martes, 31 de marzo de 2020

IGLESIA CATÓLICA ORIENTAL - RITO ARAMEO


Reflexiones Bíblicas sobre la COVID-19
“Atiende a mis palabras, hijo mío; préstales atención. Jamás las pierdas de vista, ¡grábatelas en la mente! Ellas dan VIDA Y SALUD A TODO EL QUE LAS HALLA.” (Proverbios 4:20-22)
En la Palabra de Dios, Dios nos hace recordar que “…Él es Dios y no puede mentir.” (Carta a Tito, 1:2). También en el lenguaje hebreo, el vocablo por “Palabra” (Ha Dabar) también significa “Promesa,” y el plural, (Ha Dabarim) significa “Hechos reales.” Cuando Dios da su palabra, da su promesa. Jesucristo dijo de Sí mismo, “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida.” (Juan 14:6) Jesús siempre cumple con sus palabras y sus promesas.
Miren lo que Cristo nos prometió: “Pues les aseguro que si alguien le dice a este cerro: ‘¡Quítate de ahí y arrójate al mar!,’ y no lo hace con dudas, sino creyendo que ha de suceder lo que dice, entonces sucederá. Por eso les digo que TODO LO QUE USTEDES PIDAN EN ORACIÓN, CREAN QUE YA LO HAN CONSEGUIDO, Y LO RECIBIRÁN.” (Marcos 11:23-24)
Entonces, ¿que debemos pensar sobre este mal, esta pandemia de coronavirus, que ahora cubre el globo? Hay informes en TV que constan, por ejemplo, que a eso de un iraní muere cada 10 minutos debido a COVID-19. Aun en países con una tradición Cristiana, la situación es grave.
Conozco a un ateo quien me afirmo que dejo de creer en Dios debido a la presencia del mal en el mundo, incluso entre los pastores y sacerdotes. Le conteste que si argumenta que no haya Dios, de todas maneras, hay que dar cuenta del problema del mal, que tampoco es fácil para los ateos. Más bien, tienen que resignarse a una vida cruel e injusta, sin ninguna posibilidad de justicia y/o salvación, ni en esta vida, ni en la vida eterna.
Y nosotros ¿qué estamos orando para el fin de este flageo? ¿Contestará Dios nuestras oraciones? O, ¿es que Dios es incapaz de poner fin a los males? Vamos a reflexionar sobre lo que nos dice la Palabra de Dios en la Biblia.
• Las enfermedades y la muerte no fueron creados por Dios. Debido a las desobediencias de nuestra raza humana, comenzando con los primeros seres humanos en el jardín de Edén (Edén quiere decir gozo, deleito, en hebreo), los humanos desobedientes han dado derecho legal y poder al archienemigo de Dios, Satanás, a nuestro planeta y a nuestra condición humana. (Génesis 3). Las enfermedades, la muerte, la pobreza, la ignorancia, y todos los males son distorsiones de la vida Buena que nuestro Dios Creador nos entregó.
• Antes de la caída de Adán y Eva, Dios vino a visitarlos en el jardín de Edén. Siempre Dios quería tener una relación de Amor con nosotros. Al verles a Adán y Eva antes de la caída, Dios vio en ellos, cara a cara, el reflejo de su vida, de su belleza, su bondad, su verdad y su amor.
• Despues de la caída de Adán y Eva, Dios fue a visitarlos (Genesis 3), no para condenarlos, sino para prometerlos un Salvador y redentor, hijo de la mujer (Genesis 3:15)—lo que sucedio en la historia de Jesucristo, el Hijo coeterno de Dios y la Palabra de Dios (Juan 1:1-14).
La Biblia Hebrea es inspirada por Dios y los autores hebreos fueron 100% francos y honestos al narrar en la Biblia los errores y pecados personales de si mismos, de los patriarcas de Israel, y también de sus familias y su pueblo judío. Lo hicieron no para desanimarnos, sino para explicarnos bien que Dios es, además de nuestro Creador, es nuestro Salvador y Redentor. Y es más: la Palabra de Dios en la Biblia nos explica que no importan los pecados que hemos hecho: Dios nos quiere y nos quiere usar en su servicio:
“Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo. Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación.” (2 Corintios 5:17-18)
“Pero el Señor me ha dicho: ‘Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.’ Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9)
“Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” (Jeremias 29:11)
Es importante saber que nosotros, los cristianos, somos representantes (Embajadores) de Jesucristo, y que tenemos que orar por los demás. Además de reconocer y pedir perdón por nuestros pecados personales, igual que los profetas, sacerdotes y reyes de Israel, y los apóstoles, debemos pedir perdón también por nuestras familias y naciones:
“…Y si mi pueblo, el pueblo que lleva mi nombre, se humilla, ora, me busca y deja su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y devolveré la prosperidad a su país.” (2 Crónicas 7:14)
Aunque Dios no ha creado ni enviado la Coronavirus a nuestras familias y naciones, la presencia de pecados personales, familiares y nacionales le abrieron las puertas a esta nueva pandemia enviada por Satanás. Miren a lo que la Biblia dice del Cristo y lo que Cristo mismo dijo sobre su ministerio en la tierra:
“…quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24) (a ver tambien Isaias 53:4-5)

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.» (Lucas 4:18-19)
Muchas veces en la Biblia, los profetas y reyes confesaron los pecados de todo su pueblo. Ser representante (Embajador) de Cristo significa abogar por otras personas que todavía están en sus pecados.
Un hecho triste—entre las 50 ciudades con las tasas más elevadas de homicidios a nivel mundial, unos 35 son ciudades de América Latina. Es decir, varias naciones que tienen una tradición Cristiana pasan las tasas de homicidio, más allá de las ciudades de países paganos. Satanás pudo entrar en nuestras naciones debido a una historia de pecados que le abrieron puertas.
Vamos a ser fieles, no como arrogantes, sino como hijos perdonados de Dios, al orar por la sanación de nuestras naciones y de todas las naciones.
El problema de Coronavirus es masivo. Sin embargo, somos miembros del pueblo de Dios:
“La alianza que haré con Israel después de aquellos días, será ésta, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” (Hebreos 8:10)
Nosotros, los cristianos ya arrepentidos por nuestros pecados personales, debemos arrepentir también en nombre de nuestras familias y naciones. Es de esta manera que llevamos la obra redentora de Cristo a nuestras familias y naciones.
Ya Dios no nos ve más como personas indignas. Mira lo que la Palabra dice de nosotros:
• “Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran Sumo sacerdote que ha entrado en el cielo. Por eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos. 15 Pues nuestro Sumo sacerdote puede compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros; sólo que él jamás pecó. 16 Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.” (Hebreos 4:14-16)
En conclusión, oro que seamos nosotros fieles embajadores de Jesucristo, orando por nosotros mismos, por nuestras familias y naciones y de todo el mundo.
Ya que no podemos congregar en grupos grandes en las Iglesias, debemos estar orando más que nunca en nuestros hogares.
“Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.) (Mateo 18:20)

Es de esta forma que nuestros hermanos cristianos perseguidos de China e Irán son punta de lanza del Despertar y del Avivamiento más grandes de la historia.

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