domingo, 14 de marzo de 2021

POLÍTICO DECLARA QUE ES TRANS

 "En el Perú, periferia de la posmodernidad, un político declara que es trans, se viste de mujer y pide que no lo llamen por su nombre legal, por el que aparece en su DNI sino por lo que en su mundo de ilusión han convenido en llamar el “nombre social”. A partir de ese momento el que ose recordar que estamos ante un hombre vestido de mujer, o peor aún lo llame por su nombre oficial, será demolido por su poca empatía, su transfobia e inhumanidad”.

Ningún periodista se atreverá a preguntarle que hace con su pene, si lo oculta, lo conserva con algún resquicio de orgullo machista, o ya lo ha mutilado. Nadie le preguntará de qué manera satisface sus arrestos sexuales.

Un congresista, de gestos afables y apellido ilustre se declara homosexual. Exige respeto a su condición. Legisla sólo con la mira en sus apetencias sexuales. La prensa lo ama.

Ningún periodista se atreverá a preguntarle sobre sus roles o preferencias sexuales. ¿Usted penetra o es penetrado señor congresista? ¿Practica usted la felación a sus compañeros sentimentales? ¿Con qué frecuencia? ¿Cuál es su tipo de hombre? ¿Tiene alguna preferencia en el tipo de pene de sus parejas? Obviamente estas impertinencias serían inaceptables.

Una candidata, número uno de una lista al congreso declara su homosexualidad. Entonces todos aplauden. Sus gestos muy masculinos y su energía al encarar los problemas son elogiados. Habla de su esposa y la prensa delira. ¿Alguien le preguntaría en una entrevista, en prime time, sobre las prácticas sexuales que prefiere con su “esposa”? ¿Usted hace de hombre o de mujer en su relación? ¡Eso no es así! Esas preguntas no, si se pregunta eso es porque no se comprende nada de lo que es la homosexualidad. O finalmente ¡Lo que se ve no se pregunta!

Un candidato presidencial en una situación por demás confusa huye de un incendio. En la escena del mismo quedan restos de una velada romántica. Por supuesto que nadie puede preguntar por eso. ¿O es que se le puede preguntar con quién estaba en ese lugar? Algún periodista puede en medio de una entrevista preguntarle ¿Qué hizo usted en ese departamento? ¿Nos puede dar detalles? ¿Nos puede decir con quien estaba? ¿Estuvo usted en ese departamento con un hombre? Todas estas preguntas por supuesto serían desatinadas y no serían bien vistas.

Un congresista declara que fuma marihuana con sus padres. En un país en que la venta de marihuana está penada por ley, nadie le pregunta al ilustre padre de la patria dónde compra la droga. Con qué tipo de narcotraficante se encuentra vinculado para comprar la droga que consume en medio de las más enternecedoras escenas de amor filial.

Esa es la normalidad. La corrección. Hay que ser inclusivos. Inclusivos con todo menos con los valores tradicionales o la familia.

Que si tal o cual abortó ¡Bien! ¡Es su cuerpo! O su cuerpa. Que si una mujer ama a su esposo y decide criar a sus hijos a tiempo completo ¡Horror! ¡Cavernícola! ¡Fascista!

Un candidato declara que es católico. Que ama a la iglesia. Que va a misa diariamente y reza el rosario. Entonces se encienden todas las alarmas del progreliberalismo. ¿Es un fanático?  ¡Va a instaurar una teocracia!

Entonces la prensa tan modosita y empática se olvida de sus valores, de su discreción, y lo empieza a acosar con impertinencias, a pedirle que explique cómo vive la castidad. A mostrar la antigua costumbre de la mortificación, que siempre se ha practicado en la iglesia y que es parte de la vida ejemplar de muchos santos, como una perversión. Ahí ya no entra en juego aquello de ¡mi cuerpo, mi decisión! Hay que convertir a este hombre de fe en un animal de feria. Entonces una chusma ignorante y pérfida enfila sus baterías contra él en las redes sociales.

“¿Esa es la normalidad?".

Autor: Luciano Revoredo

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