Alguien ayer habrá pensado que me salía de mis funciones como sacerdote al hacer consideraciones morales acerca de la licitud de un acto de rebelión contra los príncipes. Para nada. Y si se plantea la cuestión de si es pecado o no una cosa, hay que responder no siguiendo los dictados de los sentimientos del corazón, sino los férreos dictados de la lógica.
Con la misma
impasible frialdad, enseñaré que hay que ayudar al pobre y que hay que deponer
al tirano.
Me parece
sorprendente como la Escuela de Salamanca llegó a decir públicamente las cosas
que dijo, habiendo un monarca en el reino. Ya se ve que había más libertad de
pensamiento que la aparece en los malos guiones de película que pintan una
España imperial al estilo de nobody expects the
Spanish Inquisition.
https://www.youtube.com/watch?v=Whxnr9L0LAo
Lo cierto es
que si tengo que resolver una cuestión moral de alta envergadura, una cuestión
de Estado, prefiero consultar al padre Francisco Suárez y no a uno de los
moralistas que dictaminan según los sentimientos del corazón.
Para los que
no tengan tiempo de leer a la Escuela de Salamanca sobre el tema de la rebelión
con uso de la fuerza, les ofrezco este artículo:
http://www.scielo.org.mx/pdf/is/n50/1405-0218-is-50-00116.pdf
Como explica
allí Yamila Eliana Juri, el padre Suárez explica (la cita no es literal, es una
conclusión del artículo):
Si el pueblo
no puede recurrir a un superior, porque es la potestad de la república misma la
que ha sido usurpada –y no un cargo o función subordinada a la suprema potestas– entonces, dice también el Eximio, el
tirano puede lícitamente ser eliminado por cualquier miembro de la comunidad a
título de persona privada. (...) Contra ese tirano no se comete crimen de lesa
majestad porque en él no reside ninguna verdadera majestad, concluye Suárez,
conforme con la tradición (Defensio fidei, VI, 4, 7).
Por supuesto
que estos autores y yo, no somos cavernícolas. Sabemos que tiene que haber una
proporcionalidad entre el remedio y el mal que se intenta remover, que las
circunstancias pueden aconsejar esperar, etc.
El problema
es que algunos católicos ya no tienen claros los principios esenciales.
Evidentemente,
Pinochet no era Hitler. Y si alguien me dice que es lo mismo vivir en la
Argentina del general Videla que en la Unión Soviética de Andropov, le
contestaré que “yo no hablo para los necios”.
...................
El comienzo de este vídeo viene totalmente al caso:
https://www.youtube.com/watch?v=sekkOv12A5k
Ay, cuánto
me ha hecho reír el teniente Drevin. Antes de ver Schreck fue la
película con la que más me reí en toda mi vida.
P. FORTEA
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