viernes, 18 de febrero de 2022

ROLANDO RIVI, JOVEN SEMINARISTA MARTIRIZADO EN 1945

 Sus padres le rogaban que no utilizara la sotana: “es mejor que no la utilices”, le decían, pues no faltaban grupos comunistas, que junto con dedicarse al sabotaje contra los nazis, expresaban también su odio a la Iglesia persiguiendo y asesinando a sacerdotes en la región.

“¿Por qué? ¿Qué mal hago llevándola?”, preguntaba Rolando ante los pedidos de que dejara de usar su vestimenta de seminarista. “No tengo ninguna razón para dejar de usarla. Estudio para ser sacerdote y debo vestir así en señal de que pertenezco a Jesús”, aseguraba, a pesar de haber recibido ya insultos de partisanos comunistas en su pueblo. Sin embargo, Rolando aseguraba que “no tengo miedo ni estoy asustado. No puedo esconderme. Pertenezco a Dios”.

A pesar del peligro, el joven continuó ayudando en la parroquia. El 10 de abril de 1945 Rolando tocó el órgano durante la misa celebrada en la parroquia. Al culminar, vestido con su sotana, recogió sus cosas y cruzó el bosque que lo separaba de su hogar, al cual ya nunca llegó. Tras una intensa búsqueda, encontraron su cadáver lleno de signos de tortura y martirio. Según se reveló después, Rolando sufrió durante tres días torturas y humillaciones, con insultos blasfemos de todo tipo.

Los partisanos comunistas comenzaron su tormento contra el joven seminarista quitándole la sotana y golpeándole duramente con un cinturón. Al terminar con la tortura, lo llevaron entre los árboles, dejando un rastro de sangre tras de sí. Sus captores le dejaron rezar, pidiendo por sus padres y por sus asesinos. Después, los comunistas le dispararon dos veces, impactándole en la cabeza y cerca del corazón. Los asesinos dejaron el cuerpo del joven semienterrado, pero se quedaron con la sotana de Rolando, anudándola para utilizarla como pelota de fútbol.

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