domingo, 26 de junio de 2022

PISANDO HUEVOS O COMO LOCAZAS DESBOCADAS

 Es mi impresión. Vamos por la vida de puntillas, midiendo gestos y palabras, hablando de cuatro generalidades para no molestar, evitando cada vez más cuestiones por molestas, incomprendidas o porque nosotros mismos cada vez tenemos las cosas menos claras. Mejor dicho, vamos de puntillas en algunas cosas y como locazas desbocadas en otras. Me explico.

Aquí mandan los medios progresistas de izquierdas. Ya saben, y vamos a dar nombres: El País, la Ser, la Sexta, Público… en lo civil, y Religión Digital en lo eclesiástico. Religión Digital cada vez manda menos, pero curiosamente es el terror de muchos eclesiásticos: ¡que no se enfade Vidal! Antes muertos que molestar a esta gente. Horror, terror y pavor que pudiera sacarnos Guarroming en la Sexta o que Vidal y Bastante nos tachen de ultraconservadores. Por tanto, nada que pudiera molestar a estos medios. 

Pueden estar tranquilos con nosotros, que salvo algún obispo recalcitrante, curas infocatólicos y de francesa sacristía y algunos más, nada de nada. La Iglesia no molestará con el aborto, la eutanasia, la familia, la ideología de género, la enseñanza, ni siquiera con el curriculum de la clase de religión. Lejos de nosotros hablar de antropología o derecho natural. Tampoco seremos especialmente insistentes en lo de evangelizar. Nos limitaremos a Caritas. Comprendan que alguna vez se rocen algunas cosas, pero es porque no queda más remedio. 

No vamos a molestar con ese incordio de la moral cristiana ni recordando esas antiguallas de Veritatis Splendor que nos recuerdan que hay cosas intrínsecamente desordenadas sin matices. Mucho mejor una moral permanentemente “ad casum” y depende. Nunca más hablar de los novísimos. Todos al cielo. Y por si hiciera falta, estamos dispuestos a admitir, siempre y en cualquier circunstancia, la maldad de las cruzadas, el horror de la evangelización de América, la inquisición y los abusos a niños desde el Antiguo Testamento. Tampoco haremos reproches a comunistas ni recordaremos episodios como Paracuellos. No nos gusta incordiar, y si algún obipso lo hiciera, mejor, para que se vea que es un verso del todo suelto. Ni caso. 

Esto es la nada. Lo sabemos. ¿A qué tenemos miedo? En la medida que la fe se desdibuja acabamos teniendo más miedo a la Sexta y a la prensa que al juicio de Dios. Normal, empeñados en que el infierno no existe, o en el caso de que exista está vacío, ya no hay que preocuparse del más allá sino de ir sobreviviendo en el más acá.

Luego hay otros miedos que habría que superar, aunque en estos tiempos de misericordia y sinodalidad dicen que no hay nada que temer. Dicen. Je. Veo a muchos sacerdotes callados: es que a ver qué vas a decir, es que cómo vas a soltar eso, es que imaginaLos obispos con tendencia a ponerse de perfil por si el gobierno se enfada, los peridistas los tachan de ultracatólicos o nos amenazan con una revisión de los acuerdos Iglesia - estado que hiciera desaparecer la crucecita. Pues vale. Siempre tendremos el arma, nunca esgrimida, de cerrar colegios y centros concertados y que lo hagan ellos, que no tienen dinero, y de paso cerrar Cáritas, mandar a los pobres a la administración y nosotros dedicarnos al anuncio del evangelio a los pobres. Ya saben: enseñar al que no sabe, y algunos solo aprenden así. 

En lo que vamos como motos es en apoyar la agenda 2030, aplaudir al colectivo gay, apuntarnos a los nuevos modelos de familia y proclamar que lo importante es el amor -a ver qué se entiende por amor- para que nadie se ofenda, y cargarnos todo lo que huela a tradicional. 

Cada vez menos. Normal. Pero no pasa nada. Nunca pasa nada. 

Sigamos por esta senda. 

Jorge González Guadalix

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