SACERDOTE CUBANO, P. ALBERTO REYES: «LA LIBERTAD ESTÁ INSCRITA EN NUESTROS GENES»
El sacerdote
lamentó, en una carta publicada en Facebook, que el pueblo haya vivido de esa
manera «por años, escondiéndonos, simulando, y huyendo a la primera
oportunidad, dejando muchas veces solos y a merced del mal a aquellos que se
atrevían a alzar la voz de la libertad, a pesar de que lo hacían en nombre de
todos».
(ACI/InfoCatólica) En un emotivo escrito, el P.
Alberto Reyes Pías, sacerdote de la Arquidiócesis de Camagüey (Cuba), expresó
su sentir sobre las masivas protestas del 11 de julio que, según señala,
expusieron los «signos de cansancio y hartazgo» del
pueblo cubano frente a la dictadura.
«El ser humano
está hecho para la libertad, al punto que ni siquiera su Creador la violenta.
Al ser humano se le puede reprimir, amedrentar, amenazar… y esto puede hacer
que, por un puro instinto de supervivencia, la persona se someta a la
esclavitud e incluso llegue a defender al que lo oprime, pero la libertad
está inscrita en nuestros genes. Pueden pasar años, generaciones
incluso, pero llega un momento en el cual el alma se rebela y dice: ‘¡Basta!’», escribió el sacerdote en un
mensaje compartido en su cuenta de Facebook el
13 de julio.
El sacerdote afirmó que «desde
hace mucho tiempo, el pueblo cubano viene dando signos de cansancio y de
hartazgo» y que «viene avisando que se ha cumplido
el tiempo de la esclavitud».
El escrito del P. Reyes se
publica dos días después de que miles de personas salieron a las calles de
Cuba, en la que fue la manifestación más grande en 62 años desde que Fidel
Castro tomó el poder, para exigir libertad, el fin de la dictadura y cambios que
saquen al país de la crisis en que se encuentra, y que ha sido agravada por la
pandemia del coronavirus.
Aunque el régimen ha intentado
un apagón informativo cortando el internet, se supo que las marchas continuaron
el lunes y martes, y que actualmente hay una «tensa
calma» en Cuba.
En su escrito, el P. Reyes se
pregunta: «¿Cómo es posible que hayamos demorado
tanto?». A lo que responde: «Porque no nos
sometieron de un día para otro. Nos engañaron, nos manipularon, nos
deslumbraron, y cuando los primeros empezaron a despertar, los masacraron, los
fusilaron impunemente. Y el miedo puso en nuestros corazones y en nuestros
hogares su rostro omnipresente».
El sacerdote lamentó que el
pueblo haya vivido de esa manera «por años,
escondiéndonos, simulando, y huyendo a la primera oportunidad, dejando muchas
veces solos y a merced del mal a aquellos que se atrevían a alzar la voz de la
libertad, a pesar de que lo hacían en nombre de todos».
También contó que «con el tiempo, los signos de inconformidad y rabia
fueron creciendo, pero esos signos fueron despreciados, ridiculizados y
subestimados». «Pero se equivocaron, porque la libertad nace del alma, y el
alma tiene una fuerza imparable», subrayó.
«Y ahora ya
no hay marcha atrás, porque ahora hemos visto el verdadero rostro de
aquellos que durante años nos hablaron día a día y machaconamente de lo mucho
que nos amaban y querían nuestro bien. Ahora sabemos que todo era mentira, y
que no les vacila ni la mano ni la voz a la hora de proclamar destrucción y
muerte, y de incitar a la guerra de hermano contra hermano en una lucha cuyas
heridas tal vez no sanen nunca», continuó.
El P. Reyes escribió que el
desenlace del pueblo cubano «pudo ser diferente», pero
«los que nos engañaron y nos esclavizaron decidieron que no fuera diferente,
porque ignoraron sistemáticamente a un pueblo que no pudo dar más síntomas de
querer un cambio pacífico, y porque el cambio implicaba renunciar al poder
absoluto, el cambio implicaba aceptar la libertad, el cambio implicaba la
capacidad de amar, y el comunismo no puede admitir
el amor porque el amor es contrario a su naturaleza».
Para el sacerdote es difícil
saber si el cambio será próximo «o se hará esperar
un poco», lo que sí sabe es que «ya nada
podrá ser igual».
«No sé si
lucharemos hasta el final o nos rendiremos, agobiados por el miedo a la cárcel,
a la represión y a la muerte, para resurgir más adelante, pero lo que sí es
cierto es que a nuestra libertad las cadenas le pesan demasiado», continuó.
Finalmente, el P. Reyes dijo
que «de momento, seguimos, recordando que un
gobierno puede reprimir a una persona, en un lugar, en un momento, pero no
puede reprimir a todas las personas, en todos los lugares, en todos los momentos».
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