La Carta apostólica Patris Corde explica por qué san José es un padre amable y acogedor. Su vida fue un ofrecimiento completo por su hijo y por su esposa, en cada momento, como lo explica esta meditación.
En él, Jesús vió la ternura de
Dios, la ternura que nos hace aceptar nuestra debilidad, porque es a través y a pesar de nuestra debilidad que la mayoría de los
designios divinos se realizan.
«Solo la ternura
nos salvará de la obra del acusador» —subraya el Pontífice—. Y es al encontrar la
misericordia de Dios, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación, que
podemos hacer una experiencia de verdad y de ternura, porque:
«Dios no nos
condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona. Llamado por
Dios a servir a la misión de Jesús, coopera en el gran misterio de la redención
y es verdaderamente un ministro de la salvación».
Y para profundizar más en este
hermoso tema te compartimos un video y cuatro reflexiones para meditar en la
figura de san José.
1. SANTA TERESA Y SAN JOSÉ
La devoción a san José no ha
ocupado un lugar importante en la piedad de la Iglesia. Sin embargo, santa Teresa
contribuyó admirablemente a incrementar esta devoción. Escribió páginas
brillantes que lo sacaron del anonimato y lo plantaron en la religiosidad
popular de su tiempo.
Sin duda santa Teresa marcó un
punto muy alto en esta piedad de los sencillos. No se puede entender la
devoción teresiana a san José si no se comprende la religiosidad popular. Esa
expresión del pueblo y la gente sencilla, portadores de la revelación de Dios. ¡Recordemos que el Señor se revela a los mansos y
humildes de corazón!
La experiencia personal es la
nota característica que nos muestra santa Teresa cuando habla de san José.
Teresa escribe desde su propia vida y para la vida de sus lectores. Con
frecuencia va a recurrir a lo que ha visto y oído en su existencia como creyente
y en las personas con las que se ha relacionado.
2. PRIMER MILAGRO
Teresa Sánchez de Cepeda
Dávila y Ahumada tenía 27 años cuando la encontramos postrada en la cama, no
podía andar, a veces se arrastraba por el suelo. Estaba viviendo en el
monasterio de la Encarnación y salía de la clausura para ser curada. Se recurre
a todos los medios posibles en aquella sociedad, regresa a Ávila.
Llega a tal extremo de
gravedad que se la da por muerta. Transcurren varios años en el lecho, no se
podía mover, tenía que ser ayudada por enfermeras. En estas circunstancias recurre a san José y su vida va volviendo a la normalidad poco a poco. ¡Desde este
momento la devoción a san José y su familiaridad con él, va a marcar un hito en
su vida!
Escribe
Teresa: «Tomé por abogado
y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. Comencé a hacer
devociones de misas y cosas muy aprobadas de oraciones, y tomé por abogado a
san José…; y él hizo, como quien es, que pudiese levantarme y andar y no estar
tullida».
Partiendo de esta experiencia
que ha sido tan decisiva en su vida, ella va a recomendar la devoción a san
José y su poderosa intercesión. El esposo de María va a ser un abogado
e intercesor en todos sus contratiempos. Así es como san José se convertirá en un personaje familiar
y entrañable en el hogar teresiano.
3. TEXTOS DE SANTA TERESA SOBRE SAN JOSÉ
Te comparto algunos
escritos de santa Teresa que nos pueden ayudar a rezar y tener mayor devoción
al santo Patriarca:
— «Solo pido por
amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere y verá por experiencia el gran
bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción».
— «No me acuerdo
hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».
— «Es cosa que
espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este
bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de
alma».
— «Querría yo
persuadir a que todos fuesen muy devotos de este glorioso santo, por la
experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios.
No he conocido
persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios que no la vea
más aprovechada en la virtud, porque aprovecha en gran manera las almas que a
él se encomiendan».
4. PADRE EN LA ACOGIDA
Al mismo tiempo, el papa Francisco nos recuerda que José es un padre en la acogida,
porque acogió a María sin poner condiciones previas, un gesto importante aún
hoy en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la
mujer es patente.
El esposo de María es también
el que, confiando en el Señor, acoge en su vida incluso los
acontecimientos que no comprende, dejando de lado sus razonamientos y
reconciliándose con su propia historia.
La vida
espiritual de José no muestra una vía que explica, sino una vía que
acoge, lo que no significa que sea un hombre que se resigna pasivamente.
Al contrario: su protagonismo
es valiente y fuerte porque con la fortaleza del Espíritu Santo, aquella llena
de esperanza, sabe hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y
decepcionante de la existencia.
En la práctica, a través de
san José, es como si Dios nos repitiera:
¡No tengas
miedo, porque la fe da sentido
a cada acontecimiento feliz o triste y nos hace conscientes de que Dios puede
hacer que las flores broten entre las rocas!
José no buscó atajos, sino que
enfrentó con los ojos abiertos lo que le aconteció, asumiendo la
responsabilidad en primera persona. Por ello, su acogida nos
invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por
los débiles.
Escrito por Padre Juan Carlos Vásconez
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