La iniciativa promovida por el Papa Francisco de 24 Horas para el Señor vuelve este 12 y 13 de marzo, y si bien este 2021 el Pontífice no realizará la tradicional celebración en la Basílica de San Pedro debido a la pandemia, la Santa Sede ha elaborado un subsidio para las diócesis que sí puedan llevar adelante este evento.
24 Horas para el Señor es una iniciativa del Papa Francisco para alentar
a los fieles a recurrir al sacramento de la Reconciliación como la mejor forma
de prepararse para la Semana Santa. Para ello, cada diócesis designa
determinadas iglesias para que permanezcan abiertas durante 24 horas continuas.
Además, durante esos dos días, la Iglesia anima a celebrar en iglesias y
parroquias una Vigilia que concluya el IV Domingo de Cuaresma con el Santísimo
Sacramento expuesto mientras varios sacerdotes permanecen disponibles para
quien quiera acudir a confesarse.
Sin embargo, el año pasado el evento fue suspendido debido a la
propagación del coronavirus y el cierre de los templos.
Para la edición de este año, que lleva por título “Él perdona todas tus culpas”, inspirado en el
Salmo 103,3, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización
ha puesto a disposición de diócesis, parroquias y comunidades cristianas un
subsidio con algunas sugerencias.
Sin embargo, como confirmó la Sala de Prensa de la Santa Sede, debido a
la persistencia de la pandemia de coronavirus, en esta ocasión no se celebrará
la Vigilia en la Basílica de San Pedro del Vaticano con la participación del
Papa Francisco.
En cualquier caso, por medio de unas notas introductorias al subsidio,
el Pontificio Consejo explica que “se trata, por
supuesto, de propuestas que se pueden adaptar a las necesidades y costumbres
locales”.
En el subsidio se ofrecen respuestas a algunas preguntas comunes que
cualquier fiel puede plantearse: “¿Por qué debo
confesarme?”, “¿cómo prepararse para la confesión?”, “¿cómo confesarse?”, “¿qué
hacer después de la confesión?”.
Con las respuestas y los textos que se acompañan se pretende ayudar a “superar cualquier resistencia que a menudo se suele
oponer para evitar la confesión”.
Por medio del subsidio, el Pontificio Consejo para la Promoción de la
Nueva Evangelización recomienda que “en la tarde
del viernes 12 de marzo y durante todo el día del sábado 13 de marzo, sería
significativo tener prevista la apertura extraordinaria de la iglesia,
ofreciendo la posibilidad de acceder a las Confesiones, preferiblemente en un
contexto de Adoración Eucarística convenientemente preparada”.
El evento “podría iniciar el viernes por la
tarde con una Liturgia de la Palabra que ayude a los fieles a preparar la
Confesión sacramental, y concluir con la celebración de la Santa Misa festiva
del sábado por la tarde”.
Asimismo, ofrece algunas alternativas en los casos en que, debido a la
pandemia de coronavirus, no se permita la celebración de la liturgia, o se
pueda realizar solo con un número reducido de personas.
En esos casos, “la Adoración Eucarística
podría transmitirse por Internet, preparando así a los fieles para la
contrición perfecta, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica”.
Además, en el subsidio se explican las tres maneras en que se puede
celebrar la Vigilia de las 24 Horas para el Señor.
Por un lado, “en las pequeñas comunidades
como por ejemplo en los hospitales o en las parroquias o rectorías con un
número relativamente bajo de fieles”.
En ese caso, “toda la iniciativa se lleva a
cabo normalmente el viernes por la tarde. Se podría iniciar el evento con la
Liturgia penitencial, para luego exponer el Santísimo Sacramento y, con la
Adoración Eucarística silenciosa o bien animada por un grupo de oración (según
las posibilidades y necesidades de la comunidad), invitar a todos a la reconciliación
sacramental con Dios”.
Asimismo, “en las parroquias más numerosas,
(sobre todo en las áreas urbanas), en las prefecturas (y/o
vicariatos/decanatos) o allí donde se decida organizar el acto en varias
parroquias/comunidades”.
“Sería recomendable empezar el viernes por la tarde
con la Santa Misa o bien con la Liturgia de la Palabra. A continuación, se
expone el Santísimo Sacramento y se inicia la Adoración Eucarística animada por
diferentes grupos parroquiales o de varias parroquias. Los responsables
establecen tanto el programa de toda la Adoración como su duración, asegurando
los turnos para las confesiones de los fieles”.
Por último, “en las iglesias catedrales,
basílicas, santuarios, o bien en las parroquias y en los lugares de culto que
sean más significativos para la Iglesia local y elegidos cuidadosamente por el
Ordinario o bien por las personas responsables”.
“El evento debe organizarse de manera más solemne,
destacando la universalidad de la Iglesia que lo celebra al mismo tiempo en
todo el mundo. La iglesia debería permanecer abierta también por la noche, con
la Adoración Eucarística animada a turnos por varios grupos de oración y por
diversas comunidades”.
“Es deseable que el Ordinario y los Obispos estén
presentes al menos al principio y al final del evento, dando también su
disponibilidad en la celebración del Sacramento de la Reconciliación. Se debe
asegurar la presencia constante de uno o más sacerdotes dispuestos a escuchar
las confesiones”.
Se sugiere también que “siempre que sea
posible, un grupo de fieles, especialmente formados y preparados, podría
invitar a las personas que pasan cerca de la iglesia a entrar y a participar en
el evento”.
GARANTIZAR EL ACCESO A
LA CONFESIÓN
Según explicó el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de
la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, a Vatican News, este año “no habrá la habitual cita en la Plaza de San Pedro en
presencia del Santo Padre” debido, precisamente, a las medidas contra la
pandemia del COVID-19.
Mons. Fisichella invitó a adaptarse a las circunstancias de la pandemia
y tomar todas las medidas sanitarias necesarias para garantizar el acceso a la
confesión con seguridad.
De esa manera, se podrá seguir impartiendo el sacramento, pues
experimentar la misericordia de Dios “significa
encontrar la fuerza para comprender lo que somos, nuestros límites, nuestras
contradicciones y, por tanto, nuestro pecado, para presentarnos ante un hombre
que en nombre de Dios nos habla, nos consuela y nos ofrece el perdón divino”.
“Junto con las Conferencias Episcopales de muchos
países nos hemos propuesto encontrar los medios para que la confesión pueda
organizarse y celebrarse en cualquier caso con las normas de seguridad
necesarias”, explicó.
Una solución pasaría por adaptar confesionarios más amplios donde haya
una suficiente distancia entre el sacerdote y el penitente. Aunque, “allí donde, en cambio, se quisiese mantener el tamaño
del confesionario tradicional es bueno que haya situaciones de seguridad y
resguardo, como plexiglás, plásticos y todas aquellas soluciones que impidan
cualquier forma posible de propagación del virus”.
Redacción ACI Prensa
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