Análisis del profesor Sánchez Martínez de Arequipa
Afirma que
Rafael López Aliaga sería una pausa providencial en medio de una agenda
impuesta sin consultar a los peruanos, destinada a demoler los valores
tradicionales y la familia, en el único país de América del Sur en que todavía
el aborto está restringido y no existe matrimonio homosexual o algún sucedáneo
semejante.
(InfoCatólica) César Félix Sánchez Martínez
es profesor de filosofía e historia del pensamiento en Arequipa, Perú. Ha
seguido de cerca la coyuntura política y sanitaria de su país a lo largo del
periodo de la pandemia con columnas periodísticas, ensayos y análisis
publicados en diversos medios. Le entrevistamos con ocasión de las próximas
elecciones del Perú.
¿CUÁL ES LA
SITUACIÓN ACTUAL DEL PERÚ EN ESTE AÑO ELECTORAL?
El Perú ha sido quizás el país
más afectado en el mundo por la llamada pandemia del SARS-COV
2 y las medidas de emergencia que trajo. Según las cifras oficiales, en
agosto del año pasado alcanzamos el primer lugar en muertos por millón en el mundo.
Y considerando que el registro nacional de defunciones ha manifestado
incrementos notables con respecto a la media de defunciones de estos meses
comparados con los de años previos, a la larga, las cifras de fallecidos
ocasionados directa o indirectamente por la pandemia será aún más alta y eso
nos colocará probablemente como el país más afectado del mundo. El colapso
económico ha sido también el mayor del mundo.
Lo curioso es que, como fue
señalado con alborozo por los medios internacionales, el Perú fue el primer
país de América Latina en establecer una cuarentena general el 16 de marzo de
2020, que fue de las más restrictivas y largas (si no la más) del mundo y que
duraría cerca de cinco meses en la mayoría del territorio nacional. Y, sin
embargo, nos fue peor que a países como Nicaragua o Suecia que literalmente
no hicieron nada.
Hemos sido la prueba
palpitante de una realidad que ya estudios de la Heritage
Foundation, científicos de Duke, Johns Hopkins y Harvard y el premio
nobel Michael Levitt habían señalado: que las cuarentenas pueden ser altamente
contraproducentes e incluso mortales.
¿Y CÓMO HA AFECTADO
ESTA SITUACIÓN A LA IGLESIA Y A LOS CREYENTES?
Mientras incluso gobiernos
socialcomunistas anticatólicos como el de España no se atrevieron a restringir
de manera total el derecho de los fieles al culto público, el gobierno de
Martín Vizcarra en el Perú prácticamente abolió el culto público en todo el
territorio nacional, no solo durante los meses de cuarentena, sino que, incluso
después del fin de la cuarentena y el descenso en casos y defunciones en
septiembre, tenía la intención explícita de que recién en diciembre se abriesen
los templos solo para la oración privada. En ese momento, algunos obispos en
distintas regiones hicieron caso omiso de tales medidas (significativamente en
Chiclayo, Arequipa y Piura) y, al final, la misma Conferencia Episcopal
manifestó a inicios de noviembre que dejaría al arbitrio de los obispos el
reiniciar el culto. Antes de que el gobierno de Vizcarra pudiese reaccionar,
fue vacado por el congreso por acusaciones de corrupción el 9 de noviembre de
2020. Para el primer domingo de Adviento, ya todo el territorio nacional podía
disfrutar de las libertades de culto más básicas, hasta la segunda cuarentena
parcial en febrero cuando el gobierno de Sagasti las
volvió a restringir en algunos lugares.
Pero donde se observa más el
sesgo misterioso del gobierno de Vizcarra contra la religión fue en dos
ocasiones específicas. Durante la cuarentena, dentro de las distintas
profesiones o funciones que podían conseguir un pase para transitar de manera
libre no se encontraba el de ministro religioso o sacerdote. Así, los
sacerdotes que durante esos meses salieron para dar los últimos sacramentos a
los fieles o lo hicieron violando las normas o tuvieron que hacer uso de una
reserva mental presentándose como asistentes o enfermeros de personas mayores.
Eso no ha tenido parangón en ningún país del mundo. Ni siquiera la Argentina
neokirchnerista, también cultora de las cuarentenas estrictas, se atrevió a
hacerlo, porque siempre se permitió allí explícitamente la circulación de
ministros de culto.
Sin embargo, estas medidas palidecen
ante la descomunal locura que significó rechazar el apoyo logístico de la Iglesia en el reparto
de alimentos cuando la cuarentena y el fracaso de los
bonos monetarios fallidos llevaban a amplios sectores de la población al borde
de la inanición en mayo.
PERO ¿A QUÉ SE DEBIÓ
ESTA GESTIÓN TAN CATASTRÓFICA?
Creo que la esencia del
fracaso del Perú en la lucha contra el COVID se
centra en la ideologización de los burócratas globalistas que conforman lo que
podríamos llamar un deep state en el Perú, formado por un conjunto de consultores
y seudotecnócratas que empezaron a colonizar el aparato estatal peruano desde los
tiempos de Ollanta Humala y que han establecido un mecanismo de «puertas giratorias» con la gran prensa nacional y
con ciertas universidades influyentes. Se reparten entre ellos los cargos y
además desvían cientos de millones de dólares en las llamadas consultorías,
que, por ejemplo, en el 2019 significaron un gasto de más de dos mil millones de soles
del erario público. Este mecanismo ha servido también
como una suerte de soborno legal a la gran prensa televisiva, que formó una
sólida muralla acrítica de desinformación y defensa del gobierno y su tiranía
sanitaria. Todos estos mecanismos llegaron a su exacerbación durante el gobierno
de Martín Vizcarra.
Así, los tecnócratas del
régimen no vacilaron en aplicar una cuarentena draconiana general calcada de
los más afiebrados experimentos sociales del Imperial College de Londres y de
Neil Ferguson (favoritos del globalismo) en un país donde el 72 % de
trabajadores pertenecen al sector informal y donde el 49 % por ciento de
hogares no cuentan con refrigeradora en casa. No tuvieron en cuenta los
factores climáticos y humanos tan diversos, ni la distinta incidencia del virus
en las regiones. Así, para junio, el principal efecto de la cuarentena había
sido quebrar el sistema inmunológico de amplios sectores de la población a
fuerza del hambre y el miedo.
Por otro lado, la ideología
progresista de estos personajes se reveló de manera clara en medidas como el
llamado «pico y placa de género», que
establecía días diferenciados para la salida de hombres y mujeres, lo que,
junto con la inamovilidad estricta (cerrazón absoluta de todo) decretada el
jueves y viernes santo, así como el domingo de resurrección, en abril de 2020,
provocaron escenas de pánico y aglomeraciones especialmente en los sectores
populares. Semanas después empezó el colapso sanitario en Lima e Iquitos. El
responsable de esta medida, Farid Matuk, asesor del gobierno y antiguo trotskista,
confesó que la medida se dio para «quebrar el
patriarcado» al obligar a la transformación de los roles sociales de la
mujer y el hombre en el país. Para estos individuos, la pandemia, lejos de ser
una tragedia que requería un combate real, era una ocasión propicia para la
transformación revolucionaria.
Finalmente, esta cliqué progresista pretende crear un aparato
estatal que, por primera vez en la historia del Perú, no intente solamente
estorbar la vida económica del país, sino monopolizar toda legitimidad y
representación social ante los ojos de la población. De ahí el rechazo
ideológico no solo a la cooperación de la Iglesia y del Ejército en el reparto
de alimentos (que el gobierno otorgó a los municipios, con la consecuencia
inevitable de corrupción, ineficiencia y sobreprecios), sino a la de la misma
empresa privada y sociedad civil. En momentos críticos, el gobierno obstaculizó
las iniciativas privadas de ayuda, hasta extremos delirantes. La idea
era generar la impresión de que el único gran salvador del Perú era Vizcarra y
sus burócratas.
No hay que descartar, tampoco,
la presencia de la corrupción. Como se sabe, toda medida de confinamiento, sea
estricta o flexible, debe venir acompañada por un cerco epidemiológico que
ubique, con pruebas moleculares efectivas, los focos de contagio. En un caso
único en el mundo, el Perú optó por utilizar pruebas serológicas rápidas de bajísima
calidad como herramientas de diagnóstico, con el resultado de
cientos de miles de falsos negativos, que facilitaron millones de contagios
masivos y trágicos, incluso en instituciones como la policía nacional. Aunque
se le advirtió, Vizcarra insistió en realizar una compra millonaria de estos
productos, diciendo, primero, que eran tan efectivas como las moleculares y,
luego, que era «lo único que había» y que
nuestro país no tenía laboratorios adecuados para las moleculares. Las
consecuencias fueron catastróficas. Y parece que, junto con la torpeza y la
incuria, la principal razón para optar por ellas fue la corrupción. Algo
semejante parece haber sucedido en el más reciente escándalo de la millonaria
compra de las muy ineficaces vacunas chinas Sinopharm, en el que también el
Perú ha batido un triste recórd mundial al optar masivamente por las vacunas
más caras e ineficaces de todo el mercado.
Y lo más triste de todo fue
ver cómo el gobierno y el mismo Vizcarra reaccionaban ante cada nuevo fracaso
humillando y culpando a la población.
UN PANORAMA
TERRIBLE. ¿Y NO EXISTIÓ UNA RESISTENCIA DE LA POBLACIÓN ANTE UNA GESTIÓN TAN
DESTRUCTIVA?
Lamentablemente no, por lo
menos durante los primeros meses. El cerco informativo a favor del gobierno era
casi unánime, especialmente debido a los generosos créditos de reactivación que
el gobierno avaló para los grandes conglomerados mediáticos. Cuando al inicio
de la emergencia, el doctor Ernesto Bustamante, en el único canal televisivo de
oposición, se atrevió a profetizar que el uso masivo de pruebas serológicas
como diagnóstico provocaría una crisis social sin precedentes, legiones de trolls gobiernistas
lo acosaron hasta extremos vergonzosos. Por otro lado, se dieron casos inauditos,
como ver a la policía nacional irrumpir en casas de personas para arrestarlas
por criticar la cuarentena en las redes
sociales. Además, un sector nada desdeñable de la población desarrolló una
especie de Síndrome de Estocolmo con su agresor Vizcarra, que aparecía todos
los días en cadena nacional, al más puro estilo de Chávez, para mentir y
regañar a la población. Por otro lado, el sector progresista de la jerarquía
eclesiástica católica manifestó su entusiasmo con el gobierno y sus medidas
coercitivas siempre que pudo. Parece que cambiaron la «opción
preferencial por los pobres» por la «opción
preferencial por los tecnócratas globalistas progres y por la oligarquía
mediática del grupo El Comercio». Poco a poco, sin embargo, los peruanos
más humildes empezaron a volver a las calles a trabajar, en un acto de
resistencia pacífica silenciado, cuando no vilipendiado, por los grandes
medios.
EN ESTE CONTEXTO,
¿CÓMO EMERGE LA CANDIDATURA DE RAFAEL LÓPEZ ALIAGA?
Rafael López Aliaga es un empresario católico
practicante que estaba relegado por las grandes encuestadores a la categoría de
«otros» y que era ignorado por la oligarquía
mediática peruana. Pero a medida que la catástrofe se agudizaba, el único medio
televisivo independiente, que lo entrevistaba con frecuencia, empezó a
convertirse en un referente para los peruanos «humillados
y ofendidos» por las mentiras de Vizcarra y el pisoteo sistemático a su
economía y a sus derechos. Fue el único político que apoyó la vacancia de
Vizcarra mientras el coro de la prensa concentrada incitaba contra ella una insurrección
popular absurda que acabó copada por la extrema izquierda. Por otro lado, a
diferencia de todos los demás políticos que seguían a pie juntillas el guion
del gobierno, López Aliaga se atrevió a manifestar su desacuerdo con las
cuarentenas y la tiranía sanitaria, gran herejía para la prensa y el gobierno.
Y ahí empezó el crecimiento de su candidatura, particularmente a partir de
enero. Era la única voz discordante en medio de una clase política asociada de
diversas formas al gobierno omnímodo y corrupto de Vizcarra.
Su propuesta de reducir los
ministerios y el aparato estatal también ha generado mucha expectativa.
USTED MENCIONÓ QUE
LÓPEZ ALIAGA ES UN CATÓLICO PRACTICANTE, PERO PARECE QUE GOZA DE UN GRAN APOYO
ENTRE LA POBLACIÓN EVANGÉLICA DEL PERÚ…
Sí, López Aliaga es un
católico de misa y rosario diario. Pero el pueblo evangélico del Perú se ha
dado cuenta que, a diferencia de otras figuras a las que apoyaron en el pasado,
la fe católica real de López Aliaga es una garantía para un gobierno que no solo
respete los llamados «principios no negociables» de
la defensa de la vida y la familia, sino que los promueva y los ponga en el
centro de la política. Además, a diferencia de otros candidatos acomplejados,
López Aliaga no se amilana a la hora de mencionar la centralidad de Cristo en
su vida y carrera políticas. Por otro lado, la persecución religiosa embozada
durante el gobierno de Vizcarra ha provocado un despertar entre los cristianos
del Perú, que saben que de esta elección depende su libertad.
EN LOS ÚLTIMOS DÍAS,
SUS RIVALES POLÍTICOS Y LOS GRANDES MEDIOS PERUANOS HAN PASADO DE IGNORAR A
RAFAEL LÓPEZ ALIAGA A ATACARLO DIARIAMENTE. ¿A QUÉ OBEDECE ESTE CAMBIO?
A que, incluso en sus
encuestas dirigidas, ya aparece Rafael López Aliaga en los primeros lugares. Su
propuesta de reducir el Estado y acabar con las burocracias progresistas que lo
infestan y nos han llevado al fracaso mundial durante la pandemia, así como con
los subsidios estatales a su prensa parásita, ha generado un gran pánico en
estos sectores, que pretenden satanizarlo en todo momento. Saben bien que su
parasitismo destructivo se terminará si López Aliaga gana. Se intentó incluso
usar los tribunales electorales para suspender la candidatura, ¡acusándolo de querer donar su sueldo a organizaciones de
caridad!
También se ha llegado al
recurso artero de descontextualizar declaraciones a favor de la vida y la
familia de su candidata a la vicepresidencia, una conocida y respetada figura
del movimiento pro-vida peruano, situación que ha llevado a confusiones incluso
dentro del mismo partido, que ya, felizmente, se están resolviendo.
Por otro lado, los más
agresivos contra Rafael López Aliaga son Verónika Mendoza, de Juntos por el
Perú, de la extrema izquierda, y Julio Guzmán, figura globalista proverbial,
del Partido Morado, que fue el permanente apoyo en el congreso al régimen de
Vizcarra. Es el partido que, luego de las asonadas de noviembre contra la
vacancia a Vizcarra, ocupa actualmente la presidencia de la república de la
mano de su dirigente Francisco Sagasti. La ira contra López Aliaga es paralela
al misterioso entusiasmo de ambos personajes por las cuarentenas y por la
vacuna china. Guzmán ha llegado a decir que criticarla es «sedición» y ha insinuado que el canal
independiente que denunció este escándalo debe de ser cerrado. Ambos, también,
son entusiastas defensores de la ideología del transgenerismo en sus extremos
más delirantes y del aborto libre. Sus listas parlamentarias están repletas de
personajes que representan toda clase de perversiones y extravagancias
vinculadas a la revolución sexual y a la contracultura.
Existe, también, una figura
menor, el economista liberal Hernando de Soto, que pasa de abrazar y elogiar a
Rafael López Aliaga a atacarlo, todo por tratar de «cazar»
votos, debido a la angustia que le provoca el estar muy rezagado en la
intención de voto. Lo triste es que algunas figuras católicas continúan
apoyando a esa opción que, en el mejor de los casos, solo servirá para debilitar
a la candidatura más fuerte de López Aliaga, restándole algunos puntos
porcentuales. Cuando uno revisa la historia de De Soto y
sus amistades con figuras como los Clinton,
se puede pensar en que todo esto quizás no sea tan casual.
¿QUÉ SIGNIFICARÍA
PARA HISPANOAMÉRICA Y PARA EL MUNDO UN TRIUNFO DE RAFAEL LÓPEZ ALIAGA?
Significaría el triunfo de un
pueblo contra los experimentos del globalismo, que durante la pandemia se han
demostrado tan destructivos. Sería una pausa providencial en medio de una
agenda impuesta sin consultar a los peruanos, destinada a demoler los valores
tradicionales y la familia, en el único país de América del Sur en que todavía
el aborto está restringido y no existe matrimonio homosexual o algún sucedáneo
semejante. Puede ser el inicio, también, de una reacción contra estas
tendencias en los países andinos y en otros ámbitos hispanoamericanos.
EN SÍNTESIS, ¿QUÉ ES
LO QUE SE JUEGA EL PERÚ EN ESTAS ELECCIONES?
Su libertad y su misma
existencia. Ya hemos vivido en carne propia y de manera trágica los estragos
que puede causar un gobierno progresista y globalista como el de Martín
Vizcarra. Una gestión presidencial semejante a partir del 2021 quizás marque un
punto de no retorno. El Perú es un país cuyo pueblo es todavía mayoritariamente
tradicional en su comprensión filosófica y moral del ser humano y sus deberes.
Pero una pequeña élite progresista usurpa su representación y, a través de los
medios y del aparato estatal, pretende engañarlo y manipularlo, aprovechándose
de su proverbial mansedumbre. Podríamos parafrasear a Gil-Robles en 1936 y
decir que «la mayoría del Perú se resiste a morir».
Pero el poder nacional e internacional de estas élites y los tentáculos
todavía presentes de la corruptísima y nefasta Odebrecht, que colonizó al Perú
en los últimos años y cuya influencia destructiva en la política Rafael López Aliaga ha jurado combatir, han generado
un cerco mediático a su candidatura. Sin embargo, las encuestas y otros
indicios más fiables nos dicen que el pueblo peruano ya ha despertado y busca
liberarse de sus engañadores.
¿QUÉ PODEMOS HACER
DESDE EL EXTRANJERO PARA APOYAR AL PERÚ EN ESTA COYUNTURA TAN DIFÍCIL?
Ante todo unirse en oración
por esta causa. Desde Lepanto hasta el milagro de Austria de 1955, el rosario
ha demostrado su poder para cambiar la historia. Las elecciones son el 11 de
abril, dentro de menos de un mes, e imploro a los católicos del mundo a unirse
en oración por el triunfo del candidato cristiano en el Perú y la derrota de
las fuerzas anticristianas, cada vez más agresivas. También sería necesario que
todos los cristianos, patriotas y personas de buena voluntad colaboren con las
células de Renovación Popular en el extranjero: esta será la primera elección
en la que la diáspora peruana en el mundo podrá elegir representantes al
congreso en un distrito especial. Urge unirse en toda clase de apoyos
espirituales y materiales a esta campaña, pues, como se ha visto muy claramente
en estos días en el Perú, la lucha no es «contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo» (Efesios 6: 12).
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