Hoy adopté un humano. Me partió el corazón verlo tan solo y confundido. Y de pronto logré que sus ojos llorosos se encontraran con los míos. No me gusta el olor a triste. Tenía tantas ganas de saltarle encima. Me habló con ternura y lo supe, ¡tenía que rescatarlo!, ese humano me necesitaba. Así que ladré con todas mis fuerzas, lo seguí cuadras y cuadras.
Me
acerqué, pude oler sus manos. El humano sonrió por un instante y cuando me tomó
entre sus brazos, comencé a sentir como se calentaba su helado corazón. Me
acerqué a sus mejillas y sentí cómo una lágrima rodaba en ellas. Lo miré
profundamente y su respuesta fue una brillante sonrisa. Salté emocionado a sus
brazos, le prometí portarme bien, quererlo para siempre y no separarme jamás de
su lado.
Qué
suerte tuvo de pasar por esa cuadra, por esa calle y yo también me siento
afortunado.
Había tanta gente caminando y
nadie me miraba. Todos preocupados, todos metidos en sus problemas. ¡Qué bueno que nadie más me eligió!
Hoy salvé una Vida. Hoy
adopté a un humano.
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