En las ruinas de la ciudad de Mosul, destruida por los terroristas del Estado Islámico, en la Plaza de las 4 Iglesias, Hosh al-Bieaa, frente a las 4 iglesias cristianas derruidas, el Papa Francisco pronunció su oración de sufragio por las víctimas de la guerra y, en particular, de la guerra contra el Estado Islámico.
A continuación, la oración completa del Papa
Francisco:
Antes de rezar por todas las víctimas de la guerra en esta ciudad de
Mosul, en Irak y en todo el Oriente Medio, quisiera compartir con ustedes estos
pensamientos:
Si Dios es el Dios de la vida —y lo es— a nosotros no nos es lícito
matar a los hermanos en su nombre.
Si Dios es el Dios de la paz —y lo es— a nosotros no nos es lícito hacer
la guerra en su nombre.
Si Dios es el Dios del amor —y lo es— a nosotros no nos es lícito odiar
a los hermanos.
Ahora recemos juntos por todas las víctimas de la guerra, para que Dios
omnipotente les conceda la vida eterna y la paz sin fin, y los acoja con su
abrazo amoroso. Y recemos también por todos nosotros, para que, más allá de las
creencias religiosas, podamos vivir en armonía y en paz, conscientes de que a
los ojos de Dios todos somos hermanos y hermanas.
ORACIÓN
Dios altísimo, Señor del tiempo y de la historia, tú has creado el mundo
por amor y no dejas nunca de derramar tus bendiciones sobre tus criaturas. Tú,
más allá del océano del sufrimiento y de la muerte, más allá de las tentaciones
de la violencia, de la injusticia y de la ganancia inicua, acompañas a tus
hijos y a tus hijas con tierno amor de Padre.
Pero nosotros hombres, desagradecidos de tus dones y absortos en
nuestras preocupaciones y ambiciones demasiado terrenas, a menudo hemos
olvidado tus designios de paz y de armonía. Nos hemos cerrado en nosotros
mismos y en nuestros intereses particulares, e indiferentes a Ti y a los demás,
hemos atrancado las puertas a la paz. Así se repitió lo que el profeta Jonás
oyó decir de Nínive: la maldad de los hombres subió
hasta el cielo (cf. Jon 1,2).
No elevamos al cielo manos limpias (cf. 1 Tm 2,8), sino que desde la tierra
subió una vez más el grito de sangre inocente (cf. Gn 4,10). Los habitantes de
Nínive, en el relato de Jonás, escucharon la voz de tu profeta y encontraron
salvación en la conversión. También nosotros, Señor, mientras te confiamos a
las numerosas víctimas del odio del hombre contra el hombre, invocamos tu
perdón y suplicamos la gracia de la conversión: Kyrie eleison. Kyrie eleison. Kyrie
eleison.
Señor Dios nuestro, en esta ciudad dos símbolos dan testimonio del deseo
constante de la humanidad de acercarse a Ti: la mezquita Al Nuri con su alminar
Al Hadba y la iglesia de Nuestra Señora de la Hora, con un reloj que desde hace
más de cien años recuerda a los transeúntes que la vida es breve y el tiempo
precioso.
Enséñanos a comprender que Tú nos has confiado tu designio de amor, de
paz y de reconciliación para que lo llevemos a cabo en el tiempo, en el breve
desarrollo de nuestra vida terrena. Haznos comprender que sólo poniéndolo en
práctica sin demoras esta ciudad y este país se podrán reconstruir, y se
lograría sanar los corazones destrozados de dolor.
Ayúdanos a no emplear el tiempo al servicio de nuestros intereses
egoístas, personales o de grupo, sino al servicio de tu designio de amor. Y
cuando nos desviemos del camino, haz que podamos escuchar las voces de los
verdaderos hombres de Dios y recapacitar durante un tiempo, para que la
destrucción y la muerte no nos arruinen de nuevo.
Te confiamos a aquellos cuya vida terrena se ha visto abreviada por la
mano violenta de sus hermanos, y te suplicamos también por los que han
lastimado a sus hermanos y a sus hermanas; que se arrepientan, alcanzados por
la fuerza de tu misericordia. Requiem æternam dona eis,
Domine, et lux perpetua luceat eis. Requiescant in pace. Amen.
Redacción ACI Prensa
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