lunes, 28 de julio de 2014



PRESENTACION

A pesar de que no existe ninguna prueba fehaciente de su existencia, puesto que estamos hablando de los primeros siglos del cristianismo, hemos de tener en cuenta que aún en el siglo XVI su existencia se daba por segura, incluso por la propia Iglesia. En efecto, en los siglos XV y XVI esta Papisa Juana era ya considerada como un personaje histórico, de cuya existencia nadie dudaba.

La historia de la Papisa Juana trata acerca de una mujer que habría ejercido el papado católico ocultando su verdadero sexo. Su teórico pontificado suele ser situado entre los años 855 y 857, pero según la lista oficial de Papas, quien ocupaba dicho puesto en aquellos años fue Benedicto III.

Unas versiones afirman que el propio Benedicto III fue la mujer disfrazada, pero también hay quien sostiene que el período fue entre los años 872 y 882; es decir, la época del pontificado de Juan VIII.

LA PAPISA JUANA

Los relatos sobre la papisa sostienen que Juana, nacida en el año 822 en Ingelheim am Rhein, cerca de Maguncia, Alemania, era hija de un monje de nombre Gerbert. Según algunos cronistas tardíos, Gerbert formaba parte de los predicadores llegados desde el país de los anglos para difundir el evangelio entre los sajones.

La pequeña Juana creció inmersa en ese ambiente de religiosidad y erudición y tuvo la oportunidad de poder estudiar, algo prohibido a las mujeres de aquella época. Puesto que sólo la carrera eclesiástica permitía continuar unos estudios sólidos, Juana entró en la religión como copista bajo el nombre de Juan, concretamente Johannes Anglicus, que significa Juan el Inglés, para lo cual debió de efectuar una suplantación de sexo.

En su nueva situación Juana pudo viajar con frecuencia de monasterio en monasterio y relacionarse así con grandes personajes de la época. Además visitó Constantinopla, pasó también por Atenas y, de regreso a Germania, se trasladó al Regnum Francorum o Reino de los Francos, donde se encontraba la corte del Rey Carlos el Calvo (823-877).

Posteriormente Juana se trasladó a Roma en el año 848 y allí obtuvo un puesto de docente en ciencias. Siempre disimulando hábilmente su verdadera identidad, fue bien recibida en los medios eclesiásticos y, muy en particular, en la Curia romana. A causa de su reputación de erudita, Juana fue presentada al Papa León IV y enseguida se convirtió en su asistente para asuntos internacionales, ya que el Papa la consideraba como un hombre.

En julio del 855, tras la muerte del Papa León IV, la alta opinión que de ella tenían los romanos hizo que la eligieran papa. Juana ocupó ese cargo durante dos años, siete meses y cuatro días, según la versión del cronista dominico Martín de Opava en su obra ‘Chronicon Pontificum et Imperatum’.

Pero hay otra versión que indica que realmente Juana era el Papa Juan VIII, quién ocupó el puesto entre 872 y 882. Parece ser que los opositores al Papa, ante su actitud conciliadora con la Iglesia Oriental, comenzaron a tacharle de afeminado y a llamarle ‘Papisa Juana’. Sin embargo las fechas no coinciden entre las dos versiones, la del Papa Benedicto III y el Papa Juan VIII.

Ocupando el papado Juana quedó embarazada, fruto de su unión carnal con el embajador alemán Lamberto de Sajonia. Un día, a causa de su desconocimiento del tiempo que le faltaba para el parto, mientras participaba en una procesión desde la Basílica de San Pedro hasta Letrán, en un estrecho callejón situado entre el Coliseo y la Iglesia de San Clemente, Juana comenzó a sentir las contracciones del parto en plena cabalgata, y parió allí mismo, en público. Juana fue lapidada en aquel mismo lugar por el gentío enfurecido y murió de inmediato, recibiendo sepultura en aquel mismo lugar donde ocurrieron los hechos.

ORIGEN DE LA LEYENDA

Respecto al origen en sí de la leyenda se han establecido diferentes hipótesis:

.- San Roberto Belarmino (SJ – 1542-1621 - en ‘De Romano Pontífice’, III, 24) considera que esta historia fue llevada de Constantinopla a Roma.

.- El venerable César Baronius (1538-1607) conjeturó en ‘Anales ad a., n. 5) que la muy criticada debilidad afeminada del Papa Juan VIII en su trato con los griegos, pudo dar lugar a la leyenda de la Papisa Juana.

Sin embargo la explicación del historiador alemán Ignaz von Döllinger (1799-1890) ha encontrado en ‘Papstfabeln’ o ‘Papa Fábulas’ 7-45 de 1863, una mayor aprobación en general. Él reconoce que la leyenda de la Papisa Juana es un vestigio de alguna tradición del folklore romano, ligada originalmente con ciertos monumentos antiguos y costumbres peculiares. Una antigua estatua descubierta en tiempos de Papa Sixto V (1585-1590) en una estrecha calle cercana al Coliseo, la cual muestra una figura con un niño, fue considerada por el pueblo como la representación de la papisa.

Siempre según la leyenda, la suplantación de Juana obligó a la Iglesia a proceder a una verificación ritual de la virilidad de los Papas electos. Para ello, un eclesiástico era el encargado de examinar manualmente los atributos sexuales del nuevo Pontífice a través de una silla perforada.

CONCLUSION

En la historia del papado no existe lugar donde encaje esta figura legendaria, la cual es por completo un invento de la imaginación. En el siglo XV, tras el despertar del criticismo histórico, algunos estudiosos como Aeneas Silvius y Platina encontraron que la historia no tenía sustento. Y desde el siglo XVI varios historiadores católicos empezaron a negar la existencia de la Papisa Juana, tales como Onofrio Panvinio, Aventinus, Baronius y otros.

Ninguna fuente histórica contemporánea entre las historias de los papas tiene conocimiento alguno de la Papisa Juana. Resulta difícil de creer que la aparición de una papisa, si hubiese sido un hecho histórico, no hubiera sido confirmada por ninguno de los numerosos escritores habidos entre los siglos X y XIII.

Agustín Fabra

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