orientación clara, que sea un apoyo para la entrega apostólica, generosa y fiel, podría resultar muy útil que la Congregación General reafirme, en el espíritu de San Ignacio su total adhesión a la doctrina Católica, en particular en los puntos neurálgicos que hoy están fuertemente atacados por la cultura secular, tales como, por ejemplo:
teología de la liberación y varios puntos de la moral sexual, especialmente en lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio y a la pastoral de las personas homosexuales“.
Y agregó: “Espero sinceramente que la Compañía actual afirme con claridad el auténtico carisma del Fundador para alentar a todos los jesuitas a promover la verdadera y saludable doctrina católica“, finalizó el Papa en una carta dirigida al Padre Peter-Hans Kolvenbach, el Superior General de la Compañía de Jesús. De nuevo hay algunas palabras o frases clave, que deben destacarse: la doctrina, la moral sexual y la pastoral. Es innegable que en los últimos años a esta parte el debate interno de la iglesia ha girado sobre estos temas. Los otrora ilustres jesuitas, los grandes defensores de la fe, durante los últimos 40 años han estado inmersos en una controversia disidente. Los sacerdotes jesuitas se han destacado en el escándalo de sacerdotes homosexuales y las universidades jesuitas han sido focos de discrepancias en las enseñanzas de la Iglesia, especialmente sobre la vida y la familia. 

Fuentes:

Sergio Fernández

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