Aquel periodista visitó al Anacoreta. Mientras
conversaban, el anciano le dijo:
- Los que dedicáis la vida a la palabra, tenéis una
gran responsabilidad. Con el lenguaje podéis construir o destruir felicidad.
Las palabras son como espadas que atraviesan el alma, para destruirla o
ensancharla. Una simple palabra puede destruir a una persona para siempre, o
hacer que todos la admiren.
Le miró a los ojos y concluyó:
- Mide bien tus palabras. Úsalas con
responsabilidad.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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