jueves, 28 de febrero de 2019

NORMAS ELEMENTALES PARA TRATAR DELITOS E INMORALIDADES


S.E.R. Ricardo Blázquez, cardenal de la Santa Madre Iglesia, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, dijo ayer en rueda de prensa que los obispos españoles están a la espera de que la Santa Sede envíe una serie de normas para el trato de los abusos sexuales cometidos y por cometer por parte de sacerdotes.
Sinceramente cuesta entender que los obispos del mundo entero necesiten que Roma les diga cómo tienen que actuar ante el caso de un cura que abusa de un menor. Todos los padres saben perfectamente cómo actuar si les dan evidencias creíbles de que un sacerdote ha abusado de alguno de sus hijos, pero no hace falta ser padre para tal cosa.
Ahora bien, ¿qué nos dice la Escritura sobre lo que conviene hacer? 
Primero de todo, no aceptar así como así cualquier acusación:
No admitas una acusación contra un presbítero, a menos que se apoye en dos o tres testigos.
1Ti 5,19 
Segundo, recordar que corresponde a las autoridades civiles ser ministros de Dios para el castigo de los delincuentes:
…. la autoridad es un ministro de Dios para bien tuyo; pero si haces el mal, teme, pues no en vano lleva la espada; ya que es ministro de Dios para aplicar el castigo al que obra el mal.
Rom 13,4
Tercero, obedecer al apóstol San Pablo sobre lo que hay que hacer con los inmorales que persisten en serlo:
En la carta que os escribí os decía que no os juntarais con los inmorales. No me refería a los inmorales de este mundo, ni tampoco a los codiciosos, a los estafadores o idólatras; para eso tendríais que salir de este mundo. Lo que de hecho os dije es que no os juntarais con uno que se llama hermano y es inmoral, codicioso, idólatra, difamador, borracho o estafador: con quien sea así, ni compartir la mesa.
¿Acaso me toca a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes juzgáis vosotros? 
A los de fuera los juzgará Dios. Expulsad al malvado de entre vosotros.
1ª Cor 5,9-13
Como ven ustedes, no hace falta ser doctor en teología moral para comprender cómo se ha de proceder ante este tipo de situaciones.
De hecho, a estas alturas se puede decir que a multitud de fieles les causa tanto o más escándalo la complicidad de los obispos y superiores de órdenes religiosas que encubrieron a abusadores, que el propio comportamiento de esos abusadores. Y muchos no podemos por menos que sospechar que hemos pasado a una nueva fase de toda esta crisis, que consiste en encubrir a los encubridores.
Por ejemplo, con todo lo que ha ocurrido en la Iglesia en relación a estos asuntos en las últimas dos décadas, ¿qué cabría decir de un obispo que, sabiendo que un sacerdote de su diócesis tiene en su teléfono móvil (celular) fotos pornográficas de sí mismo y que además acosa a seminaristas, toma la decisión de enviar a ese sacerdote a un “lugar seguro” y además le da un cargo? ¿se imaginan a ese obispo dando lecciones de lo que hay que hacer con los abusadores?
No basta con tener toda la autoridad canónica del mundo. Si se carece de autoridad moral, y eso es lo que ocurre cuando se pierde toda la credibilidad, de poco vale aquella. De hecho, el inmoral que pretende ejercer su autoridad, finalmente acaba comportándose como un tirano.
Luis Fernando Pérez Bustamante

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