jueves, 26 de noviembre de 2020

DESEMPOLVA ESE CORAZÓN Y HAZ QUE ESTA NAVIDAD BRILLE POR LO ÚNICO QUE IMPORTA: ¡JESÚS!

«Crafting Memories» (creando recuerdos) es un video perteneciente a la campaña publicitaria de la empresa Bank & Olufsen, que retrata de una manera genial la intención de este artículo: la importancia de nuestras tradiciones en nuestra historia personal.

La Navidad pasada papá me regaló su colección de «longplays» (discos de vinilo) y mi esposo (en coalición) uno de esos tocadiscos «vintage-modernos» para volver a escucharlos como cuando era niña.

Mamá por su lado, decidió que el regalo de esa Navidad para sus hijos fueran todas sus libretas de notas del colegio y los dibujos que guardaba desde que estábamos en preescolar.

Sin querer, papá y mamá nos regalaron un «concentrado» para reconocernos. Parte de nuestras vidas contadas desde sus ojos, una parte que cada uno de nosotros desconocía.

Historias y canciones se mezclaron aquella noche para recordarnos de dónde veníamos y cuáles eran nuestras tradiciones familiares. Un recuerdo necesario a estas alturas de nuestras vidas para apuntar y afinar el rumbo de la vida. 

¿Quién importa más en estas fiestas que Jesús? ¡Qué fácil decirlo y qué complicado vivirlo!

¡ABRAZA TUS TRADICIONES FAMILIARES!

Existe la posibilidad, sobre todo en un mundo globalizado como el nuestro, de perdernos un poco (o bastante) entre la multitud, sobre todo en ciudades grandes.

En Latinoamérica las tradiciones suelen ser fuertes todavía, y aún así van dejando de significar lo que en antaño. Muchas están cediendo el paso para convertirse solo en espectáculos históricos y formar parte del folklore local.

El gesto de mis padres y el gesto de esta hija que les recuerda a sus padres lo que era importante, aquello que solían hacer, que significaba amor y pertenencia, me hace pensar en todo lo que olvidamos de nuestros orígenes.

Con o sin intención, corremos el riesgo de perder el rumbo. Si olvido de dónde vengo, es difícil también apuntar hacia un destino futuro certero. 

LA NAVIDAD Y LAS EMOCIONES QUE DESPIERTA EN TODOS

Es una fiesta tan hermosa, tan compartida mundialmente. Y parece que su origen viene siendo olvidado en muchos lugares del mundo occidental, reduciéndose a una fiesta familiar donde el significado comercial es altísimo.

Haciéndonos perder el sentido de reunión o celebración a muchos, incluso a los mismos cristianos que, inmersos en este mundo global nos dejamos llevar por estas tendencias y nos olvidamos de su profundo significado.

El origen de la Navidad como la celebramos en el mundo occidental es el nacimiento de Jesús, ¡Nuestro Salvador! Y ese «nuestro» abarca a la humanidad entera. Jesús es el único que importa. 

La Navidad no es una fiesta social más, no es una simple fiesta familiar, y sin embargo su carácter familiar es indiscutible ya que nos reunimos alrededor de una familia con un recién nacido envuelto en pañales. 

Tratar de cambiar esta fiesta al antojo y gusto de cualquiera es una transgresión, en mi opinión. Mucho más coherente, para los no creyentes, sería simplemente no celebrar que pretender cambiar el sentido. 

JESÚS EN UN PESEBRE

El pueblo cristiano se hace patente allá en un pesebre hace 2000 años en Belén. Y efectivamente la secularización de esta fiesta ha llevado a muchos a olvidar su origen, a olvidar esa «música» de gloria que esta época trae, a olvidar que el corazón debe estar puesto en Jesús.

Nos corresponde a nosotros los cristianos, el pueblo de Dios, desempolvar los corazones y afinar los oídos de justos y pecadores para volver a bailar, juntos y en familia la gloria de Belén para la salvación de todas las almas.

«Queridos amigos, la solemnidad del Nacimiento del Señor que dentro de poco celebraremos, nos invita a vivir esta misma humildad y obediencia de fe.

La gloria de Dios no se manifiesta en el triunfo y en el poder de un rey, no resplandece en una ciudad famosa, en un suntuoso palacio, sino que establece su morada en el seno de una virgen, se revela en la pobreza de un niño.

La omnipotencia de Dios, también en nuestra vida, obra con la fuerza, a menudo silenciosa, de la verdad y del amor. La fe nos dice, entonces, que el poder indefenso de aquel Niño al final vence el rumor de los poderes del mundo» (Benedicto XVI).

Escrito por Silvana Ramos

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