viernes, 30 de junio de 2023

LA IGLESIA ALEMANA PERDIÓ EN 2022 MEDIO MILLÓN DE FIELES: 44% MÁS QUE EN 2021... ¿CUÁL ES EL MOTIVO?

 ANÁLISIS: UNA ADMINISTRACIÓN COLOSAL... CUYOS INGRESOS POR EL «KIRCHENSTEUR» CAEN EN PICADO

Los defensores del Camino Sinodal alemán están utilizando estas cifras para justifica una adaptación moral de la Iglesia a los vaivenes de los tiempos. Sin embargo, la iglesia luterana desmontaría estos intentos.

El abandono de la fe en la sociedad occidental, sobre todo en Europa, está siendo una constante en los últimos años. Pero, si hay un país en el que estas cifras se están agudizando ese es Alemania. En el año 2022, unos 522.821 alemanes abandonaron oficialmente la Iglesia Católica. El portal National Catholic Register analiza a fondo estos datos hechos públicos recientemente por la Conferencia Episcopal Alemana.

Esta cifra indica que se trata de un 44% más que el año anterior, cuando abandonaron la Iglesia alemana 360.000 personas. En otras palabras, el 2,4% de todos los católicos alemanes dejaron de serlo en 2022. Actualmente la Iglesia cuenta con 20,94 millones de personas (su mínimo histórico), muy lejos de los 28,3 millones que llegó a tener en 1990.

EL CAMINO SINODAL REINTERPRETA LAS CIFRAS

El medio millón de bajas, además de suponer un drama para la vida espiritual de todas estas personas y del conjunto de la Iglesia, tiene graves consecuencias económicas. Los agujeros millonarios en las cuentas de la institución hacen peligrar su sostenimiento.

Aunque la sangría tiene varias causas, la marcha de medio millón de fieles solo en un año subraya los serios desafíos a los que se enfrenta el catolicismo alemán. Precisamente, los defensores del llamado "camino sinodal" están utilizando estas cifras para defender una adaptación moral de la Iglesia a los vaivenes de los tiempos.

Irme Setter-Karp, presidenta del Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK), dijo que estaba "triste, pero no sorprendida" y afirmó que "necesitamos urgentemente reformas en la Iglesia". El obispo Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal alemana y del Camino Sinodal, compartió una interpretación similar: "La mayoría de nosotros hemos encontrado respuestas y queremos promover el cambio".

 La Iglesia está muy lejos de los 28,3 millones de miembros que llegó a tener en 1990.

Respuestas que, como apuntan los críticos al Camino Sinodal, ya han sido utilizadas en la liberal iglesia luterana durante añossin un efecto aparente en el incremento de sus miembros. Esta iglesia perdió 390.000 miembros en 2017. Solo en el norte de Alemania ha perdido el 18,5 % de sus miembros en los últimos 10 años. 

En este punto es interesante conocer quiénes son esos católicos que están dejando la Iglesia y por qué se trata de cifras "oficiales". Lo primero que hay que decir es que la inmensa mayoría ya no eran estrictamente católicos pertenecientes a la Iglesia como realidad espiritual. Puede que abandonaran la fe hace años pero seguían figurando en los registros.

Esta cifra del medio millón de marchas obedece a la cantidad de personas que en Alemania están registradas oficialmente como católicas ante el Estado. Un estatus civil que tiene consecuencias sacramentales y espirituales muy importantes.

Hay que recordar que es a partir de la Constitución de Weimar, posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el Estado alemán exige que las organizaciones religiosas sean financiadas por sus propios miembros. Por lo tanto, los católicos alemanes están obligados por ley a pagar un impuesto a la Iglesia.

¿EN QUÉ CONSISTE EL IMPUESTO ECLESIÁSTICO?

El llamado kirchensteur o impuesto eclesiástico se trata de un 8%-9% más de lo que paga un católico alemán en impuestos sobre la renta. Además, la cifra varía según la región a la que se pertenezca. A un católico, por ejemplo, que viva en Berlín, con un salario medio anual de 43.722 euros y pagando de renta 5.981 euros, el Gobierno le quitará 538,29 euros cada año para entregárselo a la archidiócesis de Berlín.

Este proceso de retenciones es automático. Cuando un alemán es bautizado, no solo la Iglesia lo registra sino también el Gobierno local. En el momento en el que esta persona comience a pagar impuestos, el Estado le retirará automáticamente el impuesto y se lo enviará a su diócesis. Cobrando una pequeña "tarifa" para facilitar la transacción.

Por lo tanto, la única forma de no pagar el impuesto eclesiástico sería dejar de pertenecer a la Iglesia Católica como entidad reconocida por el Estado alemán. Esto se puede lograr presentándose ante un juez local y declarar públicamente que uno ya no es católico.

Sin embargo, esta medida no anula el bautismo de esa persona, "simplemente" impide que pueda recibir la Eucaristía y otros sacramentos, incluso el ser enterrado de forma cristiana. Así lo defienden los obispos alemanes, que reforzaron este sistema con un decreto de 2012. Dejar de estar "afiliado" a la Iglesia se describe como una "autoexcomunión de facto".

El sistema kirchensteur es bastante polémico, también entre los católicos que cuestionan la deriva del Camino Sinodal.  En los últimos tiempos han llegado quejas incluso al Vaticano para que se modifique. La respuesta ha sido clara: dejar de estar afiliado no debe considerarse "apostasía", pero para ser miembro de la Iglesia hay que pagar este impuesto. 

Otro de los temas importantes en la pérdida de fieles de la Iglesia alemana son las causas por las que se van. Mientras una pequeña minoría puede ser gente contraria al Camino Sinodal, lo cierto es que el resto lo hace por muy diferentes razones.

Los estudios señalan que la mayoría dejó de pertenecer a la Iglesia porque no quería seguir pagando a una entidad religiosa en la que ya no confiaban o que representaba una fe en la que ya no creían ni practicaban. Un informe de 2021 de CNA Deutsch señaló que uno de cada tres católicos en Alemania estaba considerando abandonar la Iglesia.

Otras razones para marcharse pueden ser también el manejo de la Iglesia en la crisis de abusos sexuales o la obligación misma de pagar el impuesto eclesiástico. Todos los analistas coinciden en que la causa más profunda es la ola de secularismo que invade Europa, Alemania, y especialmente Alemania del Este.

Una estudio de 2021 asegura que el 42 % de los alemanes no creen en nada, frente al 30% en 2010. En 1950, solo del 4 % no era católico ni protestante. Las cifras de asistencia a misa dominical tampoco son muy esperanzadoras, cayeron por debajo del 5 % a nivel nacional incluso antes de la COVID-19.

PÉRDIDAS MILLONARIAS A MEDIO PLAZO

Los analistas creen que el número de católicos alemanes que pagará el kirchensteur en 2060 se reducirá a la mitad. Algo realmente nefasto, ya que el medio millón de bajas de la Iglesia en 2022 significa la pérdida de cientos de millones de euros en ingresos.

La Iglesia alemana recibió en 2022 unos 7.320 millones de euros a través del impuesto eclesiástico. El católico alemán promedio está pagando alrededor de 350 euros al año. Según esta cifra, la pérdida de 520.000 miembros de la iglesia que pagaban impuestos lleva a un déficit anual de casi 183 millones de euros.

Una cifra nada insignificante, especialmente para el Camino Sinodal. De hecho, cuatro obispos bloquearon recientemente los fondos de la Iglesia destinados al llamado Comité Sinodal, un organismo transitorio destinado a implementar las resoluciones acordadas en las asambleas. Esto significa que los otros 23 obispos restantes que respaldan al Comité Sinodal deberán aportar los millones que cuesta este proceso.

El impacto del medio millón de bajas varía según la diócesis. Por ejemplo, Berlín, Hamburgo y Múnich experimentaron tasas más altas que el promedio nacional: 3,4, 3,7 y 3,2 %, respectivamente. Mientras que la diócesis de Gorlitz perdió solo el 1,4 % de sus miembros, la cifra más baja de cualquiera de las diócesis alemanas.

Estas cifras auguran un panorama desolador. Un informe estima que 40,000 parroquias, monasterios y otras estructuras católicas en Alemania deberán cerrarse para 2060. Continuar empleando a las aproximadamente 800.000 personas que actualmente trabajan para la Iglesia Católica en Alemania parece claramente insostenible.

"El sacristán es alguien contratado, con una nómina y una jornada de trabajo bien delimitada. Lo mismo ocurre con el trabajo de oficina de la parroquia; e incluso con trabajos más pastorales, como la catequesis o la formación. Igualmente ocurre con el tema del cuidado de la Iglesia, mantenimiento, arreglos, limpieza...", comentaba un sacerdote español a ReL en 2018. Una administración colosal, además, que no siempre prioriza la fe.

"Para trabajar así no es relevante tener una fe más o menos viva y comprometida. Es muy bueno tenerla, por supuesto, pero eso es un añadido, algo que te dirán que pertenece al ámbito de lo privado. Lo que importa para realizar estas tareas es tener la preparación adecuada y ser responsable con el propio trabajo. Tampoco consideran relevante el pertenecer a ningún movimiento o asociación laical", añadía.

Sin embargo, muchos creen que el colapso del sistema actual puede ser justo lo que necesite la Iglesia para liberarse de la influencia desmesurada de estas grandes organizaciones de empleo asociadas a la Iglesia. La pérdida de miembros podría llevar a optar también por no participar en el kirchensteur, para depender menos de la financiación obligatoria y más de las donaciones voluntarias, de los más comprometidos con la vida católica en Alemania.

Los analistas concluyen que intentar remitir estas cifras mediante "el juego de los números", a base de reformas de despacho, no va a tener mucho éxito. En cambio, como argumentan muchos, quizás el mejor enfoque sea abrazar una nueva fidelidad a la fe católica.

J. C. M.

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