En una carta remitida a las conferencias episcopales de todo el mundo, con aprobación del Papa Francisco, el Cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, aseguró que “tan pronto como las circunstancias lo permitan, es necesario y urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, que tiene como casa el edificio de la iglesia, y la celebración de la liturgia, particularmente de la Eucaristía”.
En la carta titulada “¡Volvemos con Alegría
a la Eucaristía!”, el purpurado señaló que “conscientes
del hecho de que Dios no abandona jamás a la humanidad que ha creado, y que
incluso las pruebas más duras pueden dar frutos de gracia, hemos aceptado la
lejanía del altar del Señor como un tiempo de ayuno eucarístico, útil para
redescubrir la importancia vital, la belleza y la preciosidad inconmensurable”.
“Tan pronto como sea posible, es necesario volver a
la Eucaristía con el corazón purificado, con un asombro renovado, con un
crecido deseo de encontrar al Señor, de estar con él, de recibirlo para
llevarlo a los hermanos con el testimonio de una vida plena de fe, de amor y de
esperanza”, señaló.
El Cardenal Sarah subrayó además que “aun
cuando los medios de comunicación desarrollen un apreciado servicio a los
enfermos y aquellos que están imposibilitados para ir a la iglesia, y han
prestado un gran servicio en la transmisión de la Santa Misa en el tiempo en el
que no había posibilidad de celebrarla comunitariamente, ninguna transmisión es
equiparable a la participación personal o puede sustituirla”.
“Más aun, estas transmisiones, por sí solas, corren
el riesgo de alejar de un encuentro personal e íntimo con el Dios encarnado que
se ha entregado a nosotros no de modo virtual, sino realmente”, advirtió.
El Purpurado insistió en que “una vez que se
hayan identificado y adoptado las medidas concretas para reducir al mínimo el
contagio del virus, es necesario que todos retomen su lugar en la asamblea de
los hermanos, redescubran la insustituible preciosidad y belleza de la
celebración, requieran y atraigan, con el contagio del entusiasmo, a los
hermanos y hermanas desanimados, asustados, ausentes y distraídos durante mucho
tiempo”.
Más adelante, el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos pidió que “se
facilite la participación de los fieles en las celebraciones, pero sin
improvisados experimentos rituales y con total respeto de las normas,
contenidas en los libros litúrgicos”, así como que “se reconozca a los fieles el derecho a recibir el Cuerpo
de Cristo y de adorar al Señor presente en la Eucaristía en los modos
previstos, sin las limitaciones que vayan más allá de lo previsto por las
normas higiénicas emanadas por parte de las autoridades públicas o de los
Obispos”.
El Cardenal Sarah destacó que “un principio
seguro para no equivocarse es la obediencia. Obediencia a las normas de la
Iglesia, obediencia a los Obispos. En tiempos de dificultad (pensamos, por
ejemplo, en las guerras, las pandemias) los Obispos y las Conferencias
Episcopales pueden dar normativas provisorias a las que se debe obedecer”.
“Estas medidas dictadas por los Obispos y por las
Conferencias Episcopales finalizan cuando la situación vuelve a la normalidad”,
precisó.
El Purpurado aseguró que “la Iglesia
continuará protegiendo la persona humana en su totalidad. Ésta testimonia la
esperanza, invita a confiar en Dios, recuerda que la existencia terrena es
importante, pero mucho más importante es la vida eterna: nuestra meta es
compartir la misma vida con Dios para la eternidad”.
Al finalizar la carta, el Cardenal Sarah reiteró el llamado a confiarnos
“a la misericordia de Dios, invocando la
intercesión de la bienaventurada Virgen María”, especialmente “por todos aquellos que son probados durante la pandemia
y por cualquier otra aflicción”.
La carta fue firmada por el Cardenal Robert Sarah el 15 de agosto de
2020, en la Solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María. El
Papa Francisco aprobó el documento y ordenó su publicación el 3 de septiembre.
Redacción ACI Prensa
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