La Biblia frecuentemente habla de la paternidad espiritual y los católicos lo reconocemos y seguimos con la costumbre de llamar a los sacerdotes padres.
Por: Steve Ray | Fuente: Apologetica.org
PONIENDO
EL PROBLEMA EN CONTEXTO
Mientras Paul y Sandra y sus hijos estaban saliendo de la iglesia un domingo
después de Misa, ellos se pararon para decir hola al sacerdote:
“Gracias por la homilía, Padre Ryan,” dijo
Paul. “Fue muy convincente”.
“Gracias,” contestó el Padre con una
sonrisa, “Estoy contento que la encontraste benéfica.”
“Cambiando de tema, Padre”, Sandra se
aventuró a preguntar al padre, “nosotros
quisiéramos saber si usted estaría libre para venir a nuestro hogar y reunirse
con nosotros en la cena esta semana.”
El Padre sonrió, “Claro que sí. ¡Eso sería grandioso!
Gracias.” Y establecieron un día antes de irse.
Nada acerca de este encuentro parecería raro para un católico, pero muchos
protestantes se horrorizan con eso. Muchos claman que cuando los católicos se
refieren al sacerdote como “padre”, muestran
que la Iglesia está en contra de la Biblia, porque Jesús lo prohibió: “No llamen a ningún hombre su padre en la tierra, porque
ustedes tienen un Padre, quien está en el cielo” (Mat. 23:9).
En sus ensayo 10 Razones por las que no soy
Católico Romano, el escritor anti-católico y fundamentalista Donald
Maconaghie cita este pasaje como soporte para su acusación de que “el papado es una farsa.”
Bill Jackson, otro fundamentalista que dirige una organización anticatólica de
tiempo completo, dice en su libro, La Guía Cristiana Hacia el Catolicismo
Romano, que un “estudio de Mateo 23:9 revela que
Jesús estaba hablando acerca de ser llamado padre como un título de
superioridad religiosa…[la cual es] la base de la jerarquía [Católica]” (p.
53).
¿CÓMO
DEBEMOS LOS CATÓLICOS RESPONDER A ESTAS ACUSACIONES?
Para entender el porqué la acusación no es
válida, uno primero debe comprender que el uso de la palabra “padre” en referencia a nuestros padres
terrenales. No habría nadie que no permitiera a una niña la oportunidad de
decirle a alguien que ella quiere a su padre. El sentido común nos dice que
Jesús no estaba prohibiendo este tipo de uso de la palabra “padre”.
De hecho, para prohibirlo habría que quitarle a la palabra “Padre” su significado cuando se aplica a Dios,
porque no habría más la contraparte para
la analogía de la divina Paternidad. El concepto del rol de Dios como Padre no tendría significado si destruimos
el concepto de la paternidad terrena.
Pero en la Biblia el concepto de paternidad no está restringido a solo nuestros
padres terrenales y Dios. Es usada para referir a gente diferente de los padres
biológicos o legales, y es usado como un signo de respeto con los cuales
nosotros tenemos una relación especial.
Por ejemplo, José le dice a sus hermanos acerca de un especial relación
fraternal que Dios le ha dado a él con el
rey de Egipto: “Así que no eras tú quien me mandó
aquí, sino Dios; y él me ha hecho a mí un
padre para el Faraón, y señor de toda su casa y el que gobierna toda la tierra
de Egipto” (Gén. 45:8).
Job indica que él tuvo un papel de paternidad
con los menos afortunados: “Yo era un padre de los
pobres, y busqué la causa de el a quien yo no conocía” (Job 29:16). Y
Dios mismo declara que el dará un rol de paternidad a Eliakim, el guardián de
la casa de David: “En aquel día yo llamé a mi sirviente
Eliakim, el hijo de Hilkiah…y yo los vestiré a él con una túnica, y le ceñiré un
cinturón en él, y le otorgaré…autoridad a su mano; y el deberá ser un padre para los
habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá” (Isaías 22:20)
Este tipo de paternidad no solamente aplica a aquellos quienes son sabios
consejeros (como José) o benefactores (como Job) o ambos (como Eliakim),
también aplica a aquellos quienes tienen un relación espiritual fraterna con
uno. Por ejemplo, Elisha replica, “Mi padre, mi padre!”
a Ellijah mientras la carta es llevada al cielo en un remolino (2 Reyes.
2:12). Después, Elisha mismo es llamado padre por el rey de Israel (2 Reyes.
6:21).
¿UN CAMBIO CON EL NUEVO
TESTAMENTO?
Algunos fundamentalistas debaten que este uso cambió con el Nuevo
Testamento--que mientras que pudo haber sido permisible llamar a cierto hombres
“padre” en el Antiguo Testamento, desde el
tiempo de Cristo, no es ya permitido. Este argumento falla por varias razones.
Primero, como hemos visto, es imperativo “no llamar
padre a un hombre” no aplica al padre biológico de uno. También no
excluye llamar a los ancestros de uno “padre”, como
se muestra en Hechos 7:2, donde Esteban se refiere a “nuestro padre Abram,” o
en Romanos 9:10, donde Pablo habla de “nuestro padre
Isaac.”
Segundo, hay numerosos ejemplos en el Nuevo Testamento del término “padre” de ser
usado como una forma de dirigirse y referirse, aún para hombres quienes no son
padres biológicos relacionados con el locutor. Hay, de hecho, bastantes usos de
“padre” en el Nuevo Testamento, que la
interpretación fundamentalista de Mateo 23 (y la objeción a los católicos sobre
llamar a los sacerdotes “padre”) debe estar
equivocada, como lo veremos.
Tercero, un análisis cuidadoso del
contexto de Mateo 23 muestra que Jesús no intentó que sus palabras fueran
entendidas literalmente. El pasaje completo versa así, “Pero
no serán llamados ‘rabino,’ porque ustedes tienen un maestro, y ustedes son
todos hermanos. Y no llamen a ningún hombre su padre en la tierra, porque
ustedes tienen un Padre, quien está en el cielo. Ninguno será llamado ‘maestro,’ porque ustedes
tienen un maestro, el Cristo (Mat.
23:8).
El primer problema es que aún que Jesús parecía prohibir el uso del término “maestro”, Cristo mismo designó ciertos hombres
para ser maestros en su Iglesia (“Vayan entonces y
hagan discípulos de todas la naciones…)
Los fundamentalistas mismos se equivocan en este punto llamando a todo tipo de
personas “Doctor,” por ejemplo en el caso de
doctores, así como también profesores y científicos, quienes tienen grados de
Ph.D. (ejemplo, doctorados). En lo que ellos se equivocan es que “doctor” es simplemente la palabra en latín para “maestro”.
¿ENTONCES QUÉ ES LO QUE
QUERÍA DECIR JESÚS?
Jesús criticado por los líderes judíos quienes amaban “el
lugar de honor en los festejos y los mejores asientos en la sinagogas y los
saludos en los mercados, y ser llamados ‘rabinos’ por los hombres (Mat.
23:6).
Él estaba haciendo una hipérbole
(exageración para ir al grano) para mostrar a los escribas y fariseos que
pecadores y orgullosos eran por no parecer humildes a Dios como el origen de
toda la autoridad y fraternidad y enseñanza, y que en vez se pusieren ellos
mismos como la última autoridad, figuras paternales, y maestros.
Cristo usó hipérboles frecuentemente, por ejemplo cuando el declaró, “Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo; es
mejor que tu pierdas uno de tus miembros que entrar entero en el infierno” (Mat.
5:28, cf. 18:9, Marcos 9:47). Cristo ciertamente no
intentó que esto fuera aplicado literalmente, porque de otra manera todos los
cristianos estaríamos privados de la vista! (cf. 1 Jn 1:8; 1 Tim 1:15). Nosotros todos estamos sujetos a los apetitos de la carne
y a los apetitos de la vista y al orgullo en la vida” (1 Jn 2:16).
Usando palabras fuertes como frecuentemente hacía, Jesús condenó el mal uso de
la autoridad más que el uso de ciertos
términos de posición. Haciendo referencia al término “padre”,
Jesús está prohibiéndonos cualquier relación de fraternidad humana con
la Fraternidad espiritual que solo Dios tiene. Nosotros debemos no olvidar que
somos sujetos de la autoridad de Dios-El es nuestro Maestro y Profesor y Padre.
Este es el porqué, cuando nos referimos a
los sacerdotes como “padres” nosotros
siempre debemos hacer esto reconociendo que Dios es nuestro verdadero Padre.
LOS APÓSTOLES NOS MUESTRAN EL
CAMINO
La práctica ancestral cristiana de llamar
a los sacerdotes “padres” va muy atrás hasta
el tiempo de los apóstoles, y la teología atrás es evidente en la escritura.
Mientras el juicio ante el Sanedrín—el consejo mayor de los judíos de los
sacerdotes y los ancianos—el primer mártir cristiano, Esteban, se refiere a
ellos como “hermanos y padres” (Hech. 7:24).
Este es un pasaje clave para considerar, mientras que las Escrituras nos dice
que Esteban estuvo lleno del Espíritu Santo y que habló estas palabras bajo la
inspiración del Espíritu Santo (cf. Hech. 7:55). No hay manera que el Espíritu
Santo podría haber inspirado a Esteban a referirse a los sacerdotes judíos como
“padres” si Cristo había de hecho
literalmente prohibido a los cristianos que llamaran a los hombres por ese
título. Si así fuera, tendría que haber una contradicción directa entre la
orden de Cristo y la actuación del Espíritu Santo.
El Nuevo Testamento está lleno de ejemplos
y de referencias hacia relaciones espirituales padre-hijo y padre-pequeño.
Mucha gente no es consciente en que tan comunes estas son, así que vale la pena
citar algunas aquí.
Pablo regularmente se refería a Timoteo como su hijo: “Entonces
yo te mandé a ti a Timoteo, mi y amado y fiel hijo en el Señor, misericordia, y
paz de Dios el Padre y Jesús Cristo nuestro Señor (1 Tim 1:2), “A Timoteo, mi hijo amado: Gracia, misericordia, y paz de
Dios el Padre y Jesús Cristo nuestro Señor” (2 Tim. 1:2).
Él también se refirió a Timoteo como su
hijo: “Este encargo yo te encomiendo a ti, Timoteo,
mi hijo, de acuerdo con las anunciaciones proféticas...” (1 Tim 1:18), “Tu entonces, mi hijo, se fuerte en la gracia de Jesús
Cristo” (2 Tim 2:1), “Pero el mérito de
Timoteo tú
lo sabes, como un hijo con un padre él ha
servido conmigo en el evangelio”
(Fil. 2:22).
Pablo también se refirió a otros de sus convertidos de esta manera: “A Tito, mi hijo verdadero en una fe común: gracia y paz
de Dios el Padre y Jesús Cristo nuestro Salvador” (Tito 1:4), “te ruego por mi hijo, Onésimo, a quién he engendrado en
las prisiones” (Filemón 10). Claramente, ninguno de estos hombres fueron
literalmente, hijos biológicos. Por el contrario, Pablo está enfatizando su paternidad espiritual con ellos.
PATERNIDAD ESPIRITUAL
Quizás la referencia más señalada en el Antiguo
Testamento sobre la teología de la paternidad espiritual de los sacerdotes es
la declaración de Pablo, “Y no escribo esto para
hacerlos sentir avergonzados, sino para aconsejarlos como mis amados hijos.
Aunque ustedes tienen incontables guías en Cristo, no tienen muchos padres,
pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1 Cor.
4:14-15).
Pedro siguió la mismo costumbre, refiriéndose a Marco como su hijo: “Ella que está en Babilonia, quien es similarmente
escogida, te manda saludos; y así también lo hace mi hijo Marco” (1 Pet.
5:13). Los apóstoles algunas veces se refirieron a las iglesias enteras bajo el
cuidado de sus hijos. Pablo escribe, “Aquí por la
tercera vez yo estoy listo para llegar a ti. Y yo no seré una carga, porque no busco
lo que es tuyo sino a ti; porque los hijos no deben de acumular para sus
padres, sino los padres para sus hijos” (2 Cor. 12:14); y, “Mi pequeño hijo, con el cual yo estoy otra vez
esforzándome hasta que Cristo se forme en ustedes!” (Gal. 4:19).
Juan dijo, “Mis pequeños hijos, escribo esto a
ustedes para que así ustedes no pequen; pero si alguno de ustedes peca, tenemos
un defensor con el Padre, Jesús Cristo el justo” (1 Jn 2:1), “No puedo tener una mayor alegría que esta, oír a mis
hijos seguir la verdad” (3 Jn 4). De hecho, Juan también se refería a
hombres de las primeras comunidades como “padres” (1
Jn 2:13).
Al referirse a esta gente como a "hijos" espirituales,
Pedro, Pablo y Juan implícitamente se refieren a ellos como a sus "padres" espirituales. Debido a que la
Biblia frecuentemente habla de esta paternidad espiritual, los católicos lo
reconocemos y seguimos con la costumbre de llamar a los sacerdotes “padres”. No reconocer esto es de hecho es no
reconocer y honrar un gran regalo que Dios ha dado en la Iglesia: la paternidad espiritual del sacerdocio”
Los católicos tienen un afecto filial hacia los padres y los llaman “padre”, sabiendo que como miembros de sus
parroquias ellos tienen el compromiso de su cuidado espiritual, y tienen una
relación filial con ellos. Los sacerdotes por otro lado, siguen los ejemplos
bíblicos de los apóstoles en lo referente a los miembros de su congregación
como “mi hijo” o “mi
pequeño” (cf. Gal. 4:19, 1 Tim. 1:18, 2 Tim. 2:1, Filemón 10, 1 Ped.
5:13, 1 Jn 2:1, 3 Jn 4).
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