Intentar comprender la acción de Dios en nuestras vidas.
Por: Martìn Michel Rojas Rojas | Fuente:
Catholic.net
En estos tiempos de aparente incertidumbre ante
la contingencia sanitaria que se vive en todo el mundo, en el corazón del
hombre pueden surgir legítimos cuestionamientos del por qué ocurren
eventos de este tipo, mismos que si no se reflexionan con una perspectiva de
fe, terminan provocando desesperanza y frustración en la humanidad. Por ello,
meditar acerca de lo bueno o malo que pasa en nuestras vidas a través de los
ojos con los que Dios nos mira, ayuda a calmar el alma cuando todo pasa por
algo.
En primer lugar, para intentar comprender la
acción de Dios en nuestras vidas, en necesario reconocernos como “creaturas" limitadas por nuestra propia
condición humana, la cual goza o padece de una inteligencia finita, misma que
por más que se esfuerce en entender la mente de su Creador, le será imposible
puesto que su naturaleza es distinta y mucho mayor; razón por la que recurrir a
- un salto de “fe” - ante aquello que somos incapaces de conocer con
nuestros ojos, parece ser la opción más sensata para continuar.
En segundo lugar, ayuda mucho el ejercitar la
relación de amistad con Dios a través de la figura del hijo y el Padre. Tratar
de acercarnos en la oración y el diálogo mental como un auténtico niño;
inocente, confiado y sin ninguna preocupación porque se sabe protegido por sus
padres que velan por él. Así Dios se hace presente, nos cuida de todo tropiezo
que nos lastime o de cualquier camino que nos lleve al barranco, sin embargo,
eso como niños que somos, no logramos verlo, no lo entendemos. Ninguna madre
deja que su hijo juegue con las tijeras, aunque este haga berrinche, pues ella
solo anhela verlo sano y sin peligro.
El Padre Jorge Loring S.J., reflexiona en uno de
sus populares videos, sobre la humildad que debemos ejercitar para reconocer
que “Dios sabe más que nosotros”, y que
cuando le pedimos algo y así no sucede, es porque Dios como buen Padre, sabe lo
que es mejor, por lo que tener una actitud de confianza en su voluntad, es la
mayor ganancia, “hacer lo que Dios quiere y
querer lo que Dios hace”, es la
frase que toma de San José María Rubio, para explicar la tranquilidad que se
obtiene cuando depositamos todo en Él, no empeñándonos en imponer lo que en
ocasiones pensamos que es mejor.
La confianza debe partir de una fe a ciegas,
sincera y de abandono total en el misterio del plan divino, conscientes de que
a Dios no le somos indiferentes, que nos acompaña en todo momento y que solo
busca nuestro mayor bienestar; “la salvación
eterna”. Por lo que su
intervención en nuestras vidas, será de diversas maneras; una palabra de
aliento, una crisis, un ascenso, el beso de una madre, un pensamiento, el
nacimiento de un hijo, una enfermedad, etc., a sabiendas de que tal vez nunca
logremos entender “el por qué” o las “razones”, pero con la certeza de que todo fue por
y para algo mejor, agradeciendo por todo aquello que nos da y lo que no nos da.
En tercer y último lugar, no dejar de tener
esperanza y orar. El Padre Pío de Pietrelcina decía, “reza, espera y no te preocupes, la preocupación es inútil, Dios es
misericordioso y escuchará tu oración” - porque todo el que pide, recibe; el
que busca, encuentra; y al que llama, se le abre (Mt 7,8), - Dios pone casi todo, tu pones casi nada, pero
Dios no pone su casi todo, si tu no pones tu casi nada, así obra la Divina
Providencia.
“Abrazar al Señor,
para abrazar la Esperanza” (Papa
Francisco, Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia, 27 de
marzo de 2020).
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